Capítulo 21: "La Princesa del Prado"

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Respirar aire fresco se vuelve en una necesidad que anhelas al despertar

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Respirar aire fresco se vuelve en una necesidad que anhelas al despertar. 

El sonido de las aves relajan mi sistema, siento como cada musculo se va calmando al compás de mis sentimientos, cierro mis ojos y la fuerte luz del sol traspasa mis párpados; es tan gratificante, siento el calor en mi cabello, lo toco con mi palma izquierda y esta caliente, el calmado viento mueve los volantes de mi vestido azul; lleno de flores como este prado.

Tengo el prado en mi piel.

Giro inconscientemente sobre mi eje, abro mis brazos y sonrió al sentir cómo las mangas de mi vestido giran conmigo, sutilmente. 

Soy la princesa de aquí.

Me siento en un lugar único en el mundo, yo sola, sin la necesidad de pensar nada. Mi mente se encuentra en blanco y mis pulmones arrebatados de oxígeno totalmente puro. 

El sonido del agua logra hacer todo mucho más placentero, escucho como corre sobre esas piedras grises, perfectamente ovaladas, creadas por la naturaleza de Dios; imaginando que de seguro hay renacuajos o pequeños peces nadando cercana a las orillas, porque es su hogar.

Me siento tan liviana como una pluma, no tengo peso sobre mis hombros, soy una pequeña que acaba de cumplir seis años.  Acababa de correr de mi casa después de la comida, para ir a jugar con una familia de ardillas que está cerca, acababan de nacer.

Soy mucho mayor que ellas.

A la ardilla más pequeña la bautice con el nombre de "Lavanda", porque sus ojos te dan la sensación de armonía y limpieza. Sus pequeños ojitos te demuestran cariño, no conoce la maldad ni el mal trato.

Dejó de girar, me tambaleo un poco por el mareo, pero luego me calmo. Abro lentamente mis ojos y el sol me ciega por un segundo, me acostumbro a la vista preciosa y lo afortunada que soy de tenerla. 

El silencio reina a mi lado.

Agradezco todos los dias desde mi ventana por esto. Mi hogar es el más lindo del planeta.

El sol me pica en la piel y algunas gotas de sudor caen por mi frente, las secó con la manga de mi vestido, los pequeños cabellos de mi nuca están empapados.

Corro hacia la orilla del riachuelo, me siento bruscamente en el suelo, manchando un poco mi vestido de tierra mojada por el rocío que cae en la mañana, cuando papá va a recoger los huevos para el desayuno. 

Tomo mi pequeña bota café que se abrocha por cordones, voy desatando con una delicadeza inmensa, para luego quitarla y tomar mi calcetín blanco con vuelo al final, que se logran percibir afuera del botín.

Dejo mi pie derecho totalmente desnudo y estiro mis deditos, se relajan y luego voy directo hacia mi otro pie. Repitiendo el proceso de la misma delicada forma. Tomandome todo el tiempo del mundo, porque es mio y me pertenece.

Las Risas Del Té (LP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora