Los celos se podían manifestar de diferentes formas, como, por ejemplo, la envidia a alguien que es mejor que tú. No necesariamente era cierto, pero la gente tendía a tomárselo muy enserio, sobre todo por su falta de autoestima. Un problema que fueron causando los seres humanos a sí mismos, creer que son menos por no ser perfectos, lo que no entienden, es que nadie lo es. Simplemente ven los estereotipos como un ejemplo a seguir.
Pero la segunda forma más común de ver los celos, era cuando alguien más estaba cerca de un ser amado, normalmente la pareja. Aunque los problemas se reducen a lo mismo, pensando que son menos que aquel otro, y por ello, su pareja no le vería. Esta clase de sentimiento no era más que una maldición que perseguía a cada persona, aunque dependía de cada quien si, prestarle atención y caer en esa desesperación que producía, o ignorarlo y seguir con su vida.
–Antes era Kael quien desde otro edificio vigilaba la situación, así que sí, justo ahora se está arriesgando, suponiendo que ella piensa que Kael la vigila.
– ¿Sabía que le apuntaban? –preguntó confundida.
–Sí, sería de tontos reunirse sin protector, aunque bueno, eso hace Alex justo ahora –respondió Richard girando ligeramente en la silla, mirando atentamente a Joselyne–. ¿Usted la conoce?
–No sabía quién era realmente, pero fue mi amiga por muchos años –dijo entre dientes–. ¿Cada cuánto viene?
–Una vez cada tres meses, serían cuatro al año.
– ¿Y se va al final del día? –preguntó entrecerrando los ojos.
–No, permanece en una habitación de invitados hasta el día siguiente.
–Hmm... –comentó ella con un tono de sospecha– No usa dicha habitación, ¿verdad? –dijo al observar como Brienna pasaba su mano delicadamente por el brazo de Alexhander.
–No sabría decirle –enunció él bajando la cabeza, ganando una mirada furiosa de Joselyne.
–Claro que lo sabes. O ¿eres tonto? –su tono reflejaba una calma dispuesta a matar a quien tuviese en frente.
–No, ella...
–Responde –presionó.
–No, no usaba su habitación –contestó Richard, sintiéndose momentáneamente como un estúpido. Pero ella era la señora, no tenía por qué ocultarle cosas, así que luego Alex no le podría decir nada al respecto–. ¿Está enojada? –preguntó al alzar la cabeza y mirarla.
–Para nada –respondió como si no le importase, dirigiéndose hacia la puerta.
– ¿No pensará ir y encontrarse con la señorita Brienna?
–Claro que no, eso sería un problema –abrió y salió rápidamente.
–Sí estaba enojada, ¿verdad? –le preguntó a Bianca, él sinceramente no entendía a las mujeres. Su asistente lo miró como preguntándose si aquello iba en serio.
–Por supuesto, y mucho –respondió la mujer mirando a su jefe un momento, para luego seguir en lo suyo.
Joselyne por su parte, al salir del lugar, se vio encandilada por la claridad que entraba por los ventanales. Aunque decidió ignorarlo y seguir caminando rumbo a su habitación, donde tomó su bolso. Luego se dirigió hacia la salida trasera, se adueñó un auto, y arrancándolo, condujo para el hospital.
Kael había sido trasladado a otro centro médico, uno más cercano a la mansión. Así que quería verlo, si bien hacía poco que lo habían dejado, ahora no tenía nada mejor que hacer.
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El Diamante Escarlata
AçãoJoselyne es una chica llena de aburrimiento en su vida como recepcionista. Una noche se ve raptada por un hombre de ojos gris azules quien le propone un simple contrato, ayudarla con su negocio y conseguir el diamante más caro del mundo, o morir. Pe...