Estúpida galleta.

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Ya no lo soportaría un minuto más. Cas se subió a su auto recuperado y simplemente manejo lejos. La constante presencia de sus hermanos, estando acostumbrado al silencio usual del bunker, comenzaba a desquiciarlo. Su salud mental rogaba que saliera de allí inmediatamente. Quedarse solo con esos dos no fue la mejor idea que tuvo.

Gabriel y Lucifer no se percataron en qué momento se marchó el ángel, muy concentrados en su discusión por la ultima galleta del paquete. Pero, cuando la galleta voló y se estrelló contra el suelo, notaron la ausencia de su hermano menor.

- ¿Cas?

Le buscaron pero, el faltante auto estacionado en el garaje, detuvo su indagación. Se sentaron en la escalera bajo la puerta del estacionamiento, mirando el suelo. Repentinamente, Lucifer golpeó con su pie al menor.

- ¡Ey! – Chilló Gabe.

- Es tu culpa, la galleta obviamente era mía. – Continua la pelea.

- ¡¿Disculpa?! Obviamente yo la vi primero.

Así continuaron y continuarían hasta aburrirse o matarse. Aunque, para ser positivos, algo cambio. Evitaban temas complicados en sus discusiones, sabiendo que podía escalar a una pelea real en donde saldrían dañados físicamente.


Pero Cas no estaba muy positivo hoy. Mucho menos cuando Asmodeus apareció justo enfrente de su auto. El mismo estaba harto de su mala suerte. Bajo del Pimp desganado, esperando que pasara algo para sorprenderse o sentir algo más que cansancio.

- El ángel solito. – Negó el príncipe, como si Cas hubiese cometido un gran error. – ¿Mamá no te advirtió sobre el lobo, caperucita?

Sabía muy bien quién demonios era caperucita, su historia y la referencia de eso hacia su situación, pero prefirió jugar al ángel desinformado, solo por molestar.

- No tengo madre, es difícil que me advierta. –

- No pareces muy feliz con la compañía de tus hermanitos mayores, ¿Eh? – Sonrió el menor. – Un psicótico caprichoso y un bromista cobarde, mala combinación.

- Me sorprende que sigas queriendo tanto capturarlos. – Dijo el ángel.

- Les tengo un poquito de manía. – Rio el otro.



Luci tiraba una pelota de tenis contra un mueble, mientras su hermano miraba el techo, con las piernas elevadas contra la pared. La puerta se abrió después de mucho rato muriéndose de aburrimiento y solo traía malas noticias.

Castiel era un mundo de sangre, completamente inconsciente entre los brazos de los Winchester. Fue llevado a la sala de curaciones, pero por mucho que Jack lo intentará, no lograba curarle.

En el último minuto de consciencia, el ángel había pronuncia el nombre del nephilim. Le encontraron en una carretera poco transitada, en medio de un charco de sangre frente al Pimp.

Satán intentó curarle también, sin éxito. Gabe probó, pero tampoco. Entonces descubrieron el símbolo en su espalda, sin una forma muy conocida. Al parecer, el pequeño Asmodeus había aprendido demasiado en medio de su rencor.

- Va a estar bien, ¿Cierto? –

Gabriel lo preguntó sin pensarlo, absolutamente asustado. El rubio volteó a verle, recordando al joven Gabe, deseando parar las peleas entre sus hermanos.

- Claro que sí. – Dijo Satanás, fingiendo seguridad. – Cas siempre sobrevive a mí, ¿No sería estúpido que terminase muriendo en manos de mi creación?

La culpa oculta en una pregunta retórica. Porque aunque solo fuese una de sus creaciones, era como volver a apuñar a su hermano menor, sin quererlo esta vez. 

Tres Hermanos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora