Todos somos inestables en algún momento. Necesitamos un café para lidiar con las trasnochadas o el cansado trabajo, un agua con hielos para los días de aire caliente y bronceados, un jugo natural verde cuando queremos imitar por tres días a la chica...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los problemas paternales son muy normales, supongo que si. Creo que todos o la gran mayoría tienen problemas familiares.
Estoy acostada, estoy en lo más profundo de mi cama, como un bulto vergonzoso escondido, hasta mi cabello está bajo todo ese calor.
2.45 a.m.
Revisaba mis contactos en WhatsApp, mi papá tenía una foto en su perfil, de su hija, en su estado decía lo orgulloso que se siente de su nena. Por algún motivo sentí un pequeño dolor en mi pecho, no razonó el porqué, ni entiendo el porqué debería sentirme herida, las lágrimas comenzaron a correr como riachuelos, no se en que momento vinieron, pero claramente no era normal. Pronto, tenía todas mis mejillas empapadas. Comienzo a recordar todos los años consecutivos que tenía un buen lugar en cuadro de honor, hablar en la radio, ser parte del centro de alumnos, hablar en público, ser la mejor en mucho, para nunca recibir un poco de orgullo, me mataba la cabeza en que cada cosa saliera perfecta.
A veces, entre más lo intentas, menos te notas.
Siento lástima por mí, tanto oculto, tantas cosas, pero están ahí, tratando de quedarse, como un gran fantasma que siempre aparecerá en los días vulnerables, tal vez, te arrastre al closet con él, hará que guardes silencio y te hará hacer lo peor del mundo.
Razonar.
Pensar mucho te caga la vida, es como un constante monitoreo sobre qué tan bien están las cosas, para seguir con un repaso de todos tus errores, cuestionarte la idea de ciertas personas, pensando si lo que ellos creen está dentro de lo normal, por lo que ciertas cosas de ti comienzas a verlas como un defecto que constantemente necesitas cambiar, para rematar en ciertos puntos, y por último, no olvidemos recordar todos los momentos vergonzosos. Esos que tú mismo sientes vergüenza ajena de ti, notando un pequeño calor en la cara.
Pasó mi mano sobre mi mejilla, está queda empapada.
Comienzo a pensar en Laura, un pánico recorre en mi pecho.
Este se cierra y me abrazó más fuerte, escucho como pequeños quejidos salen de mi boca, lamo mis labios y saben salados, mis ojos parecen nubes llenas de agua, un pequeño dolor de mis uñas enterrándose en mis brazos, estoy ansiosa y en algún punto, desesperada, entre más cierro mis ojos para evitar las lágrimas, estas caen con más fuerza.
Siempre he sido mala razonando cuando se trata de sentimientos, me hago hasta un poco alérgica a ellos, por lo que nunca he podido tomar en serio ciertas cosas o ciertas personas, no personas, más bien, situaciones.
Tengo mucho miedo esparcido por todo mi cuerpo, no se qué pasa, cada vez que pensaba en ella sentía un colapso, pero solo esta vez lo dejé salir.
La he evitado por bastante, porque ni siquiera se como acercarme o reaccionar con ella, se supone que esto te pasa en la adolescencia, no cuando crees ser un adulto y tienes toda tu vida resuelta al graduarte de la universidad, pero no es así, se pone cada vez peor.
