Diecinueve.

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«El tiempo es demasiado lento para quienes esperan. Demasiado rápido para quienes temen. Demasiado largo para los que sufren. Demasiado corto para quienes gozan... Pero para los que aman, el tiempo es eterno.»

William Shakespeare.

— Quiero ir a ver los fuegos artificiales

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— Quiero ir a ver los fuegos artificiales...

Pidió débilmente una tarde de diciembre. Poe paro su lectura y dirigió automáticamente su vista al suelo.

A su derecha, Ranpo trataba de hacer los ejercicios de terapia que le habían puesto para tratar de recuperar la movilidad de sus piernas. Llevaba un mes con ello, y aunque ahora lograba quedarse en pie por si solo, aún requería ayuda para tratar de caminar.

El tratamiento por fin comenzaba a surtir un poco de efecto. El cáncer, aunque aún permanecía en él, no continuaba extendiéndose, como si se tratase de una pausa temporal. Un momento de paz que les permitía darse un pequeño respiro hasta que todo acabará.

— Ranpo... Sabes que aún no puedes salir... Has mejorado, pero eso no-

— Vayamos a verlos, Poe-kun.

Sentía esa mirada ojiverde calando todo su ser y Poe juraba que podría ver aquel pasto en sus ojos por toda la eternidad.

Finalmente asiente. No podía decirle que no a él.

— Pero Mori-san... Sabes que no te dejará salir.

— ¡Pues le diremos a Yosano! — La sonrisa que se plantó en el rostro fue radiante. Tan hermosa y sincera como hace tiempo no mostraba. Allan sintió su corazón detenerse.— Seguro ella nos ayudará a convencer a todos. Si digo que irás conmigo, no dudará en darnos el permiso.

Miro el libro entre sus manos por última vez antes de suspirar y cerrarlo dejandolo de lado. Su atención se poso nuevamente en el menor.

— ¿No tengo opción, verdad?

Pregunto con cierta diversión. Ranpo negó con gesto altanero.

— N-o.

— Está bien... ¿pero cómo lo haremos?

— ¿No es obvio? Déjame a mí y mi encanto natural encargarnos de esto.

Guiño un ojo en dirección al escritor causando una risa en este.

— Bueno, confío en ese encanto... Siempre logras convencerme a mi después de todo.— Ranpo abrió los ojos.— ¿estas bien? Te pusiste todo roj-

— ¡No lo digas!

Una almohada termino golpeando su rostro y casi tirándole de su asiento.

— ¿Pero qué- ¡Ranpo! — Y otra almohada aterrizó en su cara. La quito con falsa molestia en  y el rostro. Su cabello era un completo desastre. Del otro lado, el azabache reía sin parar. — ¿¡Ah si!?

Lanzó la almohada de vuelta a Edogawa, con la suficiente fuerza para que cayese en su regazo. Así comenzó entre ellos una extraña pelea de almohadas que por mucho, Ranpo parecía ir ganando.

— ¡Ah, no, no, espera! ¡cosquillas no! ¡Allan!

Ignorando su petición, el escritor termino de sentarse en la camilla  y comenzó a hacer cosquillas en su estómago. Siempre siendo cuidadoso.

Ambos reían, disfrutando el momento como en su niñez. Una situación que sentían similar y a la vez nueva después de tanto tiempo de supuesta rivalidad.

— ¡Ya, ya, me rindo, me rindo!

Poe finalmente abandono las cosquillas dejando libre al azabache debajo suyo, ambos soltando risas de diversión pura, pensando lo mucho que añoraban aquello.

Y pronto, sus vistas se encontraron.

El tiempo se detuvo por un segundo, solo para ellos. Malva y esmeralda fijas. Respiraciones acompasadas y nerviosas por igual, la distancia cortándose entre ambos chicos...

Y el sonido del monitor marcando los acelerados latidos del azabache los trajo a la realidad nuevamente.

Fue Ranpo el primero en poner distancia entre ellos sonriendo tenuemente, maldiciendo a aquel aparato que mostraba aún lo nervioso que se encontraba. Suavemente retiro un par de plumas del cabello del escritor aprovechándose de que este permanecía inmóvil.

— Tú cabello luce como un nido de pájaros...

Fue hasta entonces que el escritor pareció salir del trance en que se había sumido. Sonrió ligeramente tratando de quitar el resto plumas en su cabello.

— Fue de tantas almohadas que me tiraste.

— Mientes, no fue mi culpa.

— Como digas, como digas.

Se miraron y rieron nuevamente. No hubo silencios incómodos y ambos agradecieron internamente aquello.

— Volviendo al plan...

—Cierto. Debemos llamar a Dazai-san, es el único que puede convencer a Mori-san de que te de el permiso.

Ranpo soltó un quejido.

— Querrá que le regale vendas nuevamente como pago.

Poe río.

— Si quieres ir a ver los fuegos artificiales, es un precio que debes pagar.

— ¡Oh, mis pobres vendas!

Allan río nuevamente tomando su celular marcando el número de su amigo castaño.

¿Hola?

Poe de inmediato le dió el teléfono a Ranpo.

— Dazai, te daré unas vendas si vienes ahora mismo. Es un caso de vida o muerte.

Y colgó.

Una hora y dos regaños de parte de Dazai y Oda por asustarlos con aquello, finalmente obtuvieron el permiso de parte de Mori y Yosano.

Irían a ver los fuegos artificiales esa Navidad.

Rivals. 『RanPoe, Fanfic』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora