Capítulo 25.

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Se encontraba sentado en la cafetería de aquella escuela costosa que sus padres pagaban para él sintiéndose, por primera vez en mucho tiempo, como si estuviera completamente fuera de lugar; como si ese sitio no fuera el indicado para su persona. Él ya no se sentía ni siquiera parte de ese mundo lleno de personas superficiales y llenas de perjuicios hacia los demás, ahora era diferente. Su mundo había dado un giro y ahora en él sólo se encontraba escrito un nombre en letras mayúsculas: Harry.

Ese día en particular era completamente distinto ya que se sentía con fuerzas hasta de conquistar al mundo, pero sabía que en la batalla que se desataría en unos momentos llevaba las de perder en todo el sentido de la palabra ya que con Eleanor todo era siempre de esa manera.

Aquella mañana había enviado un mensaje de texto a aquella chica que se decía su novia citándola en ese preciso lugar antes de que iniciaran las clases ya que él estaba seguro de qué era lo que quería en su vida y ella no estaba incluida ni siquiera en la pequeña lista que se había hecho mentalmente desde que se había dado el primer beso con aquel chico de ojos verdes que le robaba el aliento y que le había mostrado lo que era realmente estar enamorado de alguien.

– ¡Idiota! – escuchó el grito de una voz tremendamente familiar.

Se acomodó en su asiento para poder presenciar la escena que se llevaba a cabo a sus espaldas topándose con Eleanor mirando con el entrecejo fruncido a uno de los trabajadores de la enorme escuela. Ella llevaba decorada su ropa con una enorme mancha café y a juzgar por la tapa mal puesta del vaso térmico, Louis supuso que esa era la razón de su desagradable grito.

– Esto vale más que lo que tú ganas en un año trabajando para esta escuela – soltó, furiosa – ahora, esfúmate de mi camino.

El hombre bajó la mirada y se alejó de ella lentamente y Louis sabía que al menos aquel trabajador moría de miedo por ser despedido a causa de un berrinche de una niña rica sin cerebro como Eleanor.

– Lo siento – dijo ella, sentándose frente a él mientras intentaba sacar la mancha de su blusa con una servilleta de papel.

Él se limitó a asentir porque realmente no quería gastar demasiadas palabras con aquella chica, quería realmente sólo abrir la boca para decir lo que tenía atorado en la garganta y después retirarse de ese espantoso e incómodo lugar.

– ¿De qué querías hablar? – preguntó ella, mirándolo al no recibir ninguna respuesta de su parte.
– Ya no quiero tener nada contigo.

La chica lo miró por un largo momento con los ojos exageradamente abiertos y después frunció el entrecejo como si realmente se encontrara confundida o no hubiera entendido ni una sola de las palabras que él había dejado escapar.

– ¿De qué hablas? – preguntó, con tono molesto – Íbamos a ser los reyes del baile de la universidad este año.
– Se acabó – soltó, antes de levantarse – busca a alguien más para tus planes.
– Eso quiere decir que los rumores que corren por toda la escuela son más que reales – replicó – Tú me has estado viendo la cara por ser un maldito gay.

Sabía que ella se encontraba demasiado molesta en ese preciso instante, y también podía notar que se estaba conteniendo de hacer un escándalo digno de su personalidad, pero aquello no lo iba a detener.

– Eso quiere decir que en realidad un hombre es mejor que tú.

Caminó hacia la salida con la seguridad de que si Zayn y Harry se hubieran encontrado en ese momento cerca de él le hubieran aplaudido con todas sus fuerzas y eso era lo único que necesitaba para sentirse confiado de lo que había hecho.

Sabía que cualquier hombre de su escuela se encontraría completamente frustrado en ese momento por haber perdido a una chica con la que podría satisfacer sus necesidades en cualquier momento, pero mierda, en verdad ya se sentía como una persona nueva.

Ese día, como ya era regular, decidió que lo mejor sería entrar a todas sus clases para después anunciarle la gran noticia a su novio de que oficialmente era completamente suyo y de nadie más, aunque realmente esa relación con Eleanor jamás había implicado algún tipo de atadura desde su punto de vista.

~*~

La escuela en la que estudiaba con su mejor amigo realmente no era una de esas que las personas envidiaban cada vez que pasaban frente a ella, muy al contrario, daba miedo y pocas ganas de estudiar por las terribles condiciones en las que se encontraba gracias a aquellos alumnos vándalos que creían que destruir e ir por la vida rayando paredes era una cosa completamente divertida, principalmente cuando se trataba de palabras completamente ofensivas para los maestros y cualquier otro tipo de autoridad.

Caminó por los pasillos llenos de bolas de papel que los tipos consideraban un instrumento para un deporte nacional. Mientras más de esas aventaran y a mientras más golpearan con ellos, anotaban más puntos para su equipo… ridículo.

Una de las pocas ventajas de ese lugar que se encontraba completamente destrozado ante sus ojos era que contaba con casilleros, de los cuales pocos tenían puertas o estaban libres de terribles abolladuras creadas por diversos golpes, como si aquel sitio se tratara de una maldita escuela llena de animales.

Se acercó a su casillero ya que realmente se había prometido a sí mismo ser una mejor persona por él y por Louis, puesto que en verdad quería merecerlo. Quería que cuando los vieran tomados de la mano, las personas no los juzgaran de una manera tan cruel y era por eso que se aferraba a sus estudios, porque sabía que sólo de esa manera iba a lograr lo que tanto soñaba.

Ingresó la combinación para que su casillero se abriera y rebuscó entre sus cosas para poder encontrar los libros que pertenecían a su siguiente clase, alegrándose completamente en el momento en que por fin los divisó. Tomó los libros con calma, pero algo calló al suelo en el acto llamando su atención al instante.

En el suelo, a sus pies, se encontraba un papel doblado descuidadamente y él estaba más que seguro de que eso no le pertenecía. Se agachó para tomarlo y al tenerlo en sus manos no pudo resistir la tentación de desdoblarlo por simple curiosidad de saber su contenido.

“Disfruta lo que tienes, mañana podría desaparecer”

La nota no tenía ninguna firma, pero él tenía demasiada experiencia en esas situaciones y sabía que aquello era claramente una amenaza.
Tomó todo lo que necesitaba sin soltar la nota, para después cerrar el casillero y no perder su clase siguiente mientras su mente no dejaba de tener claro que necesitaba hablar con Louis ya que él igual se veía involucrado en aquella situación.

Zayn le había contado una vez que había visto una película en un aparador, donde el protagonista tenía problemas, por lo que dejaba a la persona que amaba sin decirle nada con tal de protegerla mientras él intentaba solucionarlo. Para Harry, la vida real era completamente distinta y no encontraba una razón para dejar a Louis hasta dar con el de la nota, simplemente pensaba que lo mejor era darle aviso para que anduviera con cuidado.

Cuando el timbre sonó como anuncio de una salvación, él se levantó rápidamente, volvió a su casillero para tomar las cosas necesarias para realizar sus tareas y salió al estacionamiento donde enseguida divisó el auto de su novio.

Con paso seguro caminó hasta el auto, no sin antes mirar a su alrededor para asegurarse de que nadie lo estaba vigilando en ese momento y al notar el lugar aparentemente vacío, se subió del lado del copiloto encontrándose con un Louis completamente alegre.

Tomó un respiro, sabía que lo que le iba a decir no le iba a causar gracia y le arruinaría un poco su buen humor, pero en realidad lo consideraba completamente necesario.

– Tengo que decirte algo – se sorprendió al darse cuenta de que Louis había repetido lo que él había dicho, todo al mismo tiempo.

Vio como Louis reía por la situación sin encender aún el auto, y él sintió que todo era perfecto por simplemente ver sus ojos azules brillar de tal manera.

– Habla primero – cedió la palabra el de ojos azules.
– Oh…  –  al parecer lo había tomado por sorpresa – es sólo que… hoy terminé mi relación con Eleanor – jugó con sus dedos, dejando en evidencia los nervios que lo invadían – y… eso quiere decir que somos… algo así como ¿oficiales?

Amaba cuando Louis dudaba de lo que tenía que decir, precisamente de aquella manera en que lo estaba haciendo en ese momento. Era completamente adorable y se preguntaba si él siquiera sabía que lo era, pero prefirió dejárselo en claro después de otra manera.

No pudo evitar tomar la mano del de ojos azules y lo sintió tensarse un poco ante el toque, para después empezar a relajarse lentamente.

– Oficiales suena bien – susurró.

Las malditas mariposas en su estómago eran demasiado reales y no era porque simplemente se hubiera comido un puñado de esos animales, sino que todas sus emociones se estaban acumulando y un cosquilleo había empezado a invadir su cuerpo, logrando que le temblaran las piernas y quisiera gritar, todo al mismo tiempo.
Se acercó lentamente al rostro del de ojos azules y después de jugar un momento con simples roces, se apoderó de sus labios intentándole transmitir todo lo que estaba sintiendo porque sabía que las palabras no eran suficientes para describirlo, tenía que mostrárselo.

Pensó en que si en ese momento lo mataban, moriría como el hombre más feliz de la tierra cuando sintió a Louis sonreír sobre sus labios mientras sus dedos jugaban con sus rizos sin siquiera separar sus labios un centímetro y, mierda, eso realmente era felicidad… era el paraíso, como encontrar un cielo en la mismísima tierra.

– Amo tus rizos – susurró, Louis, mientras intentaba recuperar el aliento, acariciando sus labios hinchados con su dulce respiración.

Harry tomó las mejillas del chico entre sus manos para impedir que se alejara de él en algún momento y se sentía realmente el hombre más afortunado en la tierra por poder tener a ese chico de aquella manera.

– Yo amo tu sonrisa – confesó, acariciando sus mejillas con sus pulgares.

Louis sonrió ampliamente y para él, el mundo mejoró por completo por esa simple acción.

Vio a su novio pasar la lengua por sus labios antes de robarle un beso rápido y separarse de él para poder seguir hablando, porque sabía que si continuaban por aquel camino, la plática quedaría pendiente para el día siguiente.

– ¿Qué tenías que decirme, Harry? – preguntó, casual, mientras ponía en marcha el auto para poder salir del terriblemente pequeño estacionamiento que su escuela ofrecía.

Recordó la maldita nota y por un momento deseó nunca haberla encontrado porque ese tema realmente arruinaría el maravilloso momento que estaban teniendo juntos.

Era una costumbre de ambos encontrarse después de la escuela para ir a comer juntos antes de que Harry tuviera que entrar al trabajo y realmente era algo que disfrutaban hacer juntos… amaban y disfrutaban cada momento en presencia del otro.

– Me dejaron una nota en el casillero – comentó, para iniciar con el tema.
– ¿Esa escuela cuenta con casilleros? – preguntó el de ojos azules, frunciendo el entrecejo sin apartar la vista del camino.
– Sí, los tiene – sabía que habían cosas de Louis que nunca podría cambiar – pero ese no es ni siquiera el tema.
– Lo siento – soltó – continúa.
– Era una amenaza, Louis – su novio pareció sorprendido ante la confesión – para ambos.

Se ganó una mirada rápida del de ojos azules, completamente cargada de miedo para después seguir con el camino.

– ¿Crees que debamos dar aviso a la policía?
– No – se encogió de hombros – ya he lidiado con este tipo de cosas. Sólo te lo digo para que tengas un poco de cuidado – Louis lo miró cargado de duda – confía en mí.

Tomó la mano de su novio para transmitirle tranquilidad mientras él no paraba de pensar que realmente encontraría al responsable de la nota y lo haría pagar por el mal rato que les estaba haciendo pasar.

R O Y A L S [Larry Stylinson] Wattys 2020 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora