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Pero de pronto y sin aviso, la perturbante sensación de vacío me invadió. Ver a ambas parejas me produjo aquello. Fruncí el ceño y me alejé de allí, caminé un poco a través de los árboles, deseando desaparecer aquella molesta sensación. Me detuve un momento, cerré los ojos con fuerza y de pronto escuché. Más que aquel trinar de las aves entre los árboles, había una melodía hermosa de una guitarra que se infiltraba con delicadeza entre el bosque; abrí los ojos y me guíe por el sonido de la música. Caminé un poco hacía la derecha, y al minuto, vi a Justin sentado en un tronco con su guitarra en mano. De pronto tuve un recuerdo, aquel sueño, mi último sueño con Drew; esto era tan parecido. Justin no notó mi presencia, miraba hacía un punto en específico entre los árboles, pasando sus dedos entre las cuerdas de aquella guitarra, y de pronto, su mágica voz de terciopelo, comenzó a cantar. I Could pick up all your tearsThrow

em in your backseatLeave without a second

glanceSomehow I’m to blameFor this never-ending

racetrack you call life…Turn rightInto my armsTurn right

You won’t be aloneYou mightFall

off this track sometimesHope to see you at the finish line… 

Paró y dejó de tocar también. Después dio un largo suspiro que expresaba pesar.

Me di cuenta entonces de que aquella horrorosa sensación de vacío, se había esfumado por completo, y en su lugar, había dejado a una bella tranquilidad, una infinita paz.

-Qué… qué linda… canción-musité.

Me desperté abrumada por los encandilantes rayos de sol que traspasaban por la ventana de aquella casita de madera. Me moví perezosamente entre las sábanas y miré en dirección a la cama de Lola. Mi amiga roncaba silenciosamente, aun revuelta entre las cobijas de su lecho. La cabeza me dolía un poco, y una leve punzada de dolor taladraba con enfado la parte superior derecha de mí cráneo.

En ese instante envidié a Lola; la confusión del día anterior aun no había desaparecido; y al menos en el caso de Lola, ella manejaba muy bien la situación de Jared. Quizá estaba juzgando mal, quizá una parte de su cerebro aun tenía el dolor de aquella separación; pero eso demostraba lo fuerte que era… ¡Qué envidia le tenía!

Me levanté deshaciéndome de las cobijas e instantáneamente el jugueteo del aire fresco rozó mi piel, erizándola un poco. Recordé que tenía que hablar con Chris, necesitaba hacerlo. Miré fugazmente el reloj, pasaban dos minutos de las nueve de la mañana; Ryan y Andrea no tardarían en tocar la puerta para preparar el desayuno. Pensarlo después ya no sirve de nada, pero hubiera sido mejor que ellos se hubieran quedado con la cabaña que compartíamos Lola y yo, la única con cocina. Tal como si los hubiese invocado, unos golpeteos en la puerta me avisaron que ellos estaban allí, listos para poner a chillar las casuelas con el aceite.Bostecé con desgano y me encaminé arrastrando los pies hasta la puerta.

-En tu mundo, ¿el dormir es un deporte olímpico?-me miró como si me estuviese regañando.

-No, Ryan. En el mío no; pero pregúntale a Lola-me defendí. Ryan y Andrea miraron por encima de mi hombro y después rieron.

-Además-agregué haciendo que su atención se posara de nuevo en mí-Son vacaciones, ¡dejen disfrutarlas!-hice un gesto de exasperación.

-Bueno, la despertaremos con el aroma del rico desayuno del que se gozará tu paladar.

-Presumido…-mascullé y oí cómo rió por lo bajo. Dejé que entraran a la cabaña y salí al exterior. Aprovecharía el tiempo que Andrea y Ryan tardarían en cocinar para hablar con Chris. Miré hacía su cabaña y me encaminé hacía allá.

El corazón me latió de pronto; algo un poco difícil de describir, no sabía si los latidos eran de alegría o de nerviosismo, quizá un poco de ambos; pero de lo que si estaba segura era de que no palpitaba por ver a Chris…

Llamé con leves golpecitos a la puerta, y conforme iban pasando los segundos, mi corazón parecía latir con más fuerza. La puerta se abrió dejándome ver a mi amigo en primer plano y al fondo, en un segundo plano, la razón de aquellos desbocados latidos de corazón. Justin.

Llamé con leves golpecitos a la puerta, y conforme iban pasando los segundos, mi corazón parecía latir con más fuerza. La puerta se abrió dejándome ver a mi amigo en primer plano y al fondo, en un segundo plano, la razón de aquellos desbocados latidos de corazón. Justin.

-Linda pijama-musitó Chris con una sonrisa burlona.Yo aún llevaba puesta aquella bella pijama azul celeste que mi madre me había comprado en mi décimo séptimo cumpleaños y que, afortunadamente aún me quedaba. Sentí la sangre agolparse en mis mejillas y colorearlas de un rojizo que hasta yo alcanzaba a percibir. Pero no por el comentario de Chris, sino por la mirada que Justin me regalaba en ese instante. Me miraba como si yo fuese el premio mayor de la lotería, o la copa de oro de un mundial; como si fuese una estrella en el cielo, inalcanzable. Después desvió la mirada de nuevo, con un rostro contraído por algo parecido al dolor.

-¿Te puedo ayudar en algo?-preguntó Chris haciéndome bruscamente volver a razonar.

-Ah, sí… quería hablar… contigo-me era difícil pronunciar bien las palabras teniendo a Justin revestido de una camisa sin mangas y un pantalón cuadriculado, ambos en tono azul también, justo delante de mí.Si hablábamos de pijamas, definitivamente la de Justin era más linda. Al menos a él se le veía mejor.

-Claro, pasa-dijo mi amigo abriendo más la puerta.

-No-dije rápidamente-Mejor afuera. Justin me dirigió una mirada envenenada; al parecer había entendido la indirecta. Me encogí, cohibida ante aquella mirada penetrante y me deslicé hacía atrás para perderme de su vista. Chris cerró la puerta y se encaminó conmigo, alejándonos suficiente de la cabaña para poder charlar en privado.

-Bueno, ¿cuál es el gran misterio?-preguntó curioso.

-Amm… Chris, eres mi mejor amigo, ¿cierto?

-Sí, a menos de que me hayas quitado el título-rió.

-Jamás me mentirías, ¿verdad?-pregunté, tímida, articulando cada palabra.

-¡Nunca!-aseguró.Me quedé en silencio. No tenía ni la más mínima idea de cómo hacerle saber lo que quería que me dijera.

-Me asustas, _____. ¿Qué ocurre?-preguntó, ya en tono serio.

-Me… me siento… extraña-vacilé.-¿Extraña? ¿A qué te refieres?-Extraña… al… al estar cerca de… de Ju-Justin-dije como quien no quiere la cosa y clavando mi mirada en la tierra húmeda. Chris no dijo nada, así que el silencio me hizo levantar la mirada. Su sonrisa burlona era tan grande que mostraba todos sus juveniles dientes blancos. Sabía perfectamente que había captado el hilo de mis palabras.

-Y… ¿extraña cómo?-dijo sin dejar de sonreír-¿Extraña bien? o ¿extraña mal? No, no, espera… ¿Con sensaciones extrañas? Mi cerebro tardó un poco en procesar bien sus preguntas.

-Ah… sí, sensaciones… de… ese tipo…La sonrisa de Chris se ensanchó hasta más no poder, la alegría refulgía en sus ojos.

-¿Estás…?-se quedó en silencio, interrumpiendo su pregunta

-¿Justin te atrae?-preguntó más cautelosamente.

-No… no lo sé-hice un mohín.

-¿Cómo no vas a saber, _____?

-¡No sé, Chris! Hace bastante tiempo que no me pasaba esto.-¡Lo sabía!-dijo con una sonrisa de autosuficiencia.

-Christian, no estoy asegurando nada. Estoy tan confundida… Chris, ¿tú crees que…?-mi voz se desvaneció.

Simplemente no quiero extrañarte esta noche (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora