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-Vamos Lola, será divertido-dije con el entusiasmo más fingido que pude sacar, pero igual sonó convincente

-Te relajarás, esto te puede ayudar; te lo prometo. Pensó por un momento y luego suspiró.

-De acuerdo-aceptó. La sonrisa de Chris se extendió por todo su rostro y mi pesar por todo mi interior. Aunque mi fuero interno gritaba histérico que no, la decisión había sido tomada... formaríamos parte de aquel viaje.

Empecé a abrir los ojos de una manera tan lenta y perezosa que no capté bien la hora que mi reloj de buró marcaba. Me levanté escandalosamente al ver que se me hacía tarde por dieciséis minutos. Me duché de la manera más rápida que mis torpes acciones me permitieron; y una vez lista, bajé a borbotones las escaleras color perla de mi casa. Chris me miraba con nuevos ojos y una sonrisa burlona adornaba su rostro.

-¿Qué?-quise saber.

-¿Algo que quieras contarme?-su sonrisa se hacía cada vez más alegre. Pero no capté bien sus palabras. ¿Qué había por contarle?

-Amm… ¿Lo hay? Chris borró su sonrisa al notar mi verdadera confusión.

-¿No soñaste nada? Y entonces comprendí a lo que se refería.

-No Christian. Drew no ha vuelto a aparecer-dije con aplomo.

-Entonces, ¿cuál es la razón de tu retardo?-preguntó con la curiosidad propia de el.

-Me dormí tarde…

-¿Haciendo?

-Pensando…-dije como quien no quiere la cosa.

-¿Pensando? ¿En qué?

-En Justin…-musité casi de forma inaudible. La sonrisa de Chris apareció de nuevo en su delicado rostro juvenil.

-No de nuevo Chris-supliqué con un mohín al recordar sus acusadoras sonrisas anteriores.

-¿Qué?-se encogió de hombros de forma inocente mientras estacionaba el mustang en uno de los lugares del aparcamiento de la escuela.

Era por fin viernes, y el último día en el instituto había terminado con un euforico grito de alegría por parte de todos. Las clases habían terminando finalmente y vaya, ¿quién no se alegraba de eso? Llegué a casa rendida pero satisfecha; estudiar había dado más frutos de los esperados .Miré la hora en el blanco reloj de mesa a lado del sofá, eran las tres treinta de la tarde. No había visto a Ryan desde el día en que vino a casa, supuse que lo más cortés sería esta vez ir yo para darle la noticia de que aceptábamos ir. Me tumbé en el sillón, desecha completamente; había sido una larga semana, por lo tanto decidí darle prioridad a mi desgano y descansar un par de horas antes de ir a buscar a Ryan. Tomé el control remoto que descansaba sobre la pequeña mesa central de la sala y prendí el televisor esperando encontrar algún canal que me entretuviera, o al menos un programa divertido. Recorrí de principio a fin cada canal y al final me decidí por uno que se situaba después del número sesenta. Transmitían una película cuyo nombre no recuerdo, y de momento la pantalla dibujaba una escena entre un par de jóvenes… ella lo tomaba entre sus brazos mientras que el la sujetaba con delicadeza entre los suyos… “¿Crees en las señales?” le preguntó ella. “¿Creo en el destino, que fue quien me trajo a ti.”…La brecha de mi alma amenazó con abrirse en el vacío una vez más, y asqueada tomé el control remoto y presioné el botón de apagado con fuerza. Lo que hizo que la imagen delante de mí se desvaneciera dejando sólo el negro de la pantalla. El silencio que se produjo me brindó respuestas.Recapitulé cada momento en el que aquella sensación de vacío se apoderaba de mí; y me di cuenta entonces de algo muy común entre todas… Me enderecé con lentitud sobre el sofá, aterrada por haber encontrado la causa. Cada vez que se hablaba del amor o se hacía presente; la espeluznante sensación de vacío venía a mí, torturándome con las sonrisas sinceras, la luz de los ojos al mirar a la otra persona, el enrojecimiento de mejillas y los fuertes latidos de corazón… diciéndome que todo eso yo no lo tenía. Se burlaba de mí. No pude evitar que una cristalina gota de agua cayera de mi ojo. Quizá Chris tenía razón, necesito a alguien en mi vida… aquel vacío se hizo presente cuando los sueños con Drew tuvieron final.

Drew no era sólo una molesta pesadilla que parecía atormentarme dulcemente; sino era también un alivio que yo me negué a ver. Había creado al hombre perfecto en mi subconsciente y lo proyectaba cada noche en mis sueños… era como un escudo ante este vacío; pero entonces desapareció, y el vacío hizo presencia. Me hacía extrañar tanto a todas aquellas sensaciones y emociones que el amor producía; los latidos de mi corazón ya no sonaban fuertemente, ahora parecían apaciguados… excepto por aquella vez que tuve a Justin tan cerca.Hacer aquel descubrimiento me mareó, así que cerré fuertemente los ojos por un instante y luego los abrí. Tenía que calmar la conmoción de algún modo, así que me dirigí hasta la cocina y abrí el congelador; saqué un bote de nieve de vainilla, como hubiera deseado que fuese de chocolate. Tomé una cuchara grande del almacén y me fui de nuevo al sillón. Hacía frío afuera pero no me importó, prefería que mis pensamientos se congelaran también.Disfruté de aquel helado de suave color por unos minutos, ya que perdí la conciencia rato después.Un golpe fuerte me despertó. Dormir en el sillón no era para nada cómodo y la verdad es que yo siempre he sido muy inquieta al dormir lo que provocó que mi cuerpo cayera con peso muerto al suelo alfombrado de la sala.

-Rayos…-dije levantándome del piso y sobando con una de mis manos mi cabeza. Habían pasados dos horas y media y el Sol empezaba ya su camino para ocultarse… ¡vaya manera de perder el tiempo! Me alisé un poco los cabellos que se encontraban fuera de mi coleta y me desprendí el escaso polvo que la alfombra había dejado en mi ropa.Me asomé por la gran ventana de la sala… era hora de ir con Ryan para darle la noticia. Salí de casa emparejando la puerta para no cerrarla y crucé la calle hasta llegar a la acera de enfrente, donde mi objetivo era la bella casa color perla de mis vecinos los Bieber. Me paré en el umbral y toqué el timbre una sola vez.La puerta se abrió despacio.

-¿Tú qué haces aquí?-me preguntó su voz tan sorprendida como la expresión de su cara.Y a pesar de cualquier mueca que estuviese haciendo, Justin se veía increíblemente perfecto.

-¿Tú qué haces aquí?-me preguntó su voz tan sorprendida como la expresión de su cara. Y a pesar de cualquier mueca que estuviese haciendo, Justin se veía increíblemente perfecto.

-Vine…-me aclaré la voz que repentinamente sonó insegura-Vine a ver a Ryan.

-No está-dijo cortante, justo como la primera vez.

-¿Podrías entonces darle un mensaje?-pregunté con voz hosca. El me miró esperando y enarcó una de sus cejas marrones-Dile que mi asistencia y la de mis amigos está confirmada.

-¿Irás?-de pronto sus ojos chispearon de ansiedad.

-¿Algún problema?-lo reté. Se quedó en silencio un momento.

-Me da igual…-masculló de nuevo hoscamente. Le hice un gesto de hostilidad.

-Por curiosidad, ¿cuántos días tendré que aguantarte? Su rostro dibujó una mueca ante mis palabras.

-Dos semanas…

-¿Dos semanas?-no pude evitar abrir la boca desproporcionadamente ante la sorpresa que me causó

-Qué tortura-mascullé.

-Dímelo a mí-musitó. Le miré con cara de pocos amigos y me giré para ir a casa. Apenas di tres pasos cuando mis pies pararon al instante.

-¡_____!

Jamás había escuchado mi nombre de sus labios. Me pareció tan diferente, como si tuviese otro significado… uno especial. Según se desvanecía el disgusto, empecé a sentir algo distinto. El latido de mi corazón pareció haber retomado fuerzas de pronto. Empezó a latir lento, poco a poco… tres, cuatro, cinco, seis, siete latidos… los escuché tan claro que pude contarlos. Una oleada de bienestar me alcanzó. Me giré lentamente y lo miré. Era como si al haber pronunciado mi nombre, mi fuerza de voluntad hubiera quedado rendida completamente.-Partiremos el Domingo a las seis de la mañana-dijo.Sólo me limité a asentir con la cabeza. Me giré de nuevo. Aun estaba fuera de mi así que sólo caminé con pasos lentos y torpes hasta mi casa. Justin siguió mirándome hasta que me introduje a mi hogar.Partiremos. Era la palabra que Justin había utilizado indicando que él también iría… por alguna razón, que aun desconocía, de pronto me sentí emocionada.

Simplemente no quiero extrañarte esta noche (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora