Capítulo 10.

3.7K 315 55
                                    

Después de un fin de semana, para él era demasiado raro no llegar con una molesta resaca a la escuela, pero como había pasado todo su tiempo hablando con Harry y pensando en el rizado, no se le había ocurrido que una fiesta era una buena idea. Muy por el contrario, extrañamente se había sentado en la mesa de madera que había en su habitación, la cual estaba prácticamente nueva, y había empezado a hacer sus tareas atrasadas y en cierto sentido hasta había adelantado algunas de ellas.

Sonrió ampliamente cuando aparcó su auto en su lugar preferido del estacionamiento de la escuela al recordar la ronca voz del rizado diciéndole “te has condenado al ser mi amigo”, pero rayos, si aquello era una condena, esperaba tenerla por mucho tiempo porque ante sus ojos Harry era hermoso y especial muy a pesar de su distinta posición en la sociedad la cual el rizado siempre se encargaba en recalcar.

Bajó del auto y caminó al interior de la escuela, donde como siempre, todos le sonreían al verlo pasar e intentaban hacerle saludos un tanto extraños pero que en sus mentes se veían bien, todo con el propósito de que él en alguna noche decidiera llamarlos para invitarlos a una de sus fiestas y… eso no iba a pasar, más por lo ridículos que se veían.

Mientras caminaba, una chica de la cual había olvidado por completo su nombre, se acercó a él para intentar entablar una conversación que ni siquiera logró captar un poco de su interés. Su rostro se iluminó cuando visualizó su aula de clases y entró prácticamente corriendo para librarse de aquella atrevida que le había pedido su número telefónico mientras mordía su labio inferior y le lanzaba una mirada que él no sabía muy bien cómo describir.

– ¿Qué hay, Louis? – preguntó Niall con esa sonrisa despampanante y esos ojos azules brillantes que lo caracterizaban.
– Tuve más ataques de los normales en el pasillo.
– Tal vez hoy los notaste más que otros días – se encogió de hombros.

Liam entró un segundo después de que sus labios pronunciaran esas palabras y se dejó caer a su lado con pesadez pero con una sonrisa que hacía que todo su rostro se viera iluminado de alegría. Maldición, era lunes y él estaba sin resaca, Liam estaba brillando como nunca… lucían como unos tontos
.
– Es un maravilloso día, ¿no creen? – preguntó alegre el de ojos oscuros cuando llegó hasta ellos y se acomodó apropiadamente en su asiento de costumbre.

Louis lo miró como si estuviera loco mientras el rubio soltaba una sonora carcajada haciendo que los pocos alumnos con cara de sueño voltearan a verlos alarmados como si los hubieran descubierto cometiendo un terrible delito
.
– ¿Estás loco? – cuestionó, Louis.

El de ojos oscuros negó levemente con la cabeza sin borrar su enorme sonrisa, la cual al castaño de ojos azules le empezaba a parecer molesta puesto que no sabía su causa.

– Es sólo que el sol brilla afuera, los pájaros cantan, las hojas de los árboles son más verdes, el viento sopla…
– Pero… ¿Qué mierda, Liam?
– Está nublado – dijo Niall, divertido – Y lo más seguro es que tengamos una común lluvia cayéndonos encima en unas horas.

Liam se resbaló en su asiento en una posición desinteresada y después de ver por la ventana soltó un suspiro.

– Estoy enamorado, chicos – confesó.

Louis y Niall se dieron una mirada cómplice y sonrieron viendo a Liam nervioso.

– ¿De quién? – Niall lucía entusiasmado por la noticia.

Cuando su amigo iba a contestar, se vieron interrumpidos por la maestra que entraba en ese momento al aula, lo que dejó la conversación en el aire.

El día corrió lentamente y no era que Louis estuviera mirando el reloj a cada minuto esperando poder salir de aquel lugar para dirigirse al refugio donde seguramente se encontraba Samantha con Harry haciéndole insinuaciones disfrazadas de bromas y, en verdad quería ir a ese lugar porque extrañamente, se había encariñado, no sólo con las mascotas que albergaba…

La campana sonó y sintió como Niall tiraba de su brazo para que caminara rápidamente a su lado para alcanzar a Liam quien no compartía esa última clase con ellos. Entendía la curiosidad de su amigo, incluso a él lo había dejado pensando un par de horas en quién podría ser la persona que en esta ocasión le robaba el aliento. Su amigo nunca había tenido muy buena suerte en el amor.

Al llegar a la salida de la escuela, vieron al castaño platicando demasiado animado con Zayn, cosa muy poco normal de Liam y, si se ponían a pensar, todo ese tiempo, cuando ellos salían de clases, el chico de cabello oscuro se encontraba en la puerta esperando.

De repente todo tuvo sentido y las piezas encajaron rápidamente… Liam estaba enamorado de Zayn. Seguramente había sentido atracción por él, y si lo analizaba a fondo podía llegar a la conclusión de que el de cabello oscuro había sido la razón por la que su amigo los había arrastrado hacia casi la muerte en aquel evento en el que se había reencontrado con Harry después de que él derramara su café en la calle.

De cerca pudieron ver claramente el sonrojo de ambos chicos que actuaban torpemente debido a los evidentes nervios que los invadían. Los entendía, claro que lo hacía…

Saludaron a Zayn amablemente pero no se quedaron con ellos mucho tiempo más ya que no querían interrumpir lo que fuera que estuviera creciendo entre los dos.

Louis en muchas ocasiones había hecho que su mejor amigo perdiera citas que realmente deseaba por las bromas pesadas que soltaba cuando Liam estaba al ataque, pero casualmente, Zayn le caía realmente bien, notaba que era un chico humilde y de buenos sentimientos, precisamente lo que el castaño necesitaba en su vida… era como su complemento perfecto.

Subió en su auto y después de avanzar unas cuantas calles decidió que tal vez sería una buena idea el darle una sorpresa a Harry, tal vez adelantarle un poco de lo que estaba sucediendo entre sus amigos y por supuesto, pasar un buen rato a su lado.

~*~

Su mañana no podía ser clasificada como una de las mejores mañanas de su vida ya que, de nuevo, había tenido una fuerte discusión con Nick por defender a Zayn quien después de todo, prácticamente había huido después de revisar el reloj al terminar las clases sin siquiera darle una explicación acerca de qué era realmente lo que lo había tenido ocupado últimamente.

Si la pelea con Nick se hubiera quedado únicamente en palabras, no estaría tan enojado como se encontraba en ese momento. El maldito le había dado un par de golpes que habían impactado en puntos clave de su rostro, haciéndolo sangrar por haberle contestado con la voz un poco elevada y después lo había seguido hasta la puerta de su casa implorando perdón, pero Harry estaba seguro de que ese no era el único perdón que su ex debía de pedir.

Los cambios drásticos de humor de Nick eran su perdición, su más grande defecto el cual empeoraba con el estilo de vida que llevaba. El consumo de sustancias ilegales y alcohol lo estaban hundiendo en un limbo del que tal vez si lo siguiera amando hubiese deseado salvarlo, pero en ese punto de su vida sabía que él no valía ni el esfuerzo.

Para entender a Nick, las personas debían de ser como Nick y Harry dudaba que existiera alguien más en la tierra como él. Era la definición de todo lo malo que existía e incluso podía apostar que era aquella persona de la que los padres de las chicas temían que se cruzara en el camino de sus hijas. Él se definía como destrucción, porque no podía tener nada ni a nadie sin tirarlo al vacío sin esperanzas, él lo podía decir porque había estado ahí.

Para deshacerse de él, el rizado había tenido que decirle lo poco que le interesaba lo que había hecho y cerrarle la puerta en la cara, claramente no se había rendido tan fácilmente y los golpes tardaron unos minutos en cesar, Harry se había dejado caer en uno de los sofás de su vieja sala de estar mientras pensaba en que debía de ahorrar para una puerta nueva pues otro escándalo parecido por parte de Nick la haría caer. Había puesto un brazo sobre sus ojos a pesar del dolor por uno de los golpes que había recibido dispuesto a dormir en el silencio que había quedado después de tan embarazosa situación.

No sabía cuánto tiempo había pasado exactamente desde que Nick se había retirado cuando escuchó como la puerta de la casa se abría para después cerrarse rápidamente.

– ¡Hazz! – escuchó el grito emocionado de su hermana el cual incrementó su terrible jaqueca.

Con enfado quitó el brazo de sus ojos y después de rodarlos con fastidio, encontró la figura de su hermana parada frente a él con una enorme sonrisa y sus ojos brillantes de emoción.

– ¿Qué? – preguntó, como típico hermano molesto.

Gemma dio un par de saltos donde se encontraba y a la velocidad de la luz llegó hasta el borde del sofá donde se hincó para quedar a la altura del rostro de su hermano.

– Te tengo increíbles noticias.

Harry se sentó de golpe en el sofá haciendo que su hermana casi caiga por el brusco movimiento, pero después de luchar con su equilibrio, Gemma se sentó a su lado sin dejar de mostrar esa sonrisa que empezaba a irritarlo.

– ¿Cuáles? – preguntó al fin, porque sabía que si no la motivaba, ella jamás le diría. Era esa extraña maña que su hermana tenía de darle “emoción” a las cosas, y desde su punto de vista, aquello era algo que hacían todas las mujeres sin excepción.
– Resulta que…  –  se detuvo observándolo atentamente  –  ¿Quién te hizo eso? – preguntó de repente, con cara preocupada.
– Una simple pelea callejera sin sentido – movió la mano para restarle importancia a pesar de que realmente estaba sintiendo dolor en el rostro – en unos momentos me curaré – aseguró – ahora dime, ¿Cuál es tu gran noticia?

