Un impacto era normalmente producido por un proyectil contra su blanco, hablando de armas es un término reconocido. Sin embargo, también se puede referir a un evento en nuestra vida, que nos marca como una cicatriz, y permanece allí durante mucho tiempo. Llegando siempre de manera inesperada.
La comida fue inmediatamente servida por los empleados, ya que, en realidad, en la mesa solo debían estar esas tres personas. El resto comía en sus puestos de trabajo o respectivas habitaciones, no era una ley establecida, sino que, por lógica, así lo hacían.
Brienna se comía las cosas lo más rápido posible, sin perder el encanto refinado. Cada cierto tiempo miraba a la pareja, que se daban miradas cómplices y hablaban de diferentes cosas, más que todo de un tal bar.
– Y dime Brienna, ¿cuánto durará tu estadía? –preguntó Joselyne mirándola a ella y cambiando de tema. Brienna no pudo evitar toser ligeramente. Por su parte, realmente apreciaba esa amistad, pero la veía caerse a pedazos con cada segundo que pasaba.
–Mañana me marcho –respondió siguiendo en lo suyo.
– ¿Tan rápido? Pensé que podríamos pasar un tiempo juntas, ya sabes, de amigas –dijo la señora en un tono de queja.
–No creo que sea adecuado. Y, de todas formas, puede ser riesgoso salir de este lugar –respondió manteniendo su frialdad en la cara. Que pensasen que era la mala en todo esto, le daba igual, ya había perdido lo único que quería mantener, de todas formas.
–Hay que tomar esos riesgos algunas veces, de lo contrario solo pasaremos a ser sospechosas –comentó Joselyne encogiéndose de hombros–. Anda, vayamos a una cafetería, aunque sea.
–El café de aquí me parece exquisito –dijo ella mirando de nuevo su comida.
–Sabes a lo que me refiero –mencionó entrecerrando los ojos.
Sería claro que estuviese enterada de su relación con Alexhander, así que probablemente le echaría eso en cara y dejaría de lado las amabilidades que ahora mostraba. Que difícil, era su decisión dejar que le gritasen o le guardasen rencor para toda la vida, no es como si le gustase alguna de las dos.
Su amistad estaba destruida ya, por dos cosas; el hecho de que se había acostado con el marido de su amiga, y que le ocultara permanecer a la mafia. Todo un caso.
–Si voy deberé contar con seguridad, no me lo pueden prohibir –comentó mirando a Alexhander.
–Me parece bien –respondió él.
–Entonces aceptaré salir un momento, pero no puedo tardar mucho, no soy ociosa –dijo Brienna con una sonrisa.
–En ese caso, nos vemos en la entrada dentro de dos horas –dicho eso se levantó y miró a su esposo–. He terminado, me retiro a arreglarme.
Adiós hermoso vestido, cambiaría totalmente de apariencia. Después de todo, así eran las mujeres que se lo podían permitir, Brienna probablemente hiciese lo mismo, de todas formas.
–Brienna, ¿a qué viniste realmente? –preguntó Alexhander una vez quedaron a solas.
–Ya te lo dije, nos estamos trasladando –respondió dándole un último sorbo al zumo de naranja.
–No te creo –sus ojos se entrecerraron.
–Dile a tu gente que lo averigüe –dijo poniéndose en pie y alejándose de la mesa–. No te miento.
M
Joselyne esta vez vestía un conjunto blanco, la blusa era de botones y sin mangas, con ciertas líneas verticales de un tono celeste. El pantalón era pegado al cuerpo y en sus pies iban unos tacones plateados.
ESTÁS LEYENDO
El Diamante Escarlata
AzioneJoselyne es una chica llena de aburrimiento en su vida como recepcionista. Una noche se ve raptada por un hombre de ojos gris azules quien le propone un simple contrato, ayudarla con su negocio y conseguir el diamante más caro del mundo, o morir. Pe...