Todos somos inestables en algún momento. Necesitamos un café para lidiar con las trasnochadas o el cansado trabajo, un agua con hielos para los días de aire caliente y bronceados, un jugo natural verde cuando queremos imitar por tres días a la chica...
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Las calles se encuentran totalmente frías, el concreto del suelo tiene un roció que logra oscurecer más su color, llegando a ser de un feo grisáceo.
Llevo unas botas color negro, botines para ser más exactos, siento como mi cabello golpea de forma seguida mi frente, me molesta bastante, mis manos han batallado por bastante tiempo, pero no logro apartarlo. Por lo que lo dejo ser.
El viento tiene ganas de comenzar una pelea, pero es agradable considerando que los días anteriores el café estuvo insoportablemente caluroso.
Miro mis manos, están rojas; mis dedos se encuentran entumecidos gracias al frio. Los anillos claramente como un pedazo de hielo, por lo que amaría tener un café en un vaso de cartón para rodearlo.
El calor sería exquisito.
No siento mi nariz, posiciono mis manos dentro de los bolsillos de mi abrigo negro. El auto esta esperándome un poco mas retirado que el hotel, al parecer el Uber se perdió un poco o distrajo.
No esta donde debería.
Aunque seamos sinceros, es imposible saber todas las calles de una ciudad tan grande como esta.
Me encuentro nerviosa, obviamente, pero confiada de mi. Yo logre esto, si estoy aquí caminando hacia un auto, es porque me lo merezco. Necesito seguir pensando de esta manera hasta que acabe el día. No es bueno tener un momento de debilidad en justamente esta situación.
Tengo que dar lo mejor de mi como nunca antes.
El auto tiene las luces intermitentes prendidas, esperándome. Al parecer me vio venir en el espejo retrovisor, aunque era imposible que no. Soy la única persona rondando por aquí, me subo de inmediato. Esta la calefacción puesta, por lo que lo agradezco mentalmente. Se siente como un golpe de calor en cada longitud derritiendo el hielo.
- Buenos días - Solo recibo de su parte un asentimiento, alguien demasiado discreto y ajeno a donde iba o quien era, le importa una mierda. Mil veces lo prefería de esa manera, no es lo mío contarle mis problemas a un conductor.
Aunque se que eso es algo muy normal, hay hasta un programa de un taxista que cuenta sus anécdotas. Entretenido si eres alguien chismoso. Admiro que lo escuche en alguna mañana sin trabajo mientras preparaba el desayuno.
Comienzo a mirar por la venta, caen unas pequeñas gotas, un roció. Ni siquiera es muy notorio, pero allí esta, imperceptible.
Sabia que los días aquí estaban siendo mas helados de lo normal, pero no pensé que tanto. El frio esta en el aire.
La voz de Otoño sigue haciendo eco en mi cabeza, una y otra vez, sin parar. Una voz aterciopelada, llego a sentir que el tacto. Mi cabeza cae hacia atrás, acomodándose en el asiento del automóvil.
Soy consciente de que es un juego peligroso, ella es alguien con quien nunca debería involucrarme, es como entrar de voluntario a un huracán. Eso no va a salir bien por ninguna salida que se tome, saldré peor yo que ella.