Como si con esa pregunta hubiera hecho magia, el rostro de su hermana se volvió a iluminar rápidamente.

– Resulta – repitió después de aclararse la garganta como si fuera a dar un gran discurso – que el señor James está buscando trabajadores.
– ¿El dueño del taller mecánico? – preguntó intentando ubicarse.
– ¡Sí! – aplaudió – y tuve una plática con él hace unos momentos. La paga no es mucha, ya sabes, no pueden pagar millones en los barrios bajos, pero me dijo que si querías el empleo él te podía enseñar todo y pagarte por tu ayuda.

Harry sonrió ampliamente a pesar de la molestia que eso le causó por los recientes golpes, aquello era como si una nueva vida estuviera llamando a su puerta para redimirse por todo aquello que había hecho en el pasado y en definitiva, cualquier entrada de dinero para poder ayudar a Gemma era bien recibida.

– Iré mañana al salir de la escuela – aseguró, arrepintiéndose de sonreír por el dolor que se hizo un tanto más intenso al relajar sus facciones.

Gemma se puso de pie al instante completamente alegre y lo miró como si fuera la persona más orgullosa de la tierra y lo mejor de todo, era que Harry sentía que estaba orgullosa de él.

– Bien – dijo alisando su ropa con las manos lo cual hizo que Harry notara que estaba con su uniforme puesto – me tengo que ir – se dirigió a la habitación y regresó a donde él estaba con los zapatos puestos y el bolso colgando en el brazo – dejé sopa, come – ordenó apuntándolo con el dedo.

El rizado asintió levemente para después escuchar la puerta cerrándose detrás de su hermana.

Cerró los ojos nuevamente dispuesto a dormir ya que se sentía cansado, pensando que al despertar comería un poco y se limpiaría las heridas. Ya había pasado por ese tipo de golpes antes y sabía que no moriría si los dejaba para después.

Cuando empezaba a soñar, los golpes en la puerta lo hicieron sobresaltarse y después de parpadear repetidas veces, se dirigió a ésta completamente seguro de que a su hermana se le había olvidado algo en casa y a juzgar por su llamado, ese algo eran las llaves.

Se quedó completamente paralizado y boqueó un par de veces sin saber que decir ante la imagen que la puerta abierta le había revelado. Frente a él se encontraba Louis con una de esas hermosas sonrisas mirándolo con la alegría de siempre.
No sabía qué palabras soltar y por supuesto, no se encontraba en condiciones de recibirlo, mucho menos en su casa que era un lugar demasiado pequeño, seguro del tamaño de la habitación del de ojos azules.

– ¿Entramos? – preguntó el de ojos azules, sacándolo de sus pensamientos con una sonrisa divertida, como si hubiese leído sus pensamientos.
– Eh… claro – dudó un momento ya que sabía que aquel lugar no se comparaba ni siquiera a lo que Louis acostumbraba a ver.

Se hizo a un lado y después de que Louis se adentró, cerró la puerta detrás de ellos para poder prestarle atención, porque si había algo que le importaba en ese momento, era la razón por la que su amigo adinerado se encontraba en su casa.

– ¿Cómo supiste donde vivo? – preguntó curioso logrando que Louis dejara de mirar a su alrededor como si hubiera entrado a una dimensión desconocida.
– Oh…  –  dijo tranquilo – recuerda que una vez te traje, cuando fue el evento y nos defendiste. Por cierto, gracias.

Harry suspiró y se acomodó nuevamente en el sillón dejando un espacio libre para que Louis se pudiera sentar a su lado, cosa que hizo prácticamente  al instante.

– ¿Qué te sucedió? – preguntó después de un momento de silencio.

El rizado lo miró sin entender en un principio pero después de ver como Louis señalaba su rostro, supo a qué se refería y claramente le tenía que responder si no quería que lo empezara a acosar con preguntas.

– Bueno, los barrios en los que te encuentras ahora son demasiado peligrosos – se encogió de hombros.
– ¿Me dejarías curarte?

Ante esa pregunta no pudo hacer más que mirarlo con sorpresa.

– Es decir… mis padres son doctores y…
– Lo sé – lo interrumpió – Lo mencionaste en el refugio cuando curaste mi mano. El alcohol y el algodón están en uno de los cajones de aquel mueble, búscalos.

Louis asintió levemente y después de alejarse de él, Harry volvió a cerrar los ojos con la esperanza de que el sueño que había perdido regresara, pero con la idea de que Louis estaba ahí, en su casa, rebuscando en sus cajones para curarle las heridas del rostro, era como…

– Harry…  –  escuchó el llamado de la voz aguda y cuando miró hacia donde se encontraba, quiso morir  –  ¿Qué haces con esto?...

Sus ojos se abrieron de par en par y se maldijo internamente, sabía a qué se refería y el no haberse deshecho de todo eso había sido su error.
  

R O Y A L S [Larry Stylinson] Wattys 2020 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora