Capítulo 26.

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Se encontraba sentado a un lado de su madre quien platicaba animadamente con su padre mientras esperaban con paciencia a que les sirvieran el desayuno. Jugaba con sus dedos nerviosamente debajo de la mesa intentando no hacer contacto visual con sus padres ya que estos podrían incluso llegar a leer sus pensamientos con sólo mirarlo y lo que les quería decir no era ni siquiera un poco fácil para él.

Escuchó a su madre reír alegre por algún comentario de su padre y se detuvo a pensar si tal vez ella estaría de ese mismo humor si supiera que estaba enamorado de Harry y que ya habían tenido relaciones en más de una ocasión en su cuarto mientras ellos estaban de guardia.

– Louis – lo llamó, después de detener su risa – he recibido una llamada muy extraña el día de ayer por la tarde – dio un sorbo a su taza de café – fue Eleanor, ¿algo que tengas que comentar al respecto?
– Eh…  –  dudó – nunca fue nada formal.
Su padre frunció el entrecejo mientras en su mirada no se podía ver nada más que diversión pura.
– ¿Qué sucede, Louis? – preguntó, Mark. – Hace tiempo te he notado distinto.

Él lo sabía, era completamente natural que se dieran cuenta de que algo raro rondaba por su mente, principalmente porque durante ese tiempo no les había pedido dinero extra, no había salido de fiesta y todo era un no rotundo a su vida anterior. Pero, ¿Quién en su sano juicio prefiere el alcohol y las drogas sobre los besos de Harry? Al menos él no.

Mordió su labio inferior al recordar la suavidad de los labios del rizado acariciándolo y su lengua saboreándolo con delicadeza y era consciente de que si quería tener más de eso sin tener que esconderse como un maldito criminal, tenía que hablar.

Era Harry al que estaba escondiendo, ese chico dulce y con sonrisa de en sueño; al esconderlo era como si no significara nada para él, cuando en realidad para Louis, Harry era el mundo.

– Yo…  –  tomó aire para armarse de valor – estoy enamorado.

Bajó la mirada al no poder soportar la expresión de sorpresa que se había dibujado en el rostro de su padre mientras forzaba a su mente para imaginar la mano de Harry con sus largos dedos envolviendo la suya en muestra de apoyo.

Su móvil vibró en su bolsillo y sabía que era él, quería que fuera él, así que con cuidado lo sacó, desbloqueándolo al instante para toparse con lo que esperaba sin poder entender si su corazón estaba acelerado por lo que iba a decirles a sus padres o de la emoción por tener un mensaje de él.

De: Harry.
Buenos días, amor. Espero que hayas amanecido bien xX H.

Y ahí estaban, esas equis que el rizado le había explicado que eran besos ya que a él le había extrañado verlas al final del mensaje y que eran como una señal para saber cómo se encontraba el chico. Ese día realmente debía de estar alegre porque había puesto dos, ya que cuando le escribía mensajes medio dormido o de mal humor, siempre ponía únicamente una.

– Louis – la voz de su madre le hizo levantar la mirada nuevamente antes de poder siquiera contestar el mensaje – me encanta que lo que sea que hayas leído te tenga sonriendo de esa manera  –  ¿en qué momento había empezado a sonreír? – pero sabes lo que opino acerca de usar eso cuando estamos en la mesa – él asintió y guardó el móvil nuevamente, dejando pendiente contestar ese lindo mensaje.
– Lo siento – se disculpó.

Miró al plato que tenía frente a él y se dio cuenta de que estaba repleto de fruta. No sabía exactamente cuánto tiempo se había perdido con el simple mensaje de Harry, pero él recordaba su plato completamente vacío.

Empezó a comer, porque sabía que si no lo hacía, su madre lo volvería a reprender, puesto que ella no había apartado la mirada de él en ningún momento al igual que su padre como si esperaran algo más.

– Me alegra que estés enamorado – soltó su padre, recordándole en dónde se había quedado antes del mensaje.
– Gracias – se limitó a asentir.
– ¿Quién es la afortunada que ganó tu corazón?

Y ahí estaba la pregunta del millón flotando en el aire con espera de ser contestada.

Sus padres habían formado un lazo estrecho con Gemma, la hermana de Harry, por el hecho de que ella trabajaba para ellos y también habían tratado más de una vez con su novio hasta el punto de que en más de una ocasión los había escuchado decir que era un gran chico, pero ¿Pensarían lo mismo si se dieran cuenta de que era él la persona que más amaba?

– Es un chico.

Quiso golpearse en la mesa repetidas veces por haberse dejado llevar y no haber buscado las palabras correctas para decirles a sus padres con delicadeza que no era lo que ellos esperaban.

Su padre soltó una carcajada que inundó el comedor que hasta hizo que la empleada saltara en su lugar por la sorpresa. Aquello había tomado a todos completamente desprevenidos, menos a su madre que soltó un bufido.

– Te lo dije, Jay – comentó Mark, ignorándolo.
– Es la única vez que has estado en lo correcto – ella le restó importancia con un movimiento de mano – nunca me superarás.

Louis no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando en ese lugar y no había nada que le causara más molestia que eso.

– ¿De qué rayos hablan? – preguntó, ya mal humorado.
– Oh – su padre se limpió la boca con la servilleta de tela para después volverla a depositar sobre sus piernas – se notaba que te iban más los chicos, se lo dije a tu madre y ella no estuvo de acuerdo con ello, pero al parecer gané – comentó, orgulloso, como si su sexualidad se tratara de un trofeo.

Quería que la silla en la que se encontraba se empezara a sumergir por debajo de la tierra para desaparecer de una vez ya que al parecer sus padres no eran del todo normales. Los padres en su sano juicio le harían preguntas para asegurarse de que realmente no estaba confundido o cosas por el estilo, pero ellos muy por el contrario de los demás apostaban con eso como si fuera el asunto más fácil y divertido.

– Pero dinos, cariño – le animó, su madre  –  ¿Quién es? Tal vez si es de buena familia lo animemos a que sus padres inviertan en nuestro proyecto de la apertura de un hospital.
– ¿Lo conocemos? – siguió, su padre.
– Lo conocen – aseguró – y su familia no es adinerada ni numerosa, pero es de las mejores que he conocido – soltó seguro, por primera vez desde que había iniciado aquel incómodo desayuno – es Harry.

Ambos detuvieron su momento de alimentos y lo miraron con atención. En su papá podía ver una gran sorpresa y es que estaba seguro de que él no se esperaba algo como eso, pero en su madre pudo notar algo más, el enojo y la preocupación estaban ahí tan palpables como siempre habían sido sus emociones y su ceño fruncido le confirmaba sus sospechas.

– No – dijo, sin más.

Su padre miró en dirección a su esposa completamente confundido mientras a él se le empezaba a formar un nudo en la garganta ya que lo aceptara o no, no estaba en sus planes el hecho de dejar a Harry porque lo amaba, realmente lo hacía.

– No lo dejaré – soltó, cargado de decisión.
– Tienes que hacerlo – ella se notaba furiosa, como nunca la había visto en sus años de vida – él no es para ti.
– ¿Y quién si es para mí? – se puso de pie, molesto.
– ¡No lo sé! – gritó, poniéndose de pie al igual que él – cualquier persona de tu mundo.
– ¡Ahí está el problema! – levantó más la voz – que él es el único en mi mundo… es más, él es mi mundo.

No esperó a que le dijeran algo más y empezó a caminar hacia su habitación para tomar sus cosas para la escuela mientras su mirada se encontraba completamente nublada por las lágrimas que amenazaban con salir.

Bajó nuevamente casi corriendo mientras intentaba limpiar cualquier rastro de lágrimas de sus ojos con completo coraje, tanto por la discusión anterior como por el hecho de que simplemente no podía dejar de llorar y es que no se había ni siquiera imaginado que el ser rechazado por su madre iba a doler tanto.

¿Cómo podía simplemente negarse a verlo feliz? Harry era su absoluta felicidad. Desde que lo había conocido no había podido dejar de sonreír y veía todo de una manera más positiva y diferente porque lo amaba y el amor era eso, el hecho de ser una mejor persona.

Tomó su móvil rápidamente y marcó esperando menos de un segundo para recibir una respuesta.

– Esperaba un mensaje de regreso – dijo la voz de Harry al otro lado de la línea – pero una llamada es algo mucho mejor.

En medio de sus lágrimas sonrió por lo dulce que el rizado podía llegar a ser y soltó un ligero sollozo al querer contestarle.

– ¿Lou?, ¿Estás bien, bebé? – la preocupación ya estaba más que presente en su tono.
– No – contestó con dificultad – mis padres…
– ¿Qué pasa con ellos, amor?
– Ya saben…

El silencio fue completamente agonizante, solamente se escuchaba a sí mismo sorbiendo por la nariz y por un momento pensó que Harry había cortado.

– ¿Quieres que vaya a tu casa? Yo podría inventar una forma para entrar por la ventana y saltarme las bar…
– No – no lo dejó terminar – pasaré por ti.
– No creo que sea una buena idea, cariño.
– Sólo te quiero abrazar – confesó.

Otro silencio y él simplemente quería morir.

– Te veo donde siempre, pero conduce con cuidado – realmente sonaba preocupado – intenta tranquilizarte aunque sea un poco antes de siquiera encender el auto, por favor. No importa cuánto tardes, yo te estaré esperando.

Después de intercambiar unas cuantas palabras de amor que lo hicieron sentir un poco mejor, se quedó sentado detrás del volante sin siquiera hacer un movimiento. Sabía que Harry tenía razón al decirle que no conduzca hasta tranquilizarse, puesto que en ese estado definitivamente podría tener un terrible accidente.

Por un momento se odió por el hecho de que sus ojos no paraban de generar lágrimas y estas resbalaban una tras otra. Pero después de un par de respiros que le dolieron en lo más profundo del pecho logró detenerlas, encendiendo el motor para por fin poder ir a encontrarse con su amor.

R O Y A L S [Larry Stylinson] Wattys 2020 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora