Capítulo 36

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Punto de vista Dominique. 6:34 a.m.

Los rayos de sol que empezaban a ser intrusos esa mañana por mi cuarto fueron despertándome de a poco, se notaba que eran las primeras señales del alba por la brisa fría que se posaba por mi cuerpo desnudo.
Respiré hondo, hasta que logré sentir las pequeñas partículas del perfume de la mujer que yacía a mi izquierda, abrazada a mi cintura.

Dios santo, ¿realmente había sucedido?

No pude evitar sonreír de manera amplia al recordarlo.
Me tapé la sonrisa con la mano libre, terminando de asimilar todo.

Se veía preciosa y yo no podía desperidiciar el hecho de poder verla por todo el tiempo que se me diese para hacerlo posible.
Dirigí mi toque hasta la piel de su rostro, haciendo que mi vista se guiase por mi mano.
Ella ni se inmutó, solo seguía respirando de forma plácida, tranquila.

Retiré unos mechones que se posaban en su espalda, logrando ver los lunares en ella. Eran de diferentes tamaños regados por toda su longitud pero sin llegar a exagerar.

Suspiré una vez más.

¿Cómo fue que todo nos llevó hasta este momento?

Recordé todo lo que sufrí por ocultar cada sentimiento hacia ella y ahora estabamos aquí, después de un largo tiempo y de largas dudas.

Descubrí sensaciones que no sabía que existían durante mis vagos veinticinco años.

Pero, el asunto no era el hecho de entregarme a ella en el acto.
De lo que hablo, es sobre las sensaciones que sentía cada vez que mi corazón saltaba por ver a Katherine, mi cuerpo se había acostumbrado a su toque y a su sonrisa. Esta vez no era algo pasajero, esta vez era real por que era con ella...

Me enseñaba cada vez algo nuevo, sin querer siempre me sentí atraída por cada cosa que hacía.

De manera inexplicable todo lo que le oculté a cualquiera salía a la luz ante ella.

No sé por cuánto tiempo me quedé solo admirandola, de repente comenzó a moverse levemente sobre mi cuerpo, empezando a despertarse.

Su vista primero divisó la puerta de la recámara que se encontraba a unos metros de nosotras, luego a mi cintura donde su mano aún estaba y después a mis ojos, conectándose casi de inmediato, de una forma incomparable. Era como ver por primera vez un atardecer, así se sentía verla en ese momento... ¡Y con lo que me gustaban los atardeceres a mi!

Sentí derretirme por la cálida sonrisa que me brindó al instante. Sus ojos con la luz del sol eran claros, tanto que hasta podía ver mi reflejo en ellos. Preciosos, preciosos, preciosos.

Me agaché con un poco de dificultad hacia su rostro, depositando un suave beso en el pequeño lunar que se posaba bajo su mirada. Ella sonrió y yo le sonreí de vuelta, me atrajo hasta ella sin dejar que mis labios se separasen de su piel y comenzó a darme leves besos sonoros.

-Vaya forma de despertar.-Habló acomodándose sobre el colchón y viendome fijamente. Dios, si su voz normal era la gloria, imagínensela recién levantada, con ese tono ronco y su media sonrisa. Eso solo me hacía querer avalanzarme sobre ella y no dejarla ir nunca. ¡Eres tan sexy, joder! Pero no te lo diré...

Le mostré mi felicidad y me acerqué más para darle un beso en los labios, me separé solo para ver como ella aún tenía los ojos cerrados, reí ante la escena.

-Buenos días, Domie.-Dijo sentándose ahora en una de las orillas de nuestra "cama" volteando a verme a los ojos.

-Buen día Kat.-Respondí achinando los ojos y mostrándole mi sonrisa más sincera.-¿Desayunamos?-Pregunté, dejando que mi emoción por desayunar con ella se evidenciara.

-Me encantaría.-Contestó, su piel aún la cubría cierta parte de la manta. Luego de eso retiró la tela que estaba sobre ella y buscó sus sujetador.

Sentí que mi rosotro enrojeció violentamente y tapé rápidamente mis ojos con las manos, volteando a ver hacia otra dirección.

Ella rió ante mi reacción.

-Ey, todo bien.-Dijo, sin dejar de reír.-No importa si ves, puedes hacerlo si quieres.-Terminó por decir, dando leves caricias en mis manos.

Era nuevo para mi después de todo, aunque me moría por verla de nuevo de esa forma sentía que tenía que darle un poco de privacidad.

-Es-está acá...-Hablé hacia ella balbuceando las palabras y mostrándole la prenda que faltaba. Ella sonrió hacia mi y dio la media vuelta, tardé en reaccionar pero claramente quería que yo le colocara el sostén, así que con cierto nerviosismo me acerqué y coloqué este frente a ella, haciendo que lograra pasar sus manos por los tirantes hasta llegar a la parte tracera, donde lo abrocharía.
Hice todo con la mayor fragilidad posible, aprovechando así que mis manos rozaran su piel cálida.

No pude evitar darle un pequeño gesto con mis labios en uno de sus hombros, donde desde hace rato había localizado un pequeño lunar.

Ella volteó y rápidamente me tomó por los labios, haciendo movimientos lentos pero seguros. Estábamos aún sentadas en la cama, así que ella se inclinó lo suficiente sin soltar nuestro beso y sostuvo con sus manos la tela de mi sostén, sin separarse también me colocó la tela y la abrochó.
Satisfecha se separó de mi con una gran sonrisa y me dio un leve beso en la mejilla.-Preciosa.-Susurró.

¡Me encantaba que me llamara de esa forma!

Ella divisó su camisa gris que se encontraba sobre el colchón y la tomó entre las manos, sin hacer lo que yo pensé que haría, pues en vez de ponersela, ella me preguntó:

-¿Puedo..?-Preguntó haciendo ademanes en querer colocármela. Eso me descolocó por completo, y solo pude asentir con la cabeza.

Suavemente fue deslizando la tela por mis hombros y mis brazos.

Sonrió y le sonreí de vuelta.

-No sabes cuántas ganas tenía de verte así.-Confesó acariciando una de mis mejillas y mostrándome su hermoso hoyuelo.-Es muy cliché, lo reconozco.-Dijo, levantando las manos y sacándome una risa que se escuchó más fuerte gracias al eco de la habitación medio vacía.

La ironía reinaba en este momento, pues se sentía tan llena si estabamos las dos. Como si nada faltase en ese pequeño lugar que ahora era nuestro.

-Pero no pude evitarlo.-Siguió diciendo sin dejar de ver penetrantemente mis ojos.-¿En serio no te dolió?-Me cuestionó, haciendo que mi rostro reaccionara con una mueca confusa. ¿De qué estaba hablando ahora?

-¿Dolerme qué?-Pregunté suavamente, inclinando mi cabeza hacia un lado por inercia.

-Cuando caíste del cielo, ángel.-Respondió riendo de forma dulce.

Comencé a reír por lo tierna que me pareció. La tomé de las mejillas sin querer contenerme y alocadamente repartí besos por todo su rostro, ella se reía y comenzó a hacer lo mismo también.

Nuestras risas fuertes se escuchaban por toda la habitación, de nuevo sentía que podía tocar el cielo con mis dedos

(o con mis labios.)

Katherine, ya soy tuya.

Butterfly (DomKat) [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora