XXV - Alma

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Las voces de los presentes se oían confusa y lejana, como si me hubiesen metido dentro de una burbuja. Mi nivel de comprensión se había nublado por completo, y solo podía pensar en el fuerte dolor de cabeza que estaba sintiendo en aquel momento.

Me encontraba dentro de ese estado en donde no sabes dónde estás, o como, ni cuando, ni qué. Esos estados donde la nebulosa confusión se apodera de tu capacidad de sentir, y por un instante te olvidas de todo. 

Solo por un instante. Luego todos los recuerdos de lo último que hiciste te vienen a la mente de golpe junto a la sensación de miedo, el dolor, la adrenalina y una gruesa gota de sangre que resbala desde tu cuero cabelludo, ahí, donde te han golpeado, es entonces cuando comienzas a entrar en pánico y lo único que deseas es liberarte de las cuerdas que te pegan a la silla, prender fuego todo hasta los cimientos de aquella precaria cueva maloliente e irte de vuelta a la academia con tu mejor amiga y tu hermano.

Pero yo no podía hacer eso. Aun si escapaba, mis posibilidades eran cada vez más escasas contra cuatro strigois y… Thom.

Aun no podía creer que Thom hiciera todo esto; Secuestrar a Oriana y traerla aquí, a este asqueroso lugar. Por muchas razones esto podía considerarse una traición, no podía siquiera imaginar que habría pensado ella al darse cuenta de que su novio, una de las personas más cercanas a ella, en quien depositaba su completa confianza, ahora la estuviera traicionando y se haya convertido en su secuestrador.

Busqué a Oriana con la mirada  y noté como ella también salía de su estado inconsciente para caer en esta pesadilla en la que nos encontrábamos.

Sus ojos se encontraron con los míos y por un instante percibí temor y urgencia en ellos, pero luego su mirada se oscureció y se llenó de rencor.

– ¡Oleg!

Apenas levanté la vista para ver de quien era esa voz y a quien se estaba dirigiendo.

– ¡Ya despertó! – Anunció la misma voz de la mujer strigoi.

El aludido se acercó a Ori y la obligó a apartar sus ojos de mí para mirarla fijamente a la cara.

– Tiene tus ojos. – Dijo con un tono de voz tajante. Luego sonrió mirando a la mujer. – Son hermosos, pero lo serán aún más cuando despierte.

Oriana amplió los ojos y el terror se reflejó en ellos. Noté como las palabras de una idea comenzaban a atorarse en su boca.

– Suéltala. – Espeté yo, para mi sorpresa, y para la de los demás presentes.

Los strigois que se encontraban alrededor de Oriana me miraron atónitos y curvaron una sonrisa burlona en el rostro.

La strigoi que nos había recibido se acercó a mi rápidamente y me agarró fuerte del el mentón y me obligó a mirarla en señal de advertencia. Sus uñas comenzaron a clavarse en mi piel y llegué a pensar que me mataría en ese mismo momento.

– Esa moroi es una Dragomir. – Dijo la strigoi que se encontraba al lado de Oriana. Su tono de voz era recelosa, llena de curiosidad e interés.

– ¿Cómo sabes quién soy? – Logré decir de mala gana.

– Entonces es cierto, Verónica. – Dijo el hombre strigoi llamado Oleg que se encontraba cerca de Oriana y de aquella strigoi que parecía conocerme. – Nuestra hija está rodeada de lujos y de realeza. – Espetó con repugnancia. Luego negó con la cabeza. – ¡Que decepción! 

– Así que ustedes son sus padres biológicos. – Me aventuré a decir. – Veo que encontraron la manera de ser incluso unos peores padres.

– ¿Cómo te atreves…. – Comenzó a decir la strigoi Verónica.

– Déjala. – Interrumpió Oleg. – Que sea Taisia quien decida qué hacer con estos moroi. Si la mata ella o nosotros. – Dijo el nombre fríamente volviéndose a Oriana, quien cruzó una mirada asesina con él.

– ¿Taisia? – Dijo ella.

– Ese es tu nombre. – Respondió Verónica con un tono autoritario.

– ¿Cómo sabían dónde estaba? ¿Cómo puedo saber que ustedes no mienten? – Espetó Oriana mientras su mirada se debatía entre ambos strigois a su lado.

Ellos cruzaron una mirada durante un breve momento y Oriana me miró con urgencia, luego miró hacia abajo, como si estuviera señalándome algo con la mirada, y nuevamente hacia mí.

Para mi suerte, la mujer strigoi que se encontraba a mi lado se había alejado y aunque estuviera continuamente vigilándome estaba segura que ella no creía que pudiera siquiera considerar escaparme y representar una amenaza. Entonces, me di cuenta de lo que Oriana me estaba queriendo decir.

– ¿Cómo es que yo no los recuerdo? ¿También manipularon mi mente como lo hicieron con la de Thom? – Siguió ella captando su entera atención.

Justo en aquel momento, y por fortuna, escuché a Alek salir de su estado inconsciente. Él sacudió sus manos que se encontraban amarradas por la espalda con las mías y tiró la cuerda jalando también mis manos incómodamente hacia su dirección.

– Quédate quieto. – Le espeté en voz baja.

– Maldita sea. – Dijo cayendo en cuenta de la situación en la que estábamos.

– Tu aguanta.

– No creo que me quede otra alternativa. – Dijo desanimado.

– Nosotros nunca te hemos dejado en realidad. – Oí decir a la supuesta madre de Oriana.

No pude evitar poner mis ojos en blanco ante sus palabras. 

No importaba lo que dijeran, ellos la habían abandonado, se habían convertido en strigois y ahora querían despertarla contra su voluntad. Quizás fuera una opinión muy personal pero no los veía como candidatos al premio “Padres del año”.

– Perdimos el contacto contigo por unos años, pero te encontramos otra vez.

– No estaba en nuestros planes que los guardianes de la corte te encontraran. Nosotros te dejamos con las prostitutas de sangre porque era más sencillo encontrarte luego.

– Siempre tuvimos en mente el despertarte, pero queríamos que te hicieras mayor

– Ustedes estan dementes. – Susurró Oriana por lo bajo con desagrado.

Mientras tanto, mi mente no dejaba de dar vueltas a una sola pregunta. ¿Cómo salíamos de aquí?

Para nuestra suerte, los strigois nos habían atado los brazos y las piernas con una soga que sería fácil de prender fuego y se consumiría rápidamente, el único problema en el que podía pensar, era en el olor a quemado que tendría, la cual podría delatarnos.

Si Ethan estuviera aquí podría dispersar el olor a humo con facilidad.

– Nosotros únicamente aplicamos algo de coerción en ti Taisia, para que olvidaras todo, pero ahora es el momento de volver a recordar. – Dijo la mujer mirándola fijamente.

Oriana se quedó paralizada al escucharla durante un par de segundos que parecieron eternos.

Luego comenzó a retorcerse sobre su silla para liberarse de las fuertes sogas que la contenían.

– Suéltenme, malditos bastardos. Ustedes me arruinaron la vida. – Comenzó a gritar.

– Todo lo contrario, hija. – Dijo Oleg, el strigoi. – Te daremos una mejor. Sin reglas reales que te aten, poder ilimitado y libertad. – El strigoi sonrió mostrando sus rasgos crueles.

Oriana se quedó quieta pero no apartó esa mirada desafiante de los strigois que se hacían llamar sus padres.

– Libertad al averno. Yo no quiero ser como ustedes. No seré como ustedes. No soy su hija. Soy una Belikov y cuando pueda, les arrancaré la cabeza a los dos.

Dragon's Line [El legado del Dragon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora