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Narra Rose

Desde que llegue a Minesotta, he muerto de frío. Literalmente.

Mis planes eran llegar en verano, pero hubo un cambió drástico y tuve que adelantarme para llegar aquí.

Mis planes se fueron al retrete;

Mi plan uno: llegar a los Estados unidos en verano.

Falló.

Mi plan dos: vivir sola y conseguir un trabajo.

Está en proceso.

Mi plan tres: conseguir un departamento amplio para mis cosas.

Falló por falta de dinero.

—espero no morir...—susurré calculando exactamente en dónde colocar mis cosas.

Soy latinoamericana, he cumplido mi sueño de venir a estudiar en a los Estados unidos. Pero las cosas no resultaron ser como esperaba.

Antes vivía con mi querido hermano Sam, tiene 26 años y prácticamente el me apoyó en todo. Nuestros padres nos abandonaron de pequeños y tuvimos que vivir en un reformatorio. cuando mi hermano cumplió la mayoría de edad, decidió sacarnos de esa miseria y comenzar una nueva vida sin nadie y sin nada.

Y aquí estoy yo, lejos de él.

Tengo 20 años y aún siento que no puedo sola, e incluso mi hermano ya se casó y tengo un sobrino. Yo más sola que un desierto.

En fin, trabaje mucho para llegar hasta aquí, no me decepcioné hasta ahora, pero me cuesta un poco. Dentro de unos días debo buscar un trabajo para mantenerme viva y coleando.

He llegado hace dos horas aquí y lo único que pude hacer es armar mi cama.

Fracase como lobo solitario.

Oí mi teléfono al cabo de dos segundos de pensar en planes y algunas otras cosas. Me acerqué a mi teléfono y lo conteste con mucha felicidad.

—¿ya llegaste?

Casi me morí cuando escuché a mi hermano un poquito enfadado, supuestamente debía de avisarle cuando llegue, pero no lo hice.

—si...¿Qué tal tu..

—¡¿por qué no me avisaste nada?!—gritó desesperado.

Aleje el teléfono lo más que pude y lo puse en mi oreja de nuevo esperando a que ya no grite.

—lo olvide. Lo siento ¿si?—le dije sonriendo a pesar de que el no me veía.

—¿sabes que puedo volar a Estados unidos y darte un putazo?—me dijo en broma.

—no, no lo harías—reí.

—me alegra escucharte, no vuelvas a asustarme.—dijo y de repente escuché el llanto de un niño desde el otro lado de la línea—.debo colgar, mi hijo me necesita. Te hablo más tarde.

Y colgó.

Yo simplemente me quedé mirando por la ventana de mi apartamento, me sentía extraña en este país. Me acosté en mi cama luego de varios segundos y quedé dormida.

In The Dark (Jonah Marais)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora