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-Justin-musité y el me miró de prisa, colocando toda su atención en mí

-¿De verdad quieres compartir esta noticia con los demás? Porque si es lo que tú quieres, entonces está bien. Yo también lo quiero-susurré jugando con los hilos sueltos de la manga de mi chaqueta.

-No te estoy forzando-musitó.

-No, de verdad, yo sé que no. Pero ahora que lo pienso, quiero lo que tú quieres.

-¿Y eso es…?-Poder demostrar cuánto significas para mí. Él simplemente sonrió ante lo que estaba escuchando y acto seguido me abrigó entre sus brazos y me sentí, como en las alas de un ángel. Le entregué su suéter una vez que nos separamos y me tomó de la mano para comenzar a caminar. Yo me había perdido y desconocía dónde es que me encontraba, sin embargo él conocía gran parte de este bosque y una vez más, había llegado a salvarme. El sol de la fresca mañana alumbraba tenuemente entre los árboles mientras que el frío bailaba con delicadeza a través de nuestros cuerpos. La curiosidad a veces me llevaba a puntos muy extremos; ya que justo ahora me pedía a gritos que la sacará al exterior; aun cuando Justin me había dado una gran explicación acerca del porqué actuaba así y me había dejado en claro que me quería; la curiosidad por saber en quien se había inspirado para crear aquellos bellos escritos me invadió con fiereza.

-Justin-dije, aferrando mi mano más a la suya para no caer entre las enredaderas del suelo de tierra.

-Dime.

-¿De dónde sacas la inspiración para componer canciones tan bellas?

-¿De verdad quieres saber?-me miró.

-No lo sé, ¿quiero?-vacilé y reí reprimiendo la mueca de angustia que me golpeó en ese momento. Él suspiró con aire enamorado.

-Ver tu sonrisa estallar en tus labios es como ver una estrella fugaz: hermosa, mágica, perfecta…

-susurró.

-Justin, ¿intentas cambiar de tema?-lo atajé frunciendo el ceño.

-Eres torpe, _____-rió-Te estoy mostrando de dónde saco mi inspiración. Cada vez que estoy y no estoy contigo, cada palabra que me dices, tu sonrisa, el largo de tu cabello, los espejos de tu alma que me miran… No sé tú, pero yo creo que eso es suficiente inspiración como para componerte una canción.

-¿Las compones para mí? Entonces recordé en un pensamiento fugaz aquella libreta azul que era llena de bellos poemas, convertidos en canciones.

-Desde la primera hasta la ultima que he escrito.Me sentí especial, única, y no pude evitar que el rubor corriera por mis mejillas.Caminamos por un rato más, quizá diez o quince minutos, no tenía conciencia del tiempo, no tanto por que ahora padeciera una confusión que me nublara la mente como el día de ayer, sino porqué compañía más hermosa no podía tener; y eso hacía que todos mis sentidos se concentraran sólo en Justin. Paramos de pronto, y a unos siete metros pude visualizar nuestras cabañas, por fin habíamos llegado. Chris y Lola permanecían afuera, con el rostro algo tenso y no hablaban entre ellos, ¿es que habrá ocurrido algo malo entre ambos? Nos acercamos más, y pude sentir el suave apretón de mano que me dio Justin aferrando ambas como si quisiera que nunca se soltaran. Entonces me di cuenta que aun me llevaba de la mano. El ruido entre las enredaderas de las ramas al pisar hizo que Chris y Lola nos mirasen.

-¡_____! ¡Justin!-dijeron al unisón en tono de alivio y corrieron a nuestro encuentro. Justin no me soltó la mano.

-¿Dónde estaban? ¿No les pasó nada? ¿Porqué se fueron?-interrogó Chris examinándonos.

-¿Estás demente, _____?-inquirió Lola-¿Tienen idea de cuánto nos preocupamos? Su regaño me hizo recordar a mi madre.

-Estamos bien-musitó Justin...

-Mejor que bien-dijo y las miradas de nuestros amigos se posaron con asombro en nuestras manos unidas.

-Estamos bien-musitó Justin-Mejor que bien-dijo y las miradas de nuestros amigos se posaron con asombro en nuestras manos unidas.Me sentí nerviosa a pesar que esto no era nada comparada al día en que se lo diría a mis padres; sin embargo, mi corazón palpitaba con la ansiedad a flor de piel. Para ser sincera, jamás me había imaginado en esta situación. Nunca. Vamos, no es tan malo. Dijo aquella voz en mi cabeza. Son sólo Chris y Lola. Ella tenía razón, así que obligué a mi corazón a callar. Suspiré, y ahora las miradas de ambos se posaban en mí. Chris tenía esa mirada de alegría que irradiaba la felicidad que a veces a mí me faltaba y Lola, además de sorprendida, sus verdes ojos expresaban satisfacción.

-¿Ustedes…?-empezó Chris pero no terminó puesto que una sonrisa se extendió por su rostro.

-¿Acaso son…?-Lola quiso terminar también, pero la sorpresa afloraba a su semblante impidiendo que lo hiciese.

-Novios- Justin terminó la frase de ambos, sobre todo la de Lola, y lo dijo de una forma tan orgullosa que hasta a mí me contagió.Ambos soltaron alaridos de júbilo, mientras que la sonrisa de Justin saltaba a la vista en sus labios.

-¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por eso se fueron?-preguntó Chris.

-¿Huyeron los dos juntos?-continuó Lola-¿Ustedes no…?-nos miró con desconfianza. El rubor corrió de nuevo a mis mejillas, coloreándolas de rojo. Era esta la clase de situación que yo deseaba evitar.

-No piensen mal-musitó Justin -Les contaremos la historia. ¿Dónde están Ryan y Andrea?-observó.

-Fueron a buscarlos, hoy a primera hora-informó Chris.

-Bueno, espero vuelvan pronto, pasemos y les contamos. Justin me tomó de la cintura y me hizo caminar hasta mi cabaña siguiendo a Chris y a Lola.Nos sentamos en ambas camas, Justin y yo en la mía y Chris y Lola en la de esta ultima.Justin comenzó a relatar la historia, desde principio a fin; incluso parecía disfrutar cada parte y párrafo de ésta. La platicaba con tanta fogosidad que Christian y Lola soltaban en ocasiones sonrisas de fascinación. Ryan y Andrea llegaron a mitad de la historia, y aunque mostraron un enojo al principio por la desaparición que Justin y yo habíamos protagonizado, se quedaron fascinados también al saber la noticia de nuestro romance.Me pregunté entonces, si éste era mi final feliz. Mi miedo a enamorarme ahora parecía tan estúpido, mi actitud tan fría era ahora absurda; tenía a mi lado a una persona perfecta que por algún extraño milagro me quería de verdad, y un grupo de amigos sinceros y cariñosos que Dios me había regalado. Miré cada uno de sus rostros, maravillándome con el último en el que posé mi mirada. Justin, mi Justin.Fue aquella noche en la que de verdad me sentí completa, todas las piezas de mi rompecabezas habían sido unidas de una manera tan congeniada que parecía como si siempre hubieran permanecido así, juntas. Ahora lo único que me esperaba más adelante era decirle la noticia a mis padres; entonces miré a Justin, y supe que podía ir incluso a la más grande batalla y salir victoriosa, sólo por el hecho de que él, estaba conmigo.

Simplemente no quiero extrañarte esta noche (Justin Bieber)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora