In The Dark (Jonah Marais)

Epílogo

Otra vez ella despertaba en mis brazos, su cabeza recostada en mi pecho y su cuerpo desnudo debajo de mis sabanas.

Todo sobre ella era hermoso, no había ni un solo minuto que no dejaba de observarla, era imposible no hacerlo.

Se removió y abrió sus ojos lentamente, encontrándose con los míos.

—¿Hace cuanto que me estas mirando?—Me preguntó con una voz media ronca.

Sonreí.

—Como...unos quince minutos
—mentí acariciando su cabello lacio.

Ella me devolvió la sonrisa y posó su mano en mi cintura y se acercó a mi dándome un beso lento y delicado. Cuando se separó de mi me observó y eso provocó que sintiera algo dentro de mi, mi corazón latía rápido por culpa de ella.

—No me mires así, me provocas Rose.
—Susurré con otra sonrisa.

—¿No puedo mirar a mi novio y el sí?—preguntó burlona.—Eso no es justo.

La abracé más fuerte, como si no quisiera que se vaya de mi lado y acaricie su espalda desnuda con mis dedos.

—Quiero despertar así todos los días.
—Susurré sincero.

Un breve silencio se hizo en la habitación y ella se incorporó, alejó su rostro de mi pecho y me observó, prestandome toda la atención.

—¿Qué insinúas Marais?

Pensé en decírselo, de verdad iba a decirlo. Creo que ya estábamos listos para pasar al siguiente nivel, además no soportaba verle marcharse por la puerta cada día después de un largo día, malos recuerdos venían a mi mente cuando ella no estaba en mi habitación acostada, hablándome con su dulce voz.

Debía decirlo.

La amo tanto, que siento que mi corazón va a explotar en cualquier momento.

—Quiero que te mudes conmigo, quiero que vivamos juntos.—dije observándola con intensidad.

Ella bajó su mirada y mordió los labios con nerviosismo.

—Jonah...

Susurró mi nombre pensativa y volvió a mirarme.

—¿Qué? Puedo hablar con tu hermano si quieres o incluso puedo...—dije pero fui interrumpido por un beso.

—Sí quiero.
—dijo con una enorme sonrisa.

Sonreí como tonto, y la abracé, le di miles de besos en el rostro y todo el cuerpo.

—¡Te amo!—grité de felicidad.

—Yo también te amo.—susurró ella subiéndose encima de mi y dándome miles de besos como yo.

—Eres hermosa, me alegra tenerte cerca y poder apreciar con mis propios ojos lo bella que eres, gracias por cruzarte en mi vida.—dije colocando mis manos en sus caderas.

—Bueno, yo te debo agradecer a ti, gracias por aceptarme en tu vida y darme una segunda oportunidad.—sonrió acariciando suavemente mis mejillas.

Nos acercamos y nos dimos un beso suave y delicado,  sus labios encajaban perfectamente con los míos, era algo vicioso, sus labios y sus besos extremadamente lentos eran mi droga y al mismo tiempo era mi remedio.

Ella era todo lo que está bien en este mundo para mí.

movió sus caderas lentamente encima mio y yo apreté sus caderas para que no parara, me volvía loco con tan sólo hacer eso.

Nuestro beso cambio de suave a intenso, demostrando que estábamos locos uno por el otro, de verdad la necesitaba demasiado.

Nos separamos para respirar y sonreí en medio de un beso.

—¿Quieres?—pregunté volviendo a besarla.

Ella solo asintió y la coloqué debajo de mi.

Esa mañana nos volvimos a unir, éramos felices, nos amabamos con locura y eso nada ni nadie lo cambiaría.

Porque eso es lo que hacen dos locos enamorados, no se dejan destruir tan fácil, porque el amor que nos tenemos es más fuerte que nada más.

La encontré en medio de una oscuridad, convirtiéndose en una luz que jamás dejaré de observar en cada momento, ella es mi guía y la seguiré en donde sea que vaya.

            ¸.•*¨*•.¸.•*Fin ¸.•*¨*•.¸.•*