Capítulo 9.

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Gemma se encontraba sentada en el viejo comedor con una gran cantidad de hojas esparcidas por la mesa, todo en un total desorden. Tenía un bolígrafo en las manos y escribía en una pequeña libreta mientras hacía cuentas con los dedos de su mano libre. Cuando Harry la veía de aquella manera, sabía que algo andaba mal en la economía como de costumbre.

Si se ponía a recordar, desde que era pequeño había visto de aquella manera a su hermana cada mes y, mierda, sí, eso era lo que lo había orillado a trabajar demasiado joven pues quería apoyarla, pero las personas que lo habían contratado se habían aprovechado miserablemente de él por su edad, era aquella la razón por la que había decidido que robar era el camino más fácil y el conocer a Nick había hecho todo mucho más sencillo.

Pensó en salir al centro de Londres y encontrar una nueva víctima, pero al recordar los ojos de decepción de su hermana al darse cuenta de sus acciones y al pensar en los ojos azules y el corazón bondadoso de Louis, se dio cuenta de que aquel no era el mejor camino.

Desde que había hecho las paces con aquel castaño tres semanas atrás, su amistad había crecido poco a poco. Se habían dado cuenta de que tenían demasiadas cosas en común y casi todo el tiempo reían a carcajadas por tontas bromas que se les ocurrían de repente, su relación era tan espontánea que ni siquiera recordaban su diferente estilo de vida.

Louis sabía de la falta de contacto que Harry tenía con el mundo y esa era la razón por la que siempre llenaba su móvil costoso o su reproductor con música nueva para mostrársela y, Dios, era demasiado amable.

El refugio para ambos era como un lugar donde se podían olvidar de todo y esa era la razón por la que omitían hablar de sus vidas al estar ahí y, como aquel era el único lugar donde tenían contacto, prácticamente no sabían nada el uno del otro más que cosas superficiales que no involucraban ninguna clase de sentimientos.

Cuando no pudo soportar más el ver a su hermana en ese estado, salió de la pequeña casa que les pertenecía desde hacía años y caminó por las calles intentando encontrar una manera de ayudarla sin tener que arrebatarle algo a otras personas y la única solución que se le ocurría era vencer ese maldito miedo que se le había generado años atrás.

Al levantar la mirada, se dio cuenta de que había caminado demasiado hasta el refugio de animales y al ver el lujoso auto, corrió hacia el lugar, para él Louis empezaba a representar una clase de salida, una manera de olvidar.

– No te esperaba aquí, cariño – comentó Samantha con una sonrisa al verlo entrar.

No le iba a decir que se había quedado viendo a su hermana preocupada por horas y que por aquella razón se le había hecho tarde, así que simplemente mostró una sonrisa que le costó más trabajo del que debería.

– Dormí hasta tarde – se excusó.
– ¡Oh! – soltó una risa – eres joven y puedes hacerlo.
– Tú también eres joven – le siguió el juego.
– Que tú o Louis no me hagan caso me hace sentir vieja – comentó divertida. – O tal vez ustedes son unos chiquillos.

Soltó la primera carcajada del día y es que antes de conocer a Louis como lo conocía en ese momento, las risas eran contadas, normalmente reía dos veces al día gracias a Zayn o Samantha, pero desde hacía tres semanas, normalmente perdía la cuenta.

– ¿Dónde está Louis? – preguntó, curioso.
– Está bañando a un gran pastor alemán, es nuevo – soltó emocionada – lo encontré en un callejón, lloraba de hambre así que, como siempre llevo un collar y cadena conmigo, no pude evitar ponérselos para traerlo aquí.
– Tendré que conocerlo – se alegró.
– Es apuesto – bromeó – desde que ustedes me ignoran, me he conformado con la compañía de las mascotas.

Harry negó divertido con la cabeza, y caminó hacia el exterior visualizando rápidamente a Louis a lo lejos con el enorme perro. Tenía las piernas a cada lado del perro como si montara un caballo mientras limpiaba al animal.

Sonrió sin querer cuando se dio cuenta de que Louis estaba hablando con el perro fluidamente como si éste le fuera a responder cada uno de sus comentarios.

Metió las manos en los bolsillos de su pantalón y caminó hacia él.

– Hey, Harry – escuchó la aguda voz del chico cuando notó su presencia – mira a este nuevo chico – soltó cuando estuvo lo suficientemente cerca.
– Samantha me habló de él cuando llegué.

Louis abrió la llave del agua y agarró la manguera para empezar a quitar el jabón.

– Le he puesto Bryan – soltó orgulloso.
– ¿Bryan? – preguntó divertido.
– ¡Sí! – dijo emocionado el de ojos azules mientras sostenía el rostro del perro y se lo enseñaba – Tiene cara de Bryan.

El de ojos verdes soltó una carcajada.

– ¿Sabes cuantos hombres hay caminando por las calles llamados Bryan? – preguntó sin borrar su sonrisa – creo que se ofenderían si les dijeras que un perro tiene cara de Bryan.
– No había pensado en eso – dijo desatando la cadena del perro para arrastrarlo hasta el pequeño cuarto donde estaba la secadora y los cepillos – pero es un perro muy atractivo – encendió el aparato ruidoso – creo que deberían de considerar eso – casi gritó para que Harry lo escuchara con claridad.

El rizado negó con la cabeza mientras miraba atentamente al perro que lucía completamente alegre con lo que las manos de Louis hacían con él.

Se alejó un poco para dejarle espacio al de ojos azules mientras terminaba con su trabajo y se dejó caer en una de las dos sillas que se encontraban ahí abandonadas gracias a que Samantha amaba sentarse fuera y a veces lo arrastraba a su lado para platicar de cosas estúpidas.

Los ojos verdes observaban atentamente a Louis mientras su mente empezó a viajar demasiado lejos de aquel lugar regresando hasta su casa donde Gemma estaba sentada haciendo cuentas con desesperación para poder sobrevivir ese mes.

No se dio cuenta del momento en el que Louis había terminado con sus tareas y había dejado a Bryan en una de las jaulas que habían quedado vacías debido a una adopción. La realidad llegó hasta él cuando sintió a Louis sentado a su lado.

– ¿Todo bien? – preguntó el de ojos azules.

Cerró los ojos cuando sintió la delgada mano del de ojos azules sobre su hombro y su corazón empezó a latir con fuerza mientras su mente se negaba a aceptar que su reacción se debía a aquel toque, a aquella persona.

– SÍ – soltó un suspiro dejando escapar el aire que inconscientemente estaba reteniendo.

Louis apartó su mano y sintió un vacío. Quería volver a sentir aquella mano sobre su hombro para sentirse un poco mejor.

Ambos se quedaron mirando a la nada durante un momento, algo que era extraño entre ellos puesto desde que habían empezado a tratarse, siempre habían palabras en sus bocas ansiosas por salir.

– Harry…  –  aquella voz lo llamó y él se limitó a hacer un movimiento con la cabeza para animarlo a seguir con lo que tenía que decir  –  ¿Recuerdas que me dijiste que no éramos amigos cuando hicimos las pases?

Recordaba sus palabras, él había construido esa barrera que era la culpable de que no pudiera decir lo que lo perturbaba.

– Lo recuerdo – contestó sin más.

Vio a Louis mordiendo su labio inferior y sabía que estaba inseguro de lo siguiente que quería decir.

– ¿Aún no me consideras tu amigo?
– Louis…
– Porque yo a ti sí – afirmó – en la amistad existe la confianza y como confío en ti, te diré que soy un chico completamente solo, en todo sentido – lo miró atentamente – lo único real que tengo son Liam, Niall y… tú.

Harry sonrió ante aquello y ese cosquilleo en su estómago evitó que se quedara en silencio.

– Tú también eres algo real para mí.

Cuando el de ojos azules le devolvió la sonrisa con los ojos brillantes, sintió que había dicho lo correcto en el momento indicado.

– Mis padres nunca están en casa – volvió a hablar – siempre está todo vacío y es por eso que evito a toda costa estar en ese lugar. Aumenta mi soledad, la hace más real.
– Aquí no estás solo.
– Aquí no – afirmó – Ellos son doctores y se la pasan trabajando todos los días. Cuando tienen momentos libres, no pierden oportunidad para tomar una guardia, pero a pesar de eso, mi madre, Jay, es muy dulce y mi padre es amigable y comprensivo.

Harry sonrió al notar que Louis lucía realmente cómodo diciéndole esas cosas.

– ¿Qué está mal, Harry? – volvió a preguntar.
– Para mí no es tan fácil hablar, Louis – suspiró – normalmente me quedo con mis problemas para no complicar más la vida de quienes me rodean. Es difícil crecer sin padres, ¿sabes?
– Oh… Harry…

Aquella mano volvió a posarse sobre su hombro y podría jurar que aquello era lo que lo estaba motivando para continuar.

– Mi hermana, Gemma, ella siempre ha cuidado de mí – explicó – y me duele verla sentada cada mes haciendo cuentas para que el dinero que gana pueda alcanzarnos para sobrevivir.
– Tienes una gran hermana.
– Lo sé – sonrió – ella es maravillosa y lo único que queda de mi familia.

Sintió la mano de Louis aflojando el agarre en su hombro y se dio cuenta de que estaba a punto de apartarla, pero como reflejo, puso su mano sobre la del otro chico para mantenerla en aquel lugar pues con ese simple toque se sentía seguro.

Volteó a ver a Louis para saber cuál era su reacción ante su acción, pero cuando lo vio sonreír ampliamente sintió un profundo alivio.

– Tal vez suene estúpido, más si soy yo el que lo dice – murmuró, Louis – pero te aseguro que todo se solucionará y que tarde o temprano ustedes estarán bien.

Y a pesar de ser un maldito escéptico arrogante, al ver los ojos azules como el cielo, creyó en aquellas palabras y se aferró a ellas como un maldito salvavidas.


R O Y A L S [Larry Stylinson] Wattys 2020 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora