Capítulo 16.

3.2K 306 16
                                    

Miró como el amigo castaño de Louis salía de la enorme casa, buscándolo con la mirada. Se veía preocupación en sus facciones. Liam aceleró el paso cuando lo vio de pie en la banqueta de enfrente.

Cuando estuvieron cerca, sin decir nada, Liam lo encaminó hacia su auto que era demasiado similar al que Louis conducía y al adentrarse se quedaron en silencio hasta que el castaño encendió el motor.

– ¿Qué sucedió? – soltó, por fin.

En la soledad y tranquilidad del auto sintió que podía confiar en él, al final de cuentas, había salido a su encuentro cuando más lo necesitaba.
Al momento de contarle los detalles a Liam sobre lo que había sucedido, el castaño no pareció sorprenderse en lo absoluto, simplemente se limitaba a asentir sin apartar la vista de la calle por la que conducía.

No sabía qué hora era, pero su cuerpo se sentía completamente frío y las lágrimas no dejaban de salir mientras el cielo permanecía completamente oscuro.

– Harry – soltó después de dejar salir un suspiro – debiste de conocerlo bien antes de enamorarte.

Quiso gritarle que no estaba enamorado, pero no estaba acostumbrado a mentir.

– Louis siempre ha sido así – continuó – ama las fiestas y todos los excesos que vienen sujetos a ellas. Ya se había abstenido mucho por estar contigo, había dejado de llegar con resaca a la escuela, cosa que realmente nos parecía rara a la mayoría… pero él no cambiará.

Se encogió en el asiento del copiloto pues al final de cuentas él sí que había cambiado por Louis. Había dejado de ser grosero y brusco con él, había dejado que su barrera de protección contra el dolor se cayera para dejarlo entrar en su vida confiando en sus buenas intenciones, pero al final de cuentas había terminado como lo había esperado desde el principio logrando que se maldijera internamente por no confiar en sus instintos.

Después de todo, Louis era un rico más que iba por la vida obteniendo lo que quería y haciendo cosas sin recibir reales consecuencias por sus actos, y tal vez, sólo tal vez, él había sido un capricho más de aquel niño adinerado sin corazón.

– No lastimes a Zayn – murmuró con la voz más ronca de lo normal por el dolor acumulado – él no lo soportaría. Sigue creyendo en los de su clase.

Liam lo miró por unos segundos para después seguir conduciendo. Parecía que sus palabras lo habían hecho pensar.

– No depende de las clases, Harry – soltó al final – depende de la persona que eres.

El rizado asintió levemente puesto que no quería discutir. ¿A caso todas las personas adineradas eran malas? Si era así, prefería seguir siendo el miserable que era.

Cuando por fin llegaron a su casa se despidió de Liam agradeciéndole una vez más su amabilidad y el chico le sonrió para después prometerle que todo estaría bien y que no debería de preocuparse o seguir llorando.

~*~

A la mañana siguiente el sol no salió. El clima era demasiado frío y el viento soplaba sin piedad, en sí, era uno de esos malos días en los que no le daban ganas de salir.

Al revisar su móvil vio un mensaje de su jefe donde le avisaba que no abrirían el taller ya que estaría ausente por comprar refacciones en el centro de Londres, lo que significaba que tenía el día libre. Entendía que con tan poco tiempo de conocerlo no le confiara estar solo en aquel lugar con el dinero, todo era cuestión de tiempo.
Salió de su habitación arrastrando los pies recordando lo que había pasado la noche anterior. Había dedicado mucho tiempo de su vida estando con un maldito drogadicto y al ver a Louis de esa manera solo por diversión le daba demasiada rabia.

Los ricos veían la droga como un medio para la diversión en sus malditas fiestas mientras los que no tenían dinero la encontraban como un sustituto del alimento que les faltaba o como un medio para sobrevivir con algunos ingresos. Ellos, los de escasos recursos caían en eso por error, los adinerados por diversión.

La tos de Gemma lo distrajo de sus pensamientos y la miró tumbada en el sofá abrazándose a sí misma intentando entrar en calor. Su respiración era pesada, como si le costara trabajo que el aire entrara en sus pulmones mientras la fiebre empezaba a perlar su frente con el sudor.

Una oleada de preocupación recorrió su cuerpo de pies a cabeza y se acercó rápidamente a su hermana.

– Gemma – la llamó, en un susurro preocupado  –  ¿Qué sucede?

Sabía que ya era lo suficientemente mayor como para no llorar en esas situaciones, pero no pudo evitar que sus ojos se inundaran de lágrimas por la desesperación que se empezaba a acumular en su cuerpo.

Gemma no contestó, simplemente gimió dolorosamente para después halar más la sábana para quedar más cubierta de lo que ya se encontraba.

– Mierda…  –  murmuró.

Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas y las limpió rápidamente para correr hacia su habitación donde se encontraba su móvil. Buscó entre sus contactos y al encontrar el número de Zayn le marcó sin dudarlo.

Su amigo se había desesperado por la manera en que su voz había sonado durante la llamada, pero no podía evitarlo, no sabía qué hacer, su hermana era lo único que tenía y en realidad era la más fuerte, verla en ese estado no lo ayudaba.
Pasaron diez minutos que a él le parecieron eternidades y llamaron a su puerta. Se apresuró a ella y al abrir vio a Liam y Zayn detrás de ella con los rostros preocupados. El de cabello oscuro se abalanzó sobre él para resguardarlo en un abrazo mientras el castaño se acercaba a su hermana para hacerle preguntas.

– No sé qué hacer…  –  admitió, permitiéndose ser débil.
– No siempre tienes que saberlo, Harry – le consoló Zayn, mientras acariciaba sus rizos para tranquilizarlo.
– Louis me lastimó y ahora Gemma está así…
– Lo sé, lo sé, pero todo estará bien.

Normalmente era él quien consolaba a Zayn, pero en verdad necesitaba que alguien lo abrazara de esa manera, necesitaba palabras de consuelo que lo hicieran creer en que todo estaría bien.

– No les importamos, Zayn – susurró el rizado – somos escoria.
– Te equivocas – contestó de la misma manera – Liam está aquí.
– Chicos – la voz del castaño los interrumpió.

Ambos se tuvieron que separar y lo miraron atentamente esperando que les dijera que Gemma se recuperaría en unas horas.

– Será mejor que llevemos a Gemma con un doctor – soltó, preocupado.
– Yo… no tenemos cómo pagar eso, Liam – dijo Harry, rápidamente.
– No tienes que preocuparte – le tranquilizó – yo me encargo de todo.

Harry cargó a Gemma en sus brazos intentando mantenerla bien cubierta con la manta y salió con los chicos en dirección al auto de Liam. Abrieron la puerta y él la recostó sobre el asiento trasero para después acomodarse con ella para que utilizara sus piernas como almohada.

Liam condujo rápido, de una manera completamente diferente a como había conducido la noche anterior y se dio cuenta de que ese chico realmente valía oro. Era ese héroe que Zayn buscaba y no podía evitar sentir orgullo ya que la esperanza y la fe de su amigo habían logrado que la vida le enviara lo que tanto había deseado.

Se detuvieron frente a una casa más grande que la de la fiesta de la noche anterior y Harry se sintió intimidado ante tanto lujo.

Liam bajó y les indicó que lo siguieran, así que después de volver a tomar a Gemma en brazos, fue tras ellos. El castaño tocó un botón que se encontraba en un aparato metálico a un lado del enorme y elegante enrejado y fue cuestión de segundos para que escucharan un sonido extraño y las rejas se abrieran por sí solas.

Siguieron un camino decorado con un jardín un tanto largo como para una casa y cuando se encontraban frente a unas enormes escaleras de mármol, la puerta enorme de madera con bordes de cristal se abrió mostrando a un hombre con un semblante amable.

– Pasen, chicos – pidió.

Ellos entraron y aquella casa era casi irreal, todo lucía caro y limpio. El color blanco de las paredes hacía juego con los muebles de madera, una muy diferente a la del comedor de la casa del rizado.
El hombre indicó que lo siguieran y entraron por otra puerta de madera mientras Harry intentaba recordar el lugar donde había visto a ese hombre, sabía que en algún momento de la vida se lo había topado, tal vez había chocado con él, pero no podía recordarlo.

– Puedes recostarla en la camilla – pidió tranquilo.

Harry obedeció a las órdenes del hombre y él empezó a examinar a Gemma con detenimiento y tranquilidad, como si fuera el doctor que todos soñaban.

El doctor tomó su teléfono y le pidió a alguien que le llevaba una serie de medicamentos que el rizado jamás había escuchado, lo que provocó que volteara a ver a Liam con preocupación ganándose una sonrisa amable como respuesta a todos sus cuestionamientos.

– Bien – empezó, dirigiéndose a ellos – La chica…
– Gemma – le interrumpió Liam.
– Gracias – sonrió – Gemma tiene bronquitis aguda por un mal tratamiento a una infección, pero no es nada que no se pueda solucionar. Les aseguro que estará completamente bien.

Llamaron a la puerta y después de que el doctor autorizara la entrada, una mujer abrió la puerta con una sonrisa.

– Aquí están los medicamentos – dijo, antes de entregarle varias cajas al doctor.
– Gracias, Jay – le sonrió de una manera especial y Harry supo al instante que estaban casados, más por las alianzas de sus dedos  –  ¿Pueden esperar afuera mientras nebulizamos a Gemma?
Los tres asintieron levemente y cuando salieron se dieron cuenta de que ahí había unas sillas de piel negra, las cuales no habían notado antes.
– Te aseguro que estará bien – le dijo Liam, después de un largo silencio – él es un gran doctor.
– Jamás nos dijo su nombre – comentó, Zayn, curioso.

Liam los miró preocupado, pero antes de que pudiera contestar, se escuchó un grito.

– ¡Mamá!

A Harry se le heló la sangre al reconocer al instante esa voz. En aquel instante todas las piezas encajaron y supo a la perfección dónde había visto antes a aquel doctor.

No pudo evitar mirar con pánico a Liam y éste le mandó una disculpa silenciosa.

– ¿¡Dónde estás!? – esta vez se escuchó el grito más furioso.

En menos de un minuto la figura del castaño de ojos azules apareció frente a ellos logrando que le cambiara el rostro cargado de furia a una inmensa sorpresa.

– Harry…  –  murmuró.

Quería salir corriendo de aquel lugar, quería desaparecer, pero no podía dejar a su hermana ahí.

– Hola, Louis – saludó Liam logrando que la mirada azul se apartara de su cuerpo.
– ¿Qué hacen aquí? – preguntó preocupado – no… no les digan lo que sucedió ayer, por fa…
– ¿¡Te crees muy importante, maldito rico!? – gritó el rizado, sin poderlo soportar más – nuestra presencia aquí no se trata de ti – se puso de pie y lo enfrentó – no eres el centro del universo.
– Tranquilo, Harry – le susurró, Zayn.

Louis lo miraba sorprendido ante sus palabras y cuando menos lo esperó, agachó la mirada como si se sintiera avergonzado.

– Lo siento…
– Estamos aquí por la salud de mi hermana – soltó sin más – no me interesa contarle a tus papás que eres un drogadicto. Lo que hagas con tu vida no es de mi interés desde ayer por la noche.

Esas palabras le dolieron con el simple hecho de soltarlas, pero ya no se podía quedar, tenía que levantar de nuevo esa barrera antes de salir lastimado nuevamente por la misma persona. Su dignidad era lo único que tenía intacto, no pensaba romperla por algo incierto.

– No digas eso – susurró, Louis, con la voz ahogada – no pensé que las cosas fueran a salir tan mal…
– Pensamos que habías cambiado – soltó, Liam, de repente.

Louis abrió los ojos con sorpresa y antes de que pudiera decir algo en su defensa, la puerta del consultorio se abrió mostrando a la madre de Louis sonriente.

– Ya pueden pasar – anunció para después notar la presencia de su hijo – Louis, ¿Deseas algo, cariño?

El de ojos azules miró al suelo y negó con la cabeza levemente.

– Nada…  –  susurró antes de que Harry desapareciera detrás de la puerta.

Cuando estuvieron dentro del consultorio notaron que Gemma se veía mejor de cómo había estado horas antes y se los confirmó con la sonrisa que les regaló. El lugar olía a medicamentos y después de que recibieran indicaciones, el doctor Tomlinson les dejó ir sin cobrarles absolutamente nada.

Camino a casa Harry no pudo evitar pensar que era mejor dejar esa debilidad atrás y seguir adelante.

R O Y A L S [Larry Stylinson] Wattys 2020 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora