Capítulo 12.

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La vida estaba llena de problemas: la gente moría de hambre, la contaminación estaba acabando con el mundo… pero para él, el problema más grande en ese momento era que no había visto a Harry desde aquellos dulces besos que habían compartido y, para empeorar su situación, aquello había sucedido hacía una semana y no podía borrar la sensación de los labios del rizado sobre los suyos lo que causaba que su cuerpo se estremeciera nuevamente.

Cerraba los ojos y veía sus hermosos ojos verdes mirándolo directamente, como si pudiera conocer cada parte de su alma y se sentía débil. Tenía ganas de sostenerlo entre sus brazos y esa sensación crecía a cada segundo de los días que pasaban.

Harry había dejado de asistir al refugio de repente en esos días y él, por su parte, seguía asistiendo, no podía dejar a Samantha cuidando sola a todos los animales, aquello sería completamente inhumano tomando en cuenta que ella también tenía cosas que hacer en su vida diaria.

Incluso en una ocasión después de la escuela se había animado a dirigirse a casa del rizado con la esperanza de encontrarlo y poder preguntarle qué estaba sucediendo, pero simplemente no había tenido éxito y eso empezaba a desesperarlo y a hacer que por su mente pasaran muchas conclusiones que esperaba fueran erróneas.

– Louis – su padre entró a su habitación sin avisar  –  ¿Estás listo?

Él miró sus prendas de vestir, se encogió de hombros y asintió puesto que al final no iría a ver a Harry y el rizado era la única motivación que tenía para verse bien.

Ese fin de semana su madre estaba en el hospital trabajando y a su padre le había tocado quedarse en casa, razón por la cual en ese momento se encontraba sentado en su auto con rumbo a… ni siquiera sabía a dónde se dirigían, desde que habían salido de su casa se había limitado a asentir cuando estaba seguro de que su padre le hablaba a él.

Las calles de Londres eran hermosas y dignas de admirar mientras iba con la cabeza apoyada en el cristal del lado del copiloto del auto, pero cuando éstas empezaron a cambiar volviéndose un poco más descuidadas, Louis miró a su alrededor y se dio cuenta de que ese lugar lo conocía perfectamente bien.

– ¿A dónde dices que vamos? – se animó a preguntarle a su papá.

Mark lo miró con el entrecejo fruncido, si había algo que lo enfurecía era que Louis no le prestaba atención y esa conversación ya la habían tenido en más de una ocasión, desde su punto de vista no era de buena educación. Era ese tipo de tema que los papás tocaban hasta el cansancio, pero su padre se limitaba a tocarlo cada vez que tenía un descanso en el trabajo.

– ¿Qué te he dicho sobre escuchar a las personas cuando te hablan? – preguntó, con un tono de molestia – Es muy irrespetuoso para quien está teniendo una conversación contigo.

Y sí, esa era la pregunta que marcaba el inicio de un sermón interminable antes de que su padre pudiera al fin contestar su pregunta inicial.

Se acomodó en el asiento dispuesto a escuchar, pero de repente se escuchó un estallido y, por supuesto, una maldición (de las que él no podía decir) de parte de su padre.

Su padre avanzó un poco hasta quedar estacionado correctamente y después bajó del auto. A pesar de que su cuerpo le pedía a gritos que se quedara dentro, abrió la puerta y salió topándose con su padre que analizaba la llanta que estaba absolutamente ponchada.

Se apoyó en el auto cruzando los brazos sobre su pecho mientras Mark miraba alrededor.

– Ahí hay un taller mecánico – le anunció  señalando a una esquina sobre la misma calle en la que se encontraban y Louis no estaba seguro de qué era lo que su papá quería – iré a hablar con el encargado para ver si nos puede apoyar. Espera aquí.

R O Y A L S [Larry Stylinson] Wattys 2020 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora