Capítulo 18.

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“Las historias de amor no existen”, era lo que su mejor amigo siempre le decía cuando lo encontraba mirando los televisores de los aparadores de las grandes tiendas en las que transmitían historias románticas donde los protagonistas después de unas cuantas pruebas que superaban con éxito vivían felices para siempre. Él creía en esas historias de amor, ciegamente pensaba que pronto alguien llegaría y lo salvaría de esa vida que le había tocado vivir y su fe se había visto recompensada con la llegada de Liam a su vida.

El castaño le había enseñado otra parte del mundo, le había demostrado que el hecho de seguir creyendo en sus sueños valía la pena. Había llegado a su vida como el caballero con armadura para defenderlo, el príncipe del caballo blanco, el superhéroe que siempre estaría para protegerlo.

Liam, desde su punto de vista, era mucho mejor que todos aquellos tipos que salían en la televisión; tenía una sonrisa más hermosa que cualquiera de ellos, su corazón era inmenso y lo mejor de todo, no le importaban las posiciones sociales que el ser humano había establecido de la forma más cruel por sus ganas de superioridad.

En el tiempo a su lado, Liam jamás lo había juzgado por su manera anterior de vivir, al contrario, le había mostrado que había una mejor manera de conseguir dinero al darle su primer trabajo decente en la panadería de sus padres quienes eran tan amables como él. Lo habían recibido con mucho cariño y sin más habían aceptado que estuviera a lado de su hijo.

Como todos los días, después de la escuela había empezado a encaminarse hacia la escuela de su novio, pero había algo diferente en esa ocasión y eso era que Harry caminaba a su lado. No había hecho eso desde hacía demasiado tiempo, pero ese día ahí se encontraba fingiendo completo desinterés en su andar.

Cuando se encontraron frente a la enorme escuela, muchas personas los miraron con desagrado, pero ignoraron aquellos detalles, eso ya era como una costumbre, algo que se había hecho común e irrelevante en sus días.

Zayn levantó la mirada y empezó a buscar desesperadamente a su novio y al encontrarlo no pudo evitar sonreír. Miró a Liam correr hacia él y se lanzó en sus brazos dándole su acostumbrado abrazo fuerte.

– Vomitaré si no se detienen – soltó, Niall, divertido.

Escuchó a Liam reír entre sus brazos y después de unos segundos se separaron para tomarse de las manos.

– No lo digo sólo por ustedes – aclaró el rubio, señalando hacia un lugar y cuando ellos miraron a lo que se refería se sorprendieron.

Delante de ellos se encontraba Harry abrazando a Louis por las caderas y éste sostenía su cuello mientras frotaban sus narices cariñosamente y se robaban besos rápidos que únicamente eran interrumpidos por sus sonrisas. Se veían completamente ajenos a lo que sucedía a su alrededor y hablaban en voz tan baja que solamente entre ellos podían escucharse.

Su amigo había perdonado al de ojos azules después de que le había causado una desilusión y no estaba en contra de ello, al final de cuentas tenía que respetar sus decisiones y sentimientos.

Jamás había imaginado ver a su amigo de esa manera, principalmente porque Harry siempre había escapado de cualquier tipo de amor. Teniendo a Louis entre sus brazos sus ojos brillaban como nunca antes y su sonrisa era cálida y sincera… se veía completamente feliz, como si fuera la primera vez que un sentimiento de felicidad verdadero se apoderaba de su cuerpo.

– Niall también hablaba de ustedes – gritó su novio hacia la pareja que en seguida volaron a mirarlos sin siquiera soltarse un poco.

Louis soltó una risa y notó como abrazaba con más fuerza a su mejor amigo quien simplemente sonreía y escondía el rostro en el cuello de éste.

– No es nuestra culpa que mueras de envidia – respondió, el de ojos azules.
– No tengo envidia – se defendió, Liam – yo tengo a Zayn – volvió a abrazarlo.

Fue cuestión de unas cuantas bromas más antes de que tuvieran que separarse, todos tenían ocupaciones como todos los días después de la escuela. Harry se fue con Louis en su enorme auto, mientras él se fue con Liam.

Cuando estuvieron dentro del auto, Liam encendió la radio y empezó a cantar a todo pulmón con una enorme sonrisa. Amaba cuando cantaba pues para él no había una persona que tuviera una voz más increíble que la de su novio.

Al llegar a la panadería, Liam aparcó en el estacionamiento que se encontraba en la parte trasera y salió del auto para después abrirle la puerta y darle la mano para bajar, a lo que Zayn no pudo evitar soltar una pequeña risa.

Tomados de las manos entraron por la puerta de empleados directamente a la cocina, pero notaron que algo no estaba del todo bien pues ésta se encontraba completamente vacía.

– Qué extraño – murmuró, Liam – vamos, todos deben de estar enfrente.

Caminaron juntos atravesando la cocina y después de pasar por la puerta que daba al mostrador se detuvieron en seco al darse cuenta de que habían tres policías en el lugar arrestando a un empleado que había estado trabajando en aquel lugar durante muchos años mientras el padre de Liam hablaba con otro oficial quien sólo tomaba nota de lo que él decía.

Liam se alejó de él para poder acercarse a los hombres que mantenían una conversación realmente seria mientras a él no dejaba de pasarle por la mente que seguramente el padre de su novio había descubierto lo que él hacía en el pasado junto con su mejor amigo y había decidido llamar a los policías para que por fin se lo llevaran.

Sintió el pánico apoderándose de su cuerpo y empezó a retroceder. No podía dejar que se lo llevaran ya que tenía que seguir ayudando a su madre para mantener a sus hermanas y, sobre todo, tenía que poner sobre aviso a Harry acerca de lo que estaba pasando.

Miró a todos los lugares y de repente se dio cuenta que lo único que podía hacer era volver sus pasos y salir del lugar por la puerta de empleados que se encontraba en la cocina. Giró su cuerpo y empezó a correr escuchando el llamado de su novio detrás de él, que se combinaba con el estruendoso latir de su propio corazón.

~*~

Desde su posición podía observar perfectamente cada una de las facciones de Harry. Sus hermosos ojos verdes y esos labios que lucían completamente dulces, esperando ansiosos por una atención suya.

El de rizos se encontraba recostado en las mullidas sábanas de la cama de su novio mientras este se encontraba sobre él, sosteniendo su peso con los brazos para no aplastarlo. Ambos se miraban completamente enamorados como si nada más en el mundo existiera.

Louis acarició con delicadeza la mejilla de su novio y éste sonrió ampliamente dejando completamente a la vista sus adorables hoyuelos, causando que un montón de mariposas hicieran una revolución en el interior del estómago del de ojos azules.

Lentamente se fueron acercando y cuando sus labios se alcanzaron, el sonido de los besos húmedos y las respiraciones pesadas que parecían suspiros era lo único que se escuchaba en la habitación. Eran besos dulces que simplemente se interrumpían por sonrisas traviesas que soltaban de repente.

Aquella situación para ellos era como un sueño y siempre que podían, hacían todo lo posible para que pasara. Harry iba a casa de los Tomlinson con la excusa de ver a su hermana y después se escabullía escaleras arriba a la habitación de su novio, pues él era quien le había indicado en qué lugar se encontraba. Se encerraban en el lugar por horas hasta que decidían que podían ser descubiertos por los padres del de ojos azules y llegaban las desagradables despedidas.

– Quédate – murmuró, Louis, sobre los labios del rizado mientras juntaba sus frentes delicadamente.

Harry rio débilmente.

– Eso es imposible, Louis.
– Mis padres no estarán, harán guardia en el hospital y yo quiero que te quedes.
– Dudo que Gemma me deje hacer eso.

Con pesadez, Louis se quitó de encima de su novio y se levantó de la cama para empezar a ponerse los zapatos.

– ¿A dónde vas? – preguntó, Harry, al darse cuenta de que Louis iba de salida.
– Le pediré permiso a Gemma – dijo, con una enorme sonrisa – si es posible, hasta le rogaré.

Harry quiso decir algo más como que ya era lo suficiente mayor como para estar pidiendo permiso, más bien era avisarle, no quería que ella pensara que estaba envuelto en cosas raras y que por esa razón no llegaba a casa a dormir, pero al momento Louis desapareció por la puerta sin darle derecho de réplica. Se recostó en la cama nuevamente con una enorme sonrisa y cubrió sus ojos con el brazo sintiéndose el chico más afortunado del planeta.

Cuando abrió los ojos nuevamente, paseó la mirada por la habitación y cuando se topó con la puerta del baño a medio abrir, no pudo evitar notar su reflejo en el espejo de éste. Se levantó rápidamente y se fue acercando dándose cuenta de que realmente lucía completamente diferente, es decir, no era el Harry que había sido tiempo antes de haber conocido a Louis. Sus ojos eran más brillantes y en ellos se podía notar que ahora creía por completo en el amor sincero y su sonrisa lucía más real que nunca. Ya no estaba aquel chico que detestaba al mundo simplemente por la injusticia, se notaba en ese reflejo que simplemente ya miraba que la vida estaba compuesta de algo más que perjuicios y clases sociales… todo estaba cambiando para bien.

Jamás habría imaginado que de repente alguien llegaría a su vida para cambiarle toda la percepción que tenía de ésta. Louis ahora era para él parte de su familia, una parte de su mismo corazón. Realmente necesitaba a ese chico para sonreír y darse cuenta de que el aire, no sólo era aire, sino también era una brisa tranquilizadora que abrazaba el cuerpo, para notar que el cielo, no era únicamente cielo, sino la esperanza de que se podía llegar mucho más alto y… él ya no era simplemente Harry.

Su cuerpo se sobresaltó cuando sintió de repente las manos de Louis rodeando su cintura mientas este lo abrazaba por la espalda.

– Puedes mirarte mil veces al espejo, pero jamás serás más hermoso de lo que ya eres – lo apretó un poco más a su cuerpo.

Suspiró porque eso era lo único que podía hacer. Simplemente jamás se había acostumbrado a que las personas le dijeran ese tipo de cosas y cuando Louis lo hacía le robaba los argumentos, le robaba el aliento, pero sobre todo, lo hacía sentir completo.

Cerró los ojos y recargó la cabeza en el hombro de su novio.

– ¿Qué dijo Gemma? – preguntó, curioso.

Louis sonrió ampliamente y él le correspondió de la misma manera, acercándose después para robarle un dulce beso.

– Pasaremos una maravillosa noche, lo prometo – dijo, Louis – veremos películas, prepararemos juntos la cena y dormiremos abrazados.
– Suelo patear a las personas que duermen conmigo – advirtió, después de reír.
– Yo soportaría todo, incluso tus patadas con tal de verte despertar a mi lado.

¿Cómo se podía sonreír tanto en un día? Un tiempo atrás hubiera dicho que aquello era completamente imposible, pero ahora se daba cuenta de que la felicidad simplemente no tenía límites, más estando a lado de la persona de la cual se está enamorado.

Cuando volvió a besarlo se dio cuenta de algo que tal vez ya sabía, pero que no se había atrevido a pensar: quería a Louis por siempre a su lado.

R O Y A L S [Larry Stylinson] Wattys 2020 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora