La oscuridad es la única cosa que tengo siempre conmigo, es lo único que siempre me acompaña. Cuando era pequeño y veía a mi padre llegar a casa con manchas rojo oscuro en su ropa mi inocencia me hacía pensar que era pintura, o quizás algo de tinta.
Cuando lo acompañe por primera vez a su trabajo me sorprendí al escuchar los gritos ahogados y los sollozos de una niña que seguramente sería menor que yo, la escuchaba llamar desesperadamente a su madre mientras mi papá hacía algo de lo que yo no tenía conocimiento con ella. No recuerdo claramente ese día porque me desmaye del miedo, pero recuerdo claramente los golpes que me propino mi padre ese misma noche por no ''respetar'' su forma de trabajar y por ser un niño cobarde, o por hacer demasiadas preguntas.
Yo era un niño con esperanzas y alegrías. Sueños y fantasías, que se basaban en mi enorme imaginación. Quería ser tantas cosas, y crear muchas otras como cualquier niño. Cuando tenía ocho años le dije a mi padre que quería ser un ninja- Lo sé, les sonara chistoso pero todos tenemos una época de querer ser ''ninja'' o una ''princesa''- mi padre empezó a entrenarme, yo tenía la completa seguridad que lo hacía para que me convirtiera en un destacado ninja. Obviamente me equivoque.
A los diez años le comente a mi padre que me gustaban los animales y ayudarlos, así que quería ser veterinario cuando fuera adulto. En un principio él me felicito pero luego me llevo de viaje, un viaje de caza para ser más exacto. No recuerdo cuantos ciervos y conejos degollé, pero aún tengo las cicatrices que conseguí por oponerme ó llorar.
A pesar de las cosas horribles que había pasado aún había una pequeña luz en mí que podía ser salvada. Una luz que sollozaba y rogaba piedad. Una luz que nadie ayudó y que a mis cortos doce años se apagó repentinamente en el momento que asesine por primera vez a una persona.
Antes de hacerlo mi padre me había dicho que ese trabajo me convertiría en un hombre hecho y derecho y que así los enorgullecería a él y a mamá.
Recordaba todo sobre mi primer asesinato, todas sus expresiones. Recordaba claramente sus gritos y sollozos. Y recordaba como finalmente la abracé y escondí mi cara en la curvatura de su cuello. Y a pesar de lo que yo le había hecho a ella, uso sus últimos minutos para devolverme el abrazo con poca fuerza y acarició mi cabello. Hice que ella me consolará como si yo hubiera tenido más sufrimiento.
Ese día lo perdí todo. En un minuto me convertí de niño a un asesino. Un cruel y cobarde asesino que sigo siendo hasta ahora.
Todos esos recuerdos se apelmazaban en mi mente mientras su sangre escurría lentamente por mi mano, empapándola del líquido tibio y carmesí salido de sus venas. Era hermoso y a la vez horroroso. Murmure un casi inaudible ''Lo lamento'', aunque sabía que no serviría de nada. Eran palabras vacías al fin y al cabo.
Sabía que a ese chico le dolía horriblemente, no podía ignorar sus gemidos y sus gritos desgarradores que hacían que la piel se me erizara de horror. Era mi trabajo, pero aún no me acostumbraba a dejar de sentir empatía del todo.
Unas rápidas imágenes cruzaron mi mente y pequeños signos de tristeza invadieron mi ser. Este chico frente a mí como muchos otros había confiado incondicionalmente en mí, había creído que yo sería su amigo sin más. Y se equivocó brutalmente, yo solo soy un asesino a sueldo, uno más del montón que existen en este mundo. Una de esas personas que nadie quiere conocer ni ver, que a nadie le interesa amar o consolar. Soy solo un desperdicio de aire para la humanidad y debo aceptarlo y seguir viviendo como la basura que soy hasta que me pueda recuperar. Aunque claro, no es como que ese día vaya a llegar.
Estoy hecho, o mejor dicho me han entrenado para esto: para matar sin compasión, para engañar a todo aquel que algún día confié en mí y para ser incapaz de tener sentimientos. O al menos se suponía que debía reprimirlos.
Es una vida de mierda, pero no es como que tenga alguna otra opción y es un agujero del que ya no podré salir. En este mundo existen solo tres tipos de personas, las presas, los cazadores y los que trabajan para un cazador aspirando ser uno algún día, o algo así. En este momento yo soy del la última categoría, y si quisiera dejar el mundo oscuro en el que he caído y pasarme a la vida normal, con las personas felices y sin remordimientos no tardaría alguien en cazarme. Créanme detesto mi trabajo, pero el miedo a morir o sufrir se sobrepone a mi moral.
Retiré el cuchillo de su blando estomago con suavidad y lo miré a los ojos, esos ojos abiertos completamente, con las pupilas contraídas y con torrentes de lagrimas que desbordaban de ellos. Un hilillo de sangre se deslizo por su barbilla cuando abrió la boca con dificultad solo para soltar un último y ahogado gemido de dolor y luego cayó en mis brazos con todo su peso.
Había muerto en mis brazos como muchas otras personas en los últimos años. Había muerto mirándome, llorando por el dolor que yo le había causado y por la confusión del momento. Había muerto aterrorizado de una persona en la que había confiado. ''Lo siento tanto'' murmuré otra vez pensando que las palabras aliviarían un poco mi culpa, pero era obvio que me equivocaba... ya lo había probado otra veces.
Sentía su cuerpo inmóvil sobre él mío y en ese instante me permití solo unos segundos de debilidad, unos segundos para actuar lo más humano que pudiera. Lo abracé con todo el cariño que enserio le había guardado. Escondí mi cabeza en su pecho intentando no oler la sangre y el sudor que estaba por todo el ambiente. Lloré, silenciosamente pensando en algunos momentos que habíamos tenido juntos, en su sonrisa y en nuestra última mirada.
Mi modus operandi siempre había sido el que más me dañaba, me acercaba al objetivo- puedo actuar carismático así que no se me dificulta hacer amistades- y hacía que él o ella confiaran incondicionalmente en mí. Luego los asesinaba.
Limpie mi cuchillo rápidamente, lo guardé en el bolsillo izquierdo de mi pantalón como siempre y aparte mi cabello azabache de mis húmedas mejillas. Vi por última vez el cuerpo de un chico que pudo haber llegado a ser un amigo esencial en mi vida, y como la basura que soy lo dejé tirado en el congelado piso. Abandonado a su merced.
No podía permitirme más sentimentalismo. No debía mirar atrás.
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------Aviso: Los capítulos están intercalados por personaje, en este narra Allen por lo que el próximo es narrado por Lau. Trato también de dejar en claro quién narra al principio del primer párrafo o en las fotos que acompañan los capítulos.
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Love & Murder
RomanceAllen Fold es un chico de diecisiete años sin ilusiones o esperanzas en la vida. Desde pequeño su mundo ha sido cruel y despiadado todo gracias al peculiar trabajo que su padre lo obliga a ejercer. Allen es un sicario, es el encargado de ''sacar de...