Capítulo 24.

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Creía en una vida mejor, sabía que existía así como el aroma de las flores y el aire fresco que acariciaba su rostro con delicadeza. Era consciente de que si no hubiera algo como eso, muchas cosas no existirían y las personas no tendrían la capacidad de sonreír y mucho menos de amar.

Miró a un costado y no pudo contener las ganas de encender aquel aparato eléctrico que Louis le había obsequiado para escuchar música, y a pesar de que Harry había reído fuertemente diciendo que el de ojos azules lo había hecho para ya no tener que escucharla a ella cantando, ella sabía que no era así, por lo tanto, no se detenía y cantaba a todo pulmón los coros de las canciones que ya conocía mientras luchaba por aprenderse las que eran nuevas para ella.

Mientras la música inundaba el lugar, Samantha empezó a limpiar los utensilios de trabajo y los platos donde ponían el alimento para los animales con toda la tranquilidad del mundo.

Un grito llegó hasta sus oídos cuando ella iba a empezar a cantar, haciéndola saltar y dejar caer el plato que tenía en sus manos. Frunció el entrecejo, limpió sus manos en su ropa y caminó para investigar la razón del sonido.

Asomó por la puerta que llevaba al patio donde se encontraba los perros y al abrirla se topó con la respuesta de sus dudas. Frente a sus ojos se encontraban Harry y Louis, ambos sosteniendo la manguera que no dejaba de tirar agua mientras forcejeaban para arrebatársela al otro. Para ese punto el rizado se encontraba mucho más mojado que el de ojos azules y el perro al que se suponía que debían estar bañando daba saltos de alegría a su alrededor intentando morder el chorro de agua.

Se recargó en el marco de la puerta para mirarlos con atención mientras ellos disfrutaban de la compañía del otro y un calor se instaló en su cuerpo ya que la mirada de odio que había encontrado en los ojos de Harry desde que lo había conocido, ya no estaba. Era como si aquel odio fuera una pared y Louis hubiera llegado a derribarla.

– Tendrán que pagar el agua si continúan con eso – les gritó, para llamar su atención.

En el momento en que escucharon su voz, Louis dejó la manguera, momento que Harry aprovechó para empaparlo por completo, recibiendo una protesta del de ojos azules.

– No aguantas nada, riquillo – dijo, el rizado, encogiéndose de hombros para después cerrar la llave para que el agua dejara de correr.

Samantha rio ante esa manera en que Harry lo llamaba, aunque en esa ocasión sonaba realmente divertido y no cargado de enojo como antes.

Ella había sido testigo de las innumerables ocasiones en las que Louis había intentado acercarse al rizado y verlos así era casi milagroso.

– Deja de llamarme así – se quejó, frunciendo el entrecejo.

La carcajada de Harry inundó el lugar y después se acercó al de ojos azules para depositar un dulce beso en su frente.

La chica miró todo con detenimiento y supo que ese era el momento indicado para avergonzarlos y divertirse un poco.

– Ustedes dos ya tuvieron sexo, ¿cierto?
– Oh, Dios – soltó, Louis, cubriendo su rostro con ambas manos completamente avergonzado mientras Harry reía completamente divertido.

De todas las respuestas que creía que tendría, esa era la que menos esperaba, pero después investigaría más a fondo sobre aquel asunto, ahora simplemente quería hacerlos pasar un rato demasiado vergonzoso.

– No me equivoqué al decirte que Louis tenía un buen trasero, ¿eh?
– ¿Qué tú, qué? – preguntó, sorprendido.
– No lo hiciste – dijo, Harry, ignorando al de ojos azules.

Fue su turno de reír con ganas al notar el fuerte sonrojo en las mejillas del chico por la confesión del rizado.

– Vamos, Louis – dijo, cuando pudo respirar correctamente – dinos el secreto.
– ¿De qué rayos hablan?

Definitivamente Louis era un chico rico.

El de ojos azules golpeó el pecho del rizado cuando lo escuchó reír y luego escondió su cara en el mismo mientras Harry lo rodeaba protectoramente en sus brazos.

Samantha tenía la certeza de que simplemente con esa nueva relación se divertiría mucho en el refugio.

~*~

Nick se encontraba sentado en el comedor de su pequeña casa mientras un dolor se apoderaba de cada parte de su cuerpo y un zumbido molesto no abandonaba sus oídos.

Uno de sus chicos se encontraba parado junto a la puerta de la entrada, otro estaba de pie a sus espaldas, mientras esperaban a uno más que había sido enviado a investigar aquel asunto que no dejaba de taladrar la mente de Nick.

– ¿Crees que haya pasado desapercibido? – preguntó, el chico a sus espaldas.

Su cabeza dolió más al escuchar aquella pregunta completamente estúpida. Bien podía tomar una navaja y terminar con él por su inseguridad, pero lo necesitaba para que siempre cuidara sus espaldas. Sabía que si alguien intentaba hacerle daño, ese chico enseguida lo impediría.

– Yo fui su maestro – fue lo único que dijo, para dejar claro el punto.

El silencio volvió a hacerse presente y a decir verdad, él se encontraba completamente nervioso por el informe que se encontraba esperando, su siguiente movida sería la más grande que jamás había hecho y si salía bien, él se podría considerar de las ligas mayores en delincuencia.

Un par de toques en la puerta hicieron que una sonrisa apareciera en su rostro de repente y todo mejoró cuando el chico de la puerta abrió para dejar entrar a Matt.

A pesar de la poca luz que se filtraba por las ventanas, pudo notar la cara llena de desagrado de su amigo y también captó el momento exacto en que éste arrugó la nariz con asco.

– Este maldito lugar huele a muerto – comentó, antes de dejarse caer en la silla que se encontraba frente a Nick.
– Si te molesta, podrías venir a hacer la limpieza de vez en cuando.
– Ni aunque me pagues, amigo.
– Además, deberías de estar agradecido de que tú no eres el muerto que está apestando este lugar.

Matt puso un sobre amarillo y arrugado sobre la mesa mientras dejaba que un suspiro cansado se escapara de sus labios.

– Es muy difícil seguir a ese chico, ¿sabes? – soltó – anda por el mundo con mucho cuidado.

Nick rio bajo, puesto que sabía exactamente a qué se refería. Lo conocía perfectamente bien, más porque era claro que siempre se cuidaría como él mismo lo haría si estuviese involucrado con alguien de su misma calaña.

– Pero por ahí dicen que el amor hace más lentas a las personas – continuó – y eso me facilitó demasiado la tarea.
– ¿Quién es?

El chico abrió el sobre sin cuidado y extrajo de él unas hojas que contenían información.

– Louis Tomlinson – comenzó a explicar – hijo único de un matrimonio de prestigiosos doctores. Vive en uno de los lugares más elegantes de todo Londres y su casa es completamente enorme. Los sábados pasa tiempo con Harry en una casa que a pesar de parecer abandonada, funciona como un refugio animal dirigido por una chica llamada Samantha – iba mostrando fotos de todo lo que decía mientras hablaba. – Harry suele ir a visitarlo, puesto que su hermana Gemma trabaja para sus padres; busqué en el directorio el número de su consultorio particular y claramente fue ella quien contestó mi llamada.
– Se están superando – dijo, Nick, con ironía.
– Harry trabaja ahora en un taller mecánico por las tardes y tiene un nuevo teléfono móvil que recibió ahí mismo puesto que su jefe le regala uno a todos sus empleados.
– ¿Tienes el número?

Matt comenzó a reír con presunción puesto que odiaba que subestimaran su gran trabajo.

– Claro que lo tengo – extrajo un pequeño papel del sobre y se lo dio a Nick – le dije al tipo que Harry había reparado mi auto antes y que había quedado maravillado con su increíble trabajo, por lo que fue demasiado sencillo sacarle la información.

La sonrisa de Nick no podía ser más grande y el dolor de cabeza de repente había pasado a un segundo plano.

– Eres increíble – dijo, lentamente – pero creo que antes de llevar todo a cabo, tenemos que darles unos cuantos sustos.
– ¿No crees que eso los alertaría?
– O tal vez eso alejaría al riquillo de Harry, por el miedo a salir lastimado de gravedad – rio – Harry es tan sensible, Matt, que incluso puede ser que él mismo sea quien lo empuje lejos de su vida.

El plan realmente con ese entorno que el chico le había mostrado lucía aún más sencillo de realizar y es que no era que quisiera de regreso a Harry, al menos esa no era su principal intención, simplemente quería tener dinero por medio de él para saldar unas cuantas cuentas que tenía pendientes desde hacía un tiempo atrás y, por supuesto, era mejor si el rizado volvía a caer a sus pies en el proceso.

– Bien, ahora págame.

Sabía exactamente lo exigente que podía llegar a ser su buen amigo, así que sin más, puso delante de él tres grandes paquetes llenos de cocaína, de la mejor.

– Aquí tienes. Un buen pago para un buen trabajo.

Matt sonrió y se puso de pie antes de rodear la mesa para sentarse sobre las piernas de Nick, pasando los brazos alrededor del cuello de este.

– Dame algo más – dijo, peligrosamente cerca de sus labios.

Nick no perdió tiempo e introdujo su lengua en la cavidad del chico que tenía sobre sus piernas, disfrutando de su sabor mientras su mente sólo podía pensar en que debía de apresurarse en arreglar todo para que su plan saliera a la perfección.

Lo mejor de todo era que tendría a Harry de nuevo y sus manos recorrerían su frágil cuerpo nuevamente, lo haría suyo una y otra vez hasta que el rizado gritara por más. Pero por el momento aceptaría el sexo casual con quien se lo ofreciera.

R O Y A L S [Larry Stylinson] Wattys 2020 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora