Capítulo 52: "Falsas esperanzas"

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Miraba mi reflejo sobre el espejo, y no me reconocía. Más que verme como una adulta, pensaba con una, no dejaba de recordar cómo era yo antes, y me sorprendía ver lo diferente que era ahora. Aquella época oscura que viví después de la muerte de mi padre, trataba de olvidarla asistiendo con la terapeuta de la universidad de San Francisco. Cole y yo nos mudamos allí y reanudamos nuestros estudios. A raíz de habernos enterado de mi embarazo, las cosas eran más difíciles. La casa y la ciudad no nos ayudaban demasiado. Mi abultado vientre ya se notaba, pues tenía casi ocho meses de gestación.

La psicóloga era una buena mujer, joven, empática y muy acertada. Sus recomendaciones me hacían reflexionar. Hacíamos ejercicios de autoestima, imagen propia y revivía algunos momentos de mi pasado y me preguntaba que podía hacer para que aquello no me afectara. Dijo que debía empezar con arreglar los lazos con las personas de las que me había alejado, y perdonar a los que me habían hecho daño sin quererlo.

—¿Qué has sabido de Sami?—preguntó aquella ocasión.

—No lo vi después de que estuvo en el hospital—respondí—Cole dijo que está en prisión.

—Él te salvó—recordó—Él solo fue un cómplice, un títere. Quien debe estar ahí aún sigue libre, y me da gusto que ese temor de que ella este suelta haya desaparecido, pero creo que llegó el momento de que vuelvas abrirle tu corazón a Sami, y lo perdones. Solo eso—la miré sin responder—¿No crees que se lo merece?—pausó—El mostró que no le importaría dar la vida por ti. Ni siquiera pensó en su hijo en aquel momento.

Es por aquella sesión, porque estoy aquí, en una gris, áspera y claustrofóbica sala de espera de la prisión de Los Ángeles esperando poder hablar con Sami. Cole no había estado muy feliz con la sugerencia de la psicóloga ni con mi decisión, aun así tuvo que respetarlo.

Unos instantes después de haber llegado, Sami apareció a través de unos barrotes escoltado por dos policías y con uniforme naranja. Su cabello estaba muy largo y estaba recién rasurado. Al mirarme, se quedó atónito y se sentó frente a mí. Sentí compasión al mirarlo.

—Hola, Sami.

—No deberías está aquí, Nem. No un buen lugar—dijo, aun asombrado por mi presencia.

—Tu tampoco perteneces aquí—bajó la mirada con pena.

—Soy un adulto, y estoy pagando por mis errores. Debo estar aquí.

—Salvaste mi vida—me miró—Nunca te lo agradecí.

—Lo haría de nuevo sin dudarlo.

—Pusiste en riesgo tu vida sin pensar en tu hijo, Sami. Tuviste suerte de no haber muerto, estás aquí, pero saldrás. De otra forma nunca podrás volver con él.

—A veces hacemos cosas sin pensar en las personas que queremos. Te hice daño porque todo ese tiempo pensaba en mi hijo, quería hacer algo bueno por ti—sonreí con melancolía—Te hice mucho daño. Ya no eres la niña feliz que conocí antes y de la que me enamoré.

—No iba serlo toda mi vida. Las cosas suceden por algo. Ahora voy a terapia, y es en parte porque estoy aquí—me miró con atención—Estoy comenzando una nueva vida. Me mudé a San Francisco y entré en la universidad para poder dirigir el internado. Estoy sacando todo lo malo de mi vida y todo el resentimiento y el odio de mi corazón. Estar aquí en el primer paso—coloqué una mano sobre la suya—Te perdono, Sami—sus ojos se cristalizaron—Fuiste el primer hombre que ame y el primero que me destrozó. Y tienes razón, ya no soy esa niña, ahora soy una mujer fuerte e independiente, y en parte es gracias a ti—sonreí. El colocó su otra mano sobre la mía.

—Desearía que todo hubiera sido diferente—dijo con un nudo en la garganta—Que tú y yo pudiéramos haber estado juntos, formar una familia. Eres una mujer increíble y siempre voy amarte, pero ahora solo quiero verte feliz, a ti y a mi hermano. Es lo único que pido.

—No sabemos lo que la vida nos tenga preparado, Sami. Quizá podamos ser felices pero cada quien por su lado—asintió levemente entendiendo a que me refería.

—Tengo que irme—espeté después de unos segundos. Me levanté de mi asiento y el me imitó. En ese instante, su mirada bajó a mi vientre, el cual sobre salía a través de mi gruesa gabardina de invierno.

—¿Estás embarazada?—preguntó casi sin aliento y con la quijada abierta.

—Esta es mi nueva vida y estoy muy feliz—comenté y el se quedó sin palabras—Deseo que tú puedas recuperar este tiempo con tu hijo. Adiós, Sami—murmuré. Dí media vuelta y me marché.

Cole estuvo molesto todo el camino a casa. No preguntó nada y yo tampoco le dije nada. En cambio, al llegar a casa, dijo que tenía que ir a Los Ángeles a un congreso de derecho mañana por la mañana. Se durmió temprano y en la mañana ya no estaba. Era sábado, y yo me quede en casa. Después de desayunar, me recosté sobre el sofá y navegue en mi teléfono un rato. La bebé se movía descontrolada y siempre que lo hacía, me acordaba de Suzie. Aun no sabía nada de ella. Pronto quise saber por lo menos si la búsqueda seguía abierta en el departamento de policía de Los Ángeles, así que llamé.

—Policía de Los Ángeles, ¿en qué puedo ayudarle?—contesto una mujer.

—Buen día, soy Némesis y hace unos meses reporté una desaparición, su nombre es Suzie Todd—hubo un corto silencio en la otra línea—Quiero saber si la investigación y búsqueda sigue abierta. Sé que el sospechoso sigue prófugo y ella podría estar en cautiverio todavía.

—Disculpe un momento, señorita—dijo y su voz desapareció casi por un minuto—Señorita—me llamó—La investigación está cerrada desde octubre del año pasado.

—¿Qué? ¿Por qué hicieron eso?—exploté.

—La chica fue encontrada ese mismo mes ahogada en el lago de la autopista de la avenida 85—abrí los ojos de sorpresa.

—Eso no puede ser—susurré atónita. Ese lago daba directo al de la cabaña.

—El señor Malek, tutor, firmó los papeles de defunción el mismo día que la encontraron—comencé a temblar, un gran enojo y tristeza subió por todo mi cuerpo.

—¿Señorita?—habló la mujer y entonces colgué. Comencé a llorar.

No podía creer que Rami me había ocultado algo tan importante. Y eso no era lo peor, pensar que Suzie no tuvo un funeral, o un entierro digno, me inundó la tristeza. Ella era lo que me mantuvo viva después de todo, imaginar que ella volvería a estar a mi lado, que conocería a mi hija y que podría completar mi familia, un lindo equipo de tres chicas supervivientes. Toda aquello eran falsas esperanzas.

Lloré desconsoladamente y tiré todo a mi alrededor. Tenía tantas emociones que quería soltar, pero el estar sola no me ayudaba. Necesitaba estar con alguien, necesitaba reclamárselo a él y pedir una explicación y saber que hicieron con su cuerpo.

Cuando me tranquilicé, viaje a Los Ángeles en un autobús. Llegue alrededor de cuarenta y cinco minutos, de la estación, tome un taxi hacia la mansión. Pronto, los nervios se invirtieron, Rami iba a verme embarazada, temía que comenzara a hacerme preguntas, porque, realmente no estaba tan segura quien era el padre de la pequeña, y que, los únicos que sabían eran Cole, mi psicóloga, todos en la universidad, y ahora Sami.

Estando detrás de la puerta, muchos recuerdos me invadieron y pronto me arrepentí de lo que iba hacer, pero quería sacar esta frustración que tenía, estuve varios minutos ahí de pie, hasta que me arme de valor, pero antes de poder golpear la puerta con mis nudillos, alguien me sujetó por detrás y me tapo la cara. Forcejee y grité pero entre dos personas me cargaron y me aventaron a lo que parecía ser la parte trasera de un auto.

Ella será amada 《Rami Malek》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora