✧𝓐𝓷𝓽𝓲-𝓝𝓪𝓽𝓾𝓻𝓪𝓵✧ ||BTS √

Cap. 5 | Nuestra propiedad |

No tengo ni la más mínima idea de que esta pasando aquí, ni siquiera se si lo que acabo de escuchar fue real –o una broma pesada de muy mal gusto de mi cerebro–, lo único que si sabía es; levantarme lo más rápido que pueda del piso y salir corriendo a toda velocidad; quería alejarme de aquí. Había un foco rojo en mi cabeza –el cual no dejaba de parpadear–, era como una forma de decirme que estaba en 'peligro' y que debía escapar.

–Espera, ¿Q-qué acabas de decir?– Mi boca parecía olvidar como se hablaba e incluso las palabras, mi cerebro tampoco se quedaba atrás pues este estaba en blanco; como casi todo el tiempo...

–¿Acaso estás sorda, eh? Nos perteneces.– Dirigió sus patas hacia donde yo estaba sentada en el piso; sus pasos sonaban fuertes y firmes,  cada vez que posaba su pie el piso temblaba ¿Oh es solo mi imaginación?  Uhm, no lo sé, pero se veía molesto, no, furioso.

–Con tan solo mirarnos firmaste tú condena, querida.– Levante un poco mi vista y pude apreciar una sonrisa en los labios de Namjoon; pero no parecía una amigable, más bien era una juguetona combinada con una sarcástica. 

Ah, maldita sea, ¡Sabía que esto era una muy mala idea! ¡¿Por qué me deje convencer tan fácilmente?! Bien hecho ____, bien hecho.

–Puedo asegurar que te estás reprochando en tú cabeza, típica ___, no has cambiado absolutamente nada.– Chasqueo su lengua de forma burlona, mientras que su dedo se meneaba de izquierda a derecha; ¿Te estás burlando de mí?

–Sí, sí, como sea. Más te vale no abrir la puerta.– Se paro frente a mí, mirándome con sus afilados ojos gatunos; de por si ya me intimidaba cuando estaba en su forma 'humana', ahora que está transformado en pantera me pone los pelos de punta; YoonGi sabía como hacerme sentir débil y desprotegida.

–Uhm, ¿____  puedo abrir la puerta?– Dio unos leves golpes sobre la puerta de madera, su voz resonaba del otro lado de la pared, segundos después giro el picaporte con sumo cuidado.

Hasta parecía que eso era algún tipo de señal, pues apenas escucharon el sonido de la puerta crujiendo siendo abierta fueron –inmediatamente–  a esconderse con bastante prisa; yo los mire desentendida, hace un momento me tenían acorralada sin salida alguna, pero ahora se fueron a esconderse como todos unos cobardes; bueno, en cierta parte comprendo, ellos no son normales. 

–Uff, al fin pude abrirla.– Paso su mano por su frente sudorosa, tal vez por el esfuerzo que hizo al intentar abrir la principal.  –Entonces, ¿Si aceptas?– Cambio radicalmente el tema, olvidando por completo el anterior; ahora ya no se veía agotado, sino, entusiasmado. 

–¡Por supuesto que sí!– Acepte sin dudar un solo segundo, mi cerebro se encontraba en las nubes delirando en como sería la tan ansiada cita con el que yo clasifico: 'El amor de mi vida'. Fue en ese momento en que se escucharon los famosos gruñidos, todos en perfecta sincronía, cosa que lo hizo fruncir el ceño confuso  –¿Qué te parece si vamos a la sala? Es mucho mejor que estar parados aquí en el recibidor.– Cogí su mano sin darle tiempo de responder, lo lleve prácticamente arrastrando a la sala de estar, todo por culpa de mi paso veloz y la bola de nervios que soy.

Nos encontrábamos hablando tranquilamente en la sala, solo se escuchaba nuestras voces y alguna que otra risita debido a los chistes que nos contábamos; debo admitir que me sorprendió lo normal que actuaba y hablaba; usualmente no podría conjugar dos palabras sin hacer el ridículo frente a toda la escuela, lo sé, patético. La burbuja de tranquilidad que habíamos formado no duro mucho, pues se vio explotada por un intruso; adivinen quien fue, les daré una pista: es un gato.

–¿Oh, también tienes un gato?– Se rasco su barbilla curioso, observando detenidamente a la pequeña bola de pelos rubia; JiMin caminaba elegantemente hacia nosotros, movía su cola de un lado a otro con gracia, se froto contra mi pierna mientras ronroneaba en una forma de llamar la atención. Después de haber conseguido lo que quería: nuestra atención, subió de un salto al sofá para luego acostarse en mis piernas, procurando en ser lo más ruidoso posible y también en que Kai lo viera en todo momento; en otras palabras: Está marcando territorio.