R O Y A L S [Larry Stylinson] Wattys 2020

Capítulo 1.

Miró hacia ambos lados mientras caminaba por las calles llenas de gente con las manos en los bolsillos intentando pasar desapercibido, de eso dependía su alimento del día. Dentro de su chaqueta llevaba algunos billetes que había sacado de la cartera de una mujer la cual había tirado sin contemplaciones en el primer contenedor de basura que se había cruzado por su camino. Otras personas tal vez hubiesen sentido pesar al realizar esa acción no sólo porque la marca era muy cara sino por algo tan simple como la conciencia, tal vez otras personas no la tirarían en un sucio bote lleno de restos de comida y otras cosas de dudosa procedencia, pero para él eso no tenía relevancia alguna.

Era normal toparse con ese tipo de mujeres en los lugares céntricos como aquel puesto que disfrutaban gastando grandes cantidades de dinero en cosas que no les servían y que jamás utilizaban en lugar de donar aquel dinero a la caridad, sólo queriendo demostrarles a las personas algo. Había visto en varias ocasiones como compraban cosas de marca, como bolsos de los cuales después se quejaban por no tener con qué combinarlos, sintiendo la necesidad de volver a gastar... era ridícula la necesidad compulsiva de gastar y gastar.

De pequeño había aprendido que no debía de fiarse de esas personas.

Cuando él pedía limosnas en la calle, ellos eran los que ni siquiera volteaban a verlo y al hacerlo, lo miraban con lástima como si desearan darle dinero, pero se retenían porque "no aceptaba tarjetas de crédito", como si para vivir hiciese falta contar con una terminal bancaria, como si unos cuantos centavos les quitaran algo, como si con unas cuantas monedas fueran a ser mejores personas.

-Disculpe, disculpe - le llamó una mujer rubia, desesperada.

Él la miró. Usaba maquillaje, zapatos, bolsa y ropa cara, pero lucía desconcertada e intranquila y Harry sabía la razón, era ella la descuidada que había dejado su bolso abierto dejándole fácil acceso a su billetera costosa de la cual extrajo el dinero que le acompañaba en esos momentos.

-¿Sí? - preguntó, relajado.

Jamás lo habían descubierto, nadie dudaría de un chico alto, de piel clara, ojos verdes y hoyuelos en sus mejillas, esa era la razón por la que jamás se ponía nervioso al encontrarse en esa situación. Realmente le daba igual y cuando se acercaban a preguntar, los miraba con lástima, tal como ellos lo habían mirado cuando era pequeño y extendía una mano suplicando por lo hambriento que se encontraba.

-¿Ha visto a un joven? Debió de pasar corriendo - intentó explicarse entre lágrimas y movimientos de manos desesperados - él robó mi billetera.
-Lo siento, no vi a nadie - contestó, fingiendo cierto tono de pena - debería de decirle a algún policía - aconsejó - El centro ha comenzado a ser un poco peligroso, se cometen muchos robos.
-Muchas gracias.

Miró a la mujer alejándose rápidamente para preguntarle a alguien más en la calle y se sintió orgulloso, una vez más había logrado conseguir dinero sin que nadie le echara la culpa por el robo a pesar de que la víctima había estado demasiado cerca de él.

Sus ojos se dirigieron al reloj barato que adornaba su muñeca y decidió que ya era demasiado tarde y que debía de regresar, ya había perdido algunas clases en la escuela sólo por salir a conseguir dinero y estaba seguro de que aquello no le agradaría a su hermana si llegase a enterarse.

No tuvo que esperar mucho para llegar a la zona de las clases bajas en Londres, donde todos se conocían y sabían de qué vivían. Las personas le mandaban miradas desconfiadas y es que en ese lugar la regla número uno era no fiarse de nadie. Metió las manos en los bolsillos rotos de su chaqueta y caminó hasta toparse con aquella escuela en la que nadie quería estar. El tiempo que pasaba ahí, era tiempo que perdía ya que podrían invertirlo en conseguir dinero.