La traición puede venir de cualquier parte, fluye como un río, de un lugar a otro, arrastrando a los demás sin importarle si estos son dañados. Aunque viéndolo desde otra perspectiva, puede ser considerado una mentira, y si mentir es traicionar entonces todos lo hacen constantemente. Diciendo cumplir con su palabra y al final solo convirtiéndose en delatores y conspiradores, esperando el momento justo para afligir lo mejor posible al enemigo. Algunos lo ven como algo que no tiene perdón, y es que, si te has esforzado mucho por algo y luego te traicionan, dejando eso venirse abajo, como un castillo de arena al ser destruido, ¿cómo perdonar en ese caso? Porque debería de existir una manera, ¿aunque cómo alcanzar esa respuesta tan difícil que la vida misma esconde? Incluso el corazón más noble puede hacerse oscuro ante una traición, mentiras que solo llevan a más mentiras. Daño que solo aumenta con el paso del tiempo. Pero odiar también es malo, así que ¿cómo no odiar a quien traiciona?
El lugar seguía siendo el mismo que el día anterior. La música como leves golpes, y los hombres gritando con fascinación. Sinceramente Alexhander no encontraba nada en aquellas mujeres que se pudiese comparar siquiera con Joselyne, así que su atención solo estaba fija en lo que debía hacer.
No es que fuera inútil y le resultara imposible, pero no acostumbraba trabajar con tan poca gente, Kael era excelente y siempre había cuidado su espalda, aunque en cualquier momento Adil los podría sorprender, rodeándolos por, al menos, quince personas, sería difícil incluso si el número aumentaba. La gente no eran solo sacos que tirabas, y que, al dispararles morían con facilidad, no, en este mundo las personas eran habilidosas en lo que hacían. Si su experiencia iba dirigido a la pelea, serían versados en ello y no fáciles de matar. Se suponía que al ser el líder debería ser más capaz que el resto, y hasta donde Alexhander sabía, era cierto, pero al final siempre sería un humano como cualquier otro, y estaba limitado en mucho.
Kael sacó un clip y un destornillador para empezar a trabajar en la cerradura de la puerta metálica que daba a la oficina de Adil. Alexhander mientras tanto miraba alrededor para que nadie los viese, aunque el estar en otra planta facilitaba las cosas. Con un pequeño sonido la puerta cedió y Kael sacó su arma, apuntando al frente mientras pateaba con fuerza la entrada.
Alexhander se unió a él con pistola en mano, pero no había nada. El escritorio se encontraba vacío de papeles y las estanterías del fondo sin carpetas, como si se hubiesen mudado. Aunque la pequeña caja fuerte seguía allí.
–Nada –susurró Kael bajando el arma, aunque sin guardarla.
–Ayer revisaste el lugar con Richard. ¿Algo importante? –preguntó Alexhander revisando cajones rápidamente.
–La caja cuenta con clave numeral –señaló Kael–. Hay mil posibilidades y me niego a ponerlas todas. Probablemente esté vacía como el resto o con cosas inútiles –se encogió de hombros.
–No puede haberse marchado, así como así, tiene un negocio. De todas formas, solo será para engañarnos. Algo importante tiene que haber aquí –insistió Alexhander con cierta prisa.
–Sabe que Richard es hacker, no habrá nada –insistió Kael.
–A menos que supiera que no vendríamos con él –pensó Alexhander en voz alta.
– ¿Cómo tendría conocimiento de ello? –inquirió Kael confundido, aunque viendo la caja– Richard dijo que yo era su escolta y tú el de Joselyne.
–No me conoce... pero sería fácil notar mi presencia si alguien me describe. Aparte de que él mismo lo dijo; "no es bueno que la señora ande por allí sin su marido". Si alguien filtró información de mí, sabría perfectamente quien era –empezó a decir Alexhander, dando vueltas por el lugar, pensativo.
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El Diamante Escarlata
AcciónJoselyne es una chica llena de aburrimiento en su vida como recepcionista. Una noche se ve raptada por un hombre de ojos gris azules quien le propone un simple contrato, ayudarla con su negocio y conseguir el diamante más caro del mundo, o morir. Pe...