Rebelde.

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Los tres ositos hermanos dormían profundamente cuando un golpe fuerte de metal los despertó, seguido de las alarmas del bunker con su rojo tiñéndolo todo. Apresuradamente todos salieron de su habitación. Su principal preocupación: Jack.

Asmodeus bajaba las escaleras con tranquilidad, en su impecable traje blanco. Sonrisa y mirada sobradora se detuvieron sobre el más joven del grupo. Antes le hubiese temido, pero manipularle parecía tan sencillo.

Lucifer se adelantó, sus hermanos estaban listos para atacar en cuanto diera la señal.

- Little Asmodeus, basta de tanto teatro, aburres. – Dijo con desganó. - ¿Qué quieres ahora?

- Solo hablar con tu pequeño retoño. – Sonrió aún más. – Nada más.

La curiosidad en los ojos de Jack, alejado lo más posible, era evidente.

- No tengo nada de qué hablar contigo. – Replicó desde su lugar.

- Claro que sí. – Le entregó toda su atención al nephilim. – No comprendo cómo es que Lucifer está aquí, osando buscar la protección que puedas brindarle. Él te usa.

- No lo escuches, Jack. – Defendió Cas.

Asmodeus entonces, dirigió su mirada un momento hacia el ángel.

- Castiel, ¿Eh? ¿Aun luchando por recuperar tu mísera gracia? – Rio. - ¿Quieres mucho a Cas, Jack?

El menor no respondió, pero no necesitaba hacerlo.

- ¿Sabes lo que Lucifer hizo a todos los presentes que tú quieres? Tortura, muerte, manipulación. – Habló con dramatismo en su voz. – Él mató a tu querido Cas.

La mirada celeste del joven se escondió, buscando el suelo. Sabía muchas cosas a grandes rasgos, muchas otras eran omitidas por el trio que le cuidaba. Lucifer era malo, eso decían.

- Propongo un trato. Dame a Lucifer y me iré. – Sonrió.

Castiel no esperó a que el menor decidiera, solo tiró de su hermano mayor hacia atrás, adelantándose junto a Gabriel. Puede que Lucifer fuese malo, y que aun no confiara completamente en él. Pero nadie tenia derecho a juzgarle más que su hijo, y con todas las pruebas delante, no solo con lo que los demás le dijesen.


Habían convivido más tiempo del necesariodurante su secuestro, y en una de esas interminables peleas en las que Cas y Satán se disputaban el ego, el silencio finalmente la interrumpió. El ángel se la había pasado alardeando de cuán importante era para Jack, solo por callar al mayor. Y, aunque el otro intentará hacerse el duro, dolía no ser el padre que imaginaba y que las cosas no fueran tan perfectas como en sus sueños. Rio un poco, llamando la atención del menor por la tristeza de esa risa.

- Promete que nada malo va a pasarle a mi hijo nunca.

Suplicó, casi en susurros. Si, suplicó como desesperado. Quizás sabía que Jack jamás le perdonaría y no podría volver a acercarse a él; que probablemente nunca tendría oportunidad de protegerle y solo estaría el ángel para guiarle y arroparle de la oscuridad.

- Prométeme que jamás le harás daño. – Pidió el ángel.

Era tan artificial como cualquier promesa que dos ángeles caídos podían hacer, pero por ello mismo confiarían el uno en el otro. Castiel sabía muy bien que él no sabría proteger realmente al nephilim, era un simple ángel roto y desgastado por la vida, en cambio, Lucifer era uno de los arcángeles más fuertes existentes. Si podía lograr cambiar esa tendencia natural hacia la maldad que el mayor poseía, quizás sería el padre que él no podía ser. Por otro lado, Satán pensaba lo contrario. El ángel sería mejor padre porque tenía esos valores que él no conocía, y no creía poder cambiar.


Pero esta noche, Castiel defendería al padre de Jack, porque tenía el derecho a conocerlo, bueno o malo.

- ¿Cómo pueden seguir defendiéndolo? – Dijo en tono burlón la creación de Lucifer.

- Somos hermanos, es lo que hacemos. – Respondió lleno de orgullo Gabe.

Jack observó el panorama enteró, no comprendía del todo el por qué. Sin embargo, su madre fue clara. "Confía en Castiel, él te protegerá." Quizá estaba en el instinto básico del ángel proteger, pero no lo haría si pusiera en peligro a él. Con solo mirarle a los ojos sabia cuán importante era para su padre adoptivo, y si Lucifer fuese malo como todos decían, ¿Por qué arriesgar su vida y la de alguien que quería tanto por el arcángel?

- Vete. – Sentenció con simpleza. – No dejaré que te lleves a nadie.

La sonrisa de Asmodeus desapareció, buscando un motivo en las palabras del menor.

- Tú resaltaste la importancia de Castiel para mí. – Sopesó en voz alta, explicándoles a todos el por qué. – Él dijo que no te escuchará. ¿No es estúpido pensar que desobedeceré a alguien tan importante?

La mirada de repugnancia del supuesto príncipe del infierno se detuvo en su creador, el cual sonreía notablemente.

- ¿Qué puedo decir? – Elevó sus hombros. – No salió tan rebelde como su padre. – Rio Lucifer.

Tres Hermanos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora