Capítulo 11: "Nunca me amó"

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Némesis.

Creí que había cambiado, que ya no era más aquella niña inocente y destrozada. Me di cuenta que todavía era débil y frágil, y que todo este tiempo solo me forzaba en aparentar que ahora nada me lastimaba, pero volverlo a ver, verlo a él... conocerlo en realidad, por primera vez. Lloré de confusión, de coraje y de dolor. No era él, y por un momento agradecí que no lo fuera, pero después quise que lo fuera, el hombre que me arrebató mi vida, al parecer tenía un hermano, y era gemelo, lo cual era muchísimo peor, ¿en qué más me había mentido Sami? No era hijo único, como un día me lo dijo, tampoco me amaba, tal y como me lo repetía siempre, y aquello, podía dolerme más que cualquier otra mentira.

Odiaba llorar en lugares públicos. Eso significaba que ya ni siquiera podía controlarlo, y no quería esa mierda, las miradas de todos en el autobús. Como quisiera tener un auto y no tener que ver las caras de esas espantosas personas y tener que soportar cada tarde a un hombre acosarme o ver que acose a otra chica.

Al terminar el día, estaba harta, y me convencía de que ya no haría estas cosas mañana, pero había solo una persona que me hacía levantarme cada mañana e ir a trabajar,

Caminé un par de calles hasta llegar a casa. Pronto me percate de un auto desconocido estacionado a un costado de la cabaña. Posteriormente, una chica se asomó y bajó por las escaleras de la entrada.

-¡Nem!-gritó y corrió hacia mí.

-¿Marie?-exclamé confundida. Cuando llegó conmigo me abrazó, y fue el abrazo más sincero que había sentido en años.

-¡Por Dios! He estado buscándote como loca ¡y todo el tiempo estuviste aquí! Debí imaginarlo-se miraba sonriente, feliz, fresca, relajada y muy bonita. Vestía ropa muy femenina y su cabello estaba más largo y oscuro.

-Te vez muy bien, Mar-confesé.

-Pero mírate tú. Estás bellísima. ¿Qué pasó? ¿Por qué desapareciste?-solté un suspiro inconsciente.

-¿Quieres pasar?-ella asintió. Caminamos hacia la acera de la casa y subimos unas escaleras, que, a mano izquierda daban a la entrada de la cabaña, y a su derecha, una bella vista al lago, con barandales en los que podías recargarte y ver hacia abajo tu reflejo en el agua. Más al fondo había otras escaleras que daban directo al muelle y a un jacuzzi viejo.

Metí la llave en el cerrojo y abrí la puerta y nos adentramos dejándola completamente abierta. Cruzamos la sala de esta, la cual estaba formada por dos sofás para tres personas y una alfombra con flores. A mano izquierda se encontraba la cocina y la puerta de la alacena a su costado izquierdo. A la derecha el comedor, alumbrado por una ventana.

Al fondo solo había dos puertas, una habitación y un baño.

-Es muy linda-comentó Mar-Muy acogedora.

-Gracias, ¿quieres café o té?-ofrecí.

-Café está bien-sonrió.

Preparé dos tazas después de calentar agua en una humilde cafetera de aluminio. Todo en esta casa era humildad y necesario, nada a comparación de lo que tenía antes. No me quejaba, pero me daba cierta nostalgia recordar el pasado.

Me senté frente a ella y los primeros minutos fueron de puro silencio. Pude notar en su mirada, algo de lastima y compasión hacía mí.

-¿Qué sucedió contigo, Nem?-cuestionó. Dejé la taza sobre la mesa después de mi primer sorbo.

-Después de la muerte de mi padre, trabajo social me buscó, me llevaron con una familia temporal en donde... no era un lindo ambiente para vivir, entonces, me escapé y vine aquí yo sola.

Ella será amada 《Rami Malek》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora