Capítulo 9: Historia

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Una historia variaba de una persona a otra. Algunos cuentan las suyas con miedo, alegría o frustración. Ya que la mayoría al recordar viven levemente aquello. Pero una vez que algo se convertía en tu pasado era de inmediato tu historia, una muy larga, tanto, que si contases los detalles nunca acabarías. Pero por ello la mente olvidaba, para que no se recuerden sucesos horribles, y en caso de hacerlo, omitir detalles innecesarios, concentrándose en lo principal, para acabar rápidamente.

Así que no importaba tu vida, la historia la formaría el destino. Mostrándote cosas feas o alegres cada cierto tiempo. Dándote todo tipo de emociones para recordar.

–Pero para entender mejor todo, lo ideal sería empezar desde un inicio. Te pido un poco de paciencia –dijo ella inhalando con miedo, antes de empezar el relato.

>>Recuerdo a mi madre, de cierta manera, sé que tenía el pelo del mismo color que el mío y que era alta, aunque probablemente solo sea así al ser el recuerdo de una niña. El punto es que desconozco la razón, pero un día, cuando yo tenía cinco, ella salió a trabajar, y no volvió. En su entonces supuse que me había abandonado, no me puse a pensar si algo malo le había ocurrido, mal de mí aquello, ya que ahora me arrepiento de no haberla buscado –la recordaba con cariño, pero muchas veces cuando veía a familias felices se culpaba por ello, por ser una torpe niña que pensó que su madre la había dejado sola, cuando pudo incluso haber muerto sin que ella se enterase.

>>Viví comiendo de la basura hasta que me recogieron los del orfanato, escapé de varios, aunque un día una pareja de ancianos decidió adoptarme –Joselyne sonrió débilmente al recordarlos-. No tenían mucho dinero, sin embargo, eran una familia estable. Lograron pagar mis estudios en secretariado bilingüe antes de que el cáncer se lo llevase a él y la pena a ella. Su enfermedad empezó al cumplir yo los dieciséis y murió cuando llegué a los veintidós.

>>Todo pasó muy de pronto, ahora que lo pienso bien, quizás un mes o poco más desde que ellos murieron, un hombre me secuestró. La razón, fácil, querían ver cuánto dinero sacaban de mí. Mi secuestrador se llamaba Nathaniel, era un chico valiente, aunque sin una posición alta en el grupo, su cabello era negro y sus ojos marrones, alto y mediano de musculatura. Al parecer le caí bien, y como yo, llegó allí sin querer. Él se encargó de defenderme ante todos, incluso ante el mismísimo jefe de Oro Negro, su grupo. Decidieron al final que si les era útil en ese mundo me perdonarían la vida. Entonces Nathaniel me enseñó a usar una pistola, defensa personal y demás. Como le resulté útil al jefe me permitió tener un espacio en todo eso, aunque nunca en los tres años que permanecí con ellos, pude salir de aquella estancia, mi trabajo era desde el interior.

>>Nathaniel y yo nos enamoramos, supongo que por el tiempo que pasamos juntos, o por su valentía al desafiar las reglas para darme un grano más de libertad. Me llevó a ver el jardín cuando tenía prohibido hacerlo, un día incluso intentó sacarme de la mansión, pero nos atraparon y encerraron como castigo.

>>Lo que no supe hasta el final fue, que justo como Diamante Escarlata ahora, había traidores entre ellos, desmoronando la antigua unión desde dentro, rompiendo la confianza y matando a los inservibles, cuando me di cuenta, había muchísimas menos personas en el grupo. Recuerdo... hubo muchos problemas con ello, el jefe se volvió un tanto loco... -Joselyne empezó a temblar mientras veía a la nada- él, intentó tomarme, hacerme su mujer. Nathaniel se enteró y corrió a ayudarme, pero el jefe lo esperaba con un arma sobre la cama, y mientras me tenía amarrada a una silla vi cómo se golpeaban y disparaban, todo esto porque él creía que Nathaniel era el traidor. Al final ambos murieron por la mano del otro, dejándome sola mirando aquella escena.

>>En toda la mansión se desató la furia, todos matándose los unos a los otros, buscando traidores que no eran más que fantasmas. El padre de Blake me encontró, yo era su amiga, me soltó y llevó a la salida, o eso supongo porque al estar en sus brazos terminé por desmayarme.

El Diamante EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora