Capítulo 14: Discusión

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Una discusión podría ser temida por muchos, dados los diferentes puntos de vista que en ella se trataban. Mientras otros, simplemente defendían lo que creyesen con uñas y dientes. El asunto es que, si nos ponemos a pensar en ello, se supone que uno de los, al menos dos involucrados, va a tener la razón.

A veces la discusión podría unir más, demostrando lo que se piensa y lo que el otro cree, llegando a un acuerdo entre ambos, ya sea porque uno gane o porque un punto aparte lo consiga.

Llevaba casi una semana allí y le parecía una porquería esperar. El aire de la Ciudad de Zafiro le resultaba un tanto asfixiante, y no es que hiciera calor realmente, la temperatura se mantenía a unos dieciséis grados centígrados, pero comparado con Ciudad de Diamante y sus diez, había una gran diferencia.

Aparte de que se estaba muriendo de ganas de ver a su marido, Alexhander y ella habían hecho un plan, pero hasta el momento no daba resultados, sería solo cosa de tiempo, pero este pasaba muy lentamente a los ojos de Joselyne.

–Antoine, quiero ir a comer a algún lugar –dijo Joselyne con aire pomposo, desde la silla aterciopelada del salón.

– ¿Alguno es específico? –preguntó el hombre con escondida furia. Aunque lo había estado tratando como a su esclavo personal desde su llegada a la ciudad.

–No, sigo sin conocer bien los alrededores –contestó encogiéndose de hombros y poniéndose de pie, con rumbo al auto.

Antoine era uno de los hombres con más bajo estatus dentro de Diamante Escarlata, y estaba al servicio de Blake. Era delgado y huesudo, bajo sus ojos resaltaban unas grandes bolsas violáceas a causa de no dormir, y la esclerótica tenía venitas rojas que hacían notar su iris oscuro de un marrón más claro. Al menos, al ver a su jefa tuvo la decencia de cortarse el pelo y rasurarse la barba de mendigo. Aunque nunca se quitó su sudadera negra con gorro, su completa presencia era como un ente oscuro, por toda la ropa del mismo color que llevaba. Joselyne no tenía idea de cómo este hombre podía servir a Blake.

Y ahí donde se le veía de demacrado, llevaba quizás unos meses de haber dejado su adicción por las drogas. Ya que, según información de Richard, la policía lo había atrapado, y lo mantenía vigilado. Lo que podía significar traición, ya que la bofia no dejaba a alguien que había cometido muchos crímenes, libre, así como así. La excarcelación tenía su precio.

–Señora –la llamó él, sujetándola por el antebrazo derecho con fuerza, justo antes de que cruzara por el umbral.

– ¿Qué? –cuestionó irritada.

– ¿Por qué está realmente en la ciudad? ¿Dónde está su esposo? ¿No es la jefa? –interrogó con cierta desesperación, lo cual llevó a Joselyne a pensar en el penoso comportamiento de una persona como él.

–Sí lo soy. Y mi marido no me pudo acompañar por razones ajenas a ti, está muy lejos justo ahora. En cuanto a lo primero, no tengo porqué responderte, puedo hacer lo quiera, ¿no?

–Entonces está sola –dijo con una voz malvada, quizás tuviese la intención de abusar de ella. Sin querer dio un paso hacia atrás.

Pero el chico, soltándola, solo sacó un teléfono y lo alzó en alto, pulsando un botón que envió un mensaje. Joselyne pudo ver claramente como decía "Policía" en el contacto. Ella retrocedió nuevamente.

– ¿Por qué haces esto? –dijo con aparente miedo mientras ponía las manos tras la espalda. Aunque Antoine, ante eso, sacó un arma y apuntó con ella a Joselyne.

–Ustedes no hicieron nada por mí, me atraparon, y no me sacaron, dejaron a mi familia morir. No les importé en lo más mínimo –exclamó con visible saliva volando por el aire, brillando con la poca luz que entraba por los pesados visillos.

El Diamante EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora