Una despedida puede ser muy cruel dependiendo de cómo se vea. Aunque hay unas que más bien son agradecidas. Pero cuando no sabes si lo que tienes es bueno o malo el despedirse llega a resultar confuso. Debes pensar en qué será mejor para ti o para los que te rodean.
Normalmente una despedida está acompañada de lágrimas y tristeza, aunque muchas otras solo traen cosas que te beneficiarán más en un futuro. Pero eso nunca quita el sentimiento de malestar durante un tiempo.
Había ventanas en la habitación, aunque eran muy pequeñas. El lugar se componía más que todo por cemento y paredes grises, nadie pensaría que la habitación dorada estuviese allí. Parecía una especie de yunque.
Alexhander miraba por la ventana aquella mientras se encontraba furioso consigo mismo, ¿cómo podía permitirse salir herido? No era digno de él. Y pensar que Kael lo había salvado. Debía empezar a independizarse más, ser como su padre, él era el único ejemplo que debía seguir.
–Veo que está despierto –dijo de pronto la voz de Joselyne a su lado, abriendo la puerta metálica y entrando con miedo a la estancia. Rápidamente se sentó en una pequeña silla a su lado.
–Desde hace días por si te tomaste la molestia de preguntar –contestó él mirándola con tristeza y furia al mismo tiempo, puedo ver cómo ella temblaba ligeramente.
–De hecho, sí lo hice. Tengo entendido que lo operaron y fue un éxito, despertó cinco horas después sin ninguna secuela, pero se debe quedar en cama al menos doce días –dijo ella como refugiándose en eso, tal vez agradeciendo que lo había averiguado antes de entrar a aquel lugar.
–Así es. Pero todo se cae lentamente Joselyne –miró de nuevo por la ventana, había hecho todo un buen plan como para que por culpa de ella ya no sirviese–. Pensé que al menos harías bien el papel de esposa, pero ni para eso serviste.
–No me agrada nada el ambiente. Las drogas, el dinero, las joyas. No nací para esto a diferencia de usted –se quejó ella.
–Normalmente mato a la gente que no me sirve –continuó él sumergido en su mente y pensamientos.
–Puedo servir en otras cosas –dijo Joselyne provocando que él la mirase de nuevo a los ojos, tenían un color precioso debía de admitir.
–Pues en la cama me quedó claro que no, como esposa menos. No te metería en las cocinas, ni para fabricar mercancía. No confío en acercarte a un teléfono siquiera.
–Podría llevar la mercancía –eso hizo que él entrecerrase los ojos y casi riese.
–Es el trabajo más arriesgado de todos.
–Creo que dejé claro que prefiero mantenerme con vida, pese a todo.
Eso de le dio una idea, podría ponerla a prueba, darle un trabajo. Y que los demás se aguantasen. Vaya esposita de mentiras se fue a conseguir. El problema era que solo verla le hacía sentir que debía protegerla, ni todo el enojo del mundo haría que le pusiese una mano encima. Su belleza era tal..., como una flor en medio del barro. Y esos ojos... solo su aspecto lo podría enamorar, que tonto era. Le daba risa pensar así de sí mismo, que él pudiera ser tan débil.
–Adelante entonces, hablaré con Kael para que te asigne un trabajo. Luego veremos que hacer, cuando salgas búscalo y dile que venga.
–De acuerdo –contestó ella suspirando. Pero no se fue de allí, permaneció un rato mirándole la herida vendada en el abdomen–. Me preocupaste ¿sabes? Luego me enojé porque solo me denigraste, el todo poderoso jefe del Diamante Escarlata debería aceptar ayuda de vez en cuando –luego de eso se puso en pie y salió.
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El Diamante Escarlata
ActionJoselyne es una chica llena de aburrimiento en su vida como recepcionista. Una noche se ve raptada por un hombre de ojos gris azules quien le propone un simple contrato, ayudarla con su negocio y conseguir el diamante más caro del mundo, o morir. Pe...