Capítulo 6

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                                   “Hechizo roto”
                                          Buenos Aires, Argentina
                                                                Sofía García


Es de noche y hace calor.  Eso es lo único que llegué a odiar desde que vivo en Argentina: el calor, ¡¡Es insoportable!! Más aún si debes trabajar como lo estoy haciendo en este momento.
Estoy patrullando por el Sur de Buenos Aires. Hace poco más de un año que formo parte de la Policía, y es algo que me gusta. Me mantiene alerta, y en control ¡Mi control! Algo que me costó lograr porque como todo adolescente fui rebelde pero eso no viene al caso, ahora mí vida es otra en control y tranquila aunque solitaria. No quiero tener nada que me ate a ningún sitio por si debo salir huyendo, que es algo que ya he hecho varias veces en el pasado.
De pronto mis pensamientos son cortados por una llamada de la Central Policial que nos comunica que debemos presentarnos en el “Hospital Presidente Perón”, en Avellaneda. Un grupo de personas está haciendo disturbios en uno de los consultorios. Los motivos aún los desconozco pero presiento que no será una noche más. Mi colgante comenzó a brillar otra vez. Un leve y pequeño destello de luz que hace que mi corazón se acelere. Tengo una mezcla de sensaciones, felicidad, preocupación ¡Sé perfectamente lo que significa!
Esta situación no pasa desapercibida por mi compañero.
—Tú colgante está brillando —dice con tono asustado.
— No es nada, Cristián —le digo sonriendo, pero noto que no deja de mirarlo, entonces agrego rápidamente:
—Tiene pilas. Son de esas estupideces que venden en los mercados chinos —le invento la primer cosa que se me viene a la mente.
Mi deseo es llegar lo más rápido posible al Hospital. Alguien me espera ¡¡Lo sé!!
Fueron 10 cuadras, pero parecieron 10 mil. No respeté ninguna señal de tránsito. Solo pensaba en llegar, y afortunadamente somos los primeros. Miro en todas direcciones, la gente corre asustada. Intento concentrarme en hacer mi trabajo, lo que me enseñaron en la Academia de Policía, pero mis ojos solo buscan a una persona.
Entramos al hall del Hospital, el personal de seguridad nos pone al tanto de lo sucedido. Una familia se violentó porque en el hospital no quisieron atender a su padre, y comenzaron a romper los cristales, y a golpear al personal médico. No conformes con el daño realizado mantienen de rehenes a varios pacientes, médicos, y algunos enfermeros. Y para empeorar las cosas nos dicen que tienen armas. Se las sustrajeron a los guardias de seguridad del Hospital. Y no es de sorprender ya que los guardias dejan mucho que desear. Solo son policías retirados que se la pasan tomando mate , y comiendo facturas. Gordos e inútiles.
Mientras charlo con mi compañero sobre nuestro plan a seguir se oyen disparos y corro instintivamente. Cristián grita pero no logro a oír sus palabras, fui demasiado rápida y su voz se perdió en el aire. No me importó quién me viera, ¡Él o ella me necesitaba!
Mi colgante se ilumina con más intensidad al llegar al  consultorio entré sin percatarme del peligro, y peor aún, sin desenfundar el arma, en solo un instante olvidé todo mi entrenamiento. Pero no me importó, solo quería ver al causante del brillo.
Miro a todos los rehenes, entre ellos estaba él. Un enfermero herido que intenta cubrir a una médica embarazada, en su pecho algo también brilla. Cruzamos miradas, y una pequeña sonrisa se nos dibuja en los labios.
¡¡Es él!! Al fin lo encontré. Uno de los malhechores me apunta a la cabeza mientras el otro vigila al enfermero, quién al ver lo que pasaba se levanta enfrentándolo ¡Se oye otro disparo! Todo ocurre en cuestión de segundos. Esta vez la bala lo atraviesa sin dañarlo. El malhechor retrocede y deja caer el arma sorprendido por lo que ocurrió. El que me apunta se distrae cuando oye el arma golpearse en el suelo. Aprovecho la situación, me lanzo sobre él y logro reducirlo a pesar de que el malhechor es más corpulento que yo, eso no importa, soy más fuerte. Lo esposo y lo dejo boca abajo. El enfermero mantiene al otro acorralado contra una pared. Los pacientes y demás personas que estaban de rehenes salen rápidamente. Llegan más Policías y al notar que la situación está controlada proceden a llevarse a los malhechores.
Me doy vuelta y lo busco. Él está sentado en el suelo cubriéndose el brazo herido con una gasa. Me acerco y sin mediar palabras coloco mi mano sobre su herida, lo curo. Él me mira sorprendido y dice;
—¿Te acordás de mí? —
—¡Sí! Claro que sí —le respondo sonriendo
—Soy Diecisiete —digo susurrando en su oído.
—¡Lo sé!— me dice sonriendo, claramente me ha reconocido al igual que yo a él.
— ¿Qué fue lo que pasó? La bala solo... solo paso a través de mí. Excepto esta— dice Diecinueve señalándose el brazo.
Así es, frente a mí tengo nada mas y nada menos que a mi amigo Diecinueve.
—No entiendo nada ¿Se habrá roto el hechizo? —le digo.
—Debe ser. Pero no entiendo ¿Estuviste aquí todo este tiempo? — pregunta confundido.
—¿Qué significa esto? ¿Nos encontramos por casualidad? –agrega él
—¡No! Anduve viajando mucho. No creo que haya sido casualidad. Mi colgante se ha sentido extraño en estos últimos días — respondo.
—¡Me ha pasado igual! Se sentía raro, me ponía nostálgico —agrega él sorprendido
— ¿Tienes alguna idea de dónde están los otros? Pensé mucho en nuestro hogar y... —soy interrumpida por la médica que él salvó.
—Disculpen... Dante ¿Estás bien? Quería agradecerte lo que hiciste por mí y mi bebé —
—Era mi deber hacerlo. Si puedo evitar que pasen cosas malas ¡Lo haré!— responde él sonriendo.
La médica nuevamente nos agradece y se aleja, Diecinueve y yo seguimos nuestra charla.
—Así que, ¿Dante? Te queda. Es lindo nombre —le digo sonriendo.
—Diecisiete, Perdón ¿Cómo te llamas? —pregunta mientras mira mi gafete.
—Descuida. Me llamo Sofía. Sofía García —le digo al extender mi mano.
Él ríe y estrecha mí mano.
—Soy Dante Flores ¿Y qué haremos ahora? —
— Para empezar, cuidarnos. No sabemos cuál es el motivo de nuestro encuentro. Tampoco si nos buscan. ¿Has visto las noticias estos últimos meses? Yo creo que ellos están aquí... —somos nuevamente interrumpidos pero esta vez por Cristián, mi compañero...
—Ya la situación está controlada allí afuera... ¿Aquí que tal? ¿Están todos bien? —pregunta él, aunque en el consultorio solo quedamos Diecinueve y yo.
—Sí, estamos bien, ella me salvó —dice Diecinueve fingiendo dolor.
Mi compañero ve la sangre en el uniforme, y en el brazo  de Diecinueve, advierto la situación y me apresuro a ayudarlo a levantar.
—Solo fue un raspón. Lo acompañaré a que le limpien y venden la herida. Te veo afuera en la patrulla —le digo mientras hago que Diecinueve se apoye en mí y caminamos hacía la enfermería.
—¡Okey! Te veo afuera— oigo decir a Cristián.
— ¿Se habrá dado cuenta? Es muy evidente que hay sangre pero no hay herida —dice Diecinueve cuando estábamos solos.
—No. Tranquilo, yo lo arreglo. Hablaré con mi compañero—
—Sanación, y ¿Qué más podías hacer? —pregunta él.
—¿Mis legados? Solo utilizo 3, hasta ahora, pero este no es el lugar para hablar de esto, Dante. No sabemos quién puede estar oyendo —le digo mientras miro para ambos lados.
—¡Tienes razón! Mi casa no está lejos. Y creo que debería descansar. Hay algo, últimamente he tenido sueños, recuerdos. Si nuestro encuentro no fue casual, entonces creo que deberíamos ponernos en movimiento—
—¿A qué te refieres? ¿Quieres que huyamos? Pero... ¿De qué? o ¿Quién? Aquí estamos bien, nadie se ha dado cuenta de nada, tú eres enfermero, yo policía. Nos adaptamos a esta sociedad —le digo algo intranquila.
—No lo sé. Hay algo que me dice que ya no estamos seguros ahora que nuestros legados peligrosos han vuelto. Con nuestro encuentro hemos roto el hechizo—
—¿Viste ese vídeo en YouTube? ¿El chico en la casa incendiándose? Creo que ellos están aquí. Los Mogs. Loridas nos dijo que eran una raza antigua, creo que nos buscan —piensa Diecinueve en voz alta.
—Pero yo no puedo desaparecer así de la nada... Sé que los Mogs están aquí, en La Tierra, pero no creo que ellos sepan de nuestra existencia. Sinceramente no me imagino a los Mogs en Argentina —le digo mientras seguimos caminando a la enfermería.
Al llegar allí, y comprobar que nadie nos ve, no aguanto más el deseo y lo abrazo. Ya no pude ocultar mi felicidad, al fin lo encontré. Mi mejor amigo está aquí, frente a mí otra vez.
— ¡Perdóname! Pero te extrañé muchísimo, y estaba preocupada por ti y obvio por los demás. Pero sabía que alguien tan fuerte como tú iba a sobrevivir en este planeta —digo sonriendo.
—Por cierto ¿Cómo es que estás aquí? — sigo hablando, casi atropellándome con tantas preguntas que deseo hacerle.
—Es que vi ese vídeo en YouTube hace unos años atrás.  Cuando ese bloque de cemento iba a sepultar a ese hombre. Y alguien lo socorrió, supe que eras tú. Por eso decidí venir a Argentina —me dice.
— ¿Y cómo sabías que era yo? ¿Podría haber sido cualquiera? —le pregunto intrigada, mientras busco gasas para vendar la herida que claramente ya le había curado.
—No lo sé... Fue una corazonada... Siempre quisiste ayudar, sin importar nada —me responde.
—¡Sí! Yo, y mi manía de meterme siempre. ¡Lo sé! No lo puedo evitar —digo riendo.
Encuentro las gasas y comienzo a vendar su brazo.
—Tengo que taparla. Varias personas vieron que estabas lastimado. Es mejor evitar las preguntas. Debemos pensar qué haremos. Pero por lo pronto te llevaré hasta tu casa. Yo debo seguir con mi trabajo y tú debes descansar—
—Dame tu número. Hablamos mañana, no sé... siento que tenemos que permanecer juntos de ahora en adelante —dice Diecinueve.
—Okey, dame tu celular, agendo mi número, hago una llamada perdida y ya estamos en contacto. Concuerdo contigo, también creo que debemos estar juntos— digo.
—Por cierto... ¿Porque te hiciste policía? Pensé que querrías pasar desapercibida...—
—Fue la mejor manera que se me ocurrió para saber que ocurre allí afuera, metiéndome en el sistema—
—¿Algo interesante por aquí? —me pregunta mientras se quita el uniforme.
—Puede ser, aún no tengo nada confirmado. Ya luego con calma te cuento todo. Salgamos de aquí. ¡Vamos! Debes descansar—
—Si señora policía —bromea Diecinueve.
—¿Cómo que Señora? —digo mientras que lo empujo despacito en manera de juego. Él finge que le duele
—Mejor camina — digo sonriendo.
—Te extrañé... Mucho —dice riendo.
—Sí, ya veo. No has tardado mucho en hacerme bromas, como cuando niños. También te extrañé Diecinueve. Extraño esos días en la academia—
—¿Academia? Creo que ambos tenemos recuerdos distintos... Eso era más bien un búnker para aislarnos de todos—
—Me refiero al hecho de estar todos juntos. Solo a eso. Lo demás trato de olvidarlo amigo—
—Sea como sea... Me alegra haberte encontrado Diecisiete ¡No puedo creer que estés aquí! —
—Tranquilo, que ya nadie nos separará. Buscaremos a los demás. Yo creo que ellos sintieron que nos encontramos. Bueno, al menos saben que 2 nosotros están juntos ¡Lo sé! —
—¡Cierto! ¡Los legados de los demás!... El hecho de que tú y yo hayamos roto el hechizo significa que los de ellos también han vuelto—
—Debemos encontrarlos cuanto antes. Recuerda que no todos lograron controlar sus legados a tiempo. Deben estar asustados —le digo preocupada.
—¡Lo sé! Además, yo desarrollé este nuevo, las balas solo pasaron a través de mí, o sea que en cualquier momento a ellos les pasará lo mismo —me dice Diecinueve.
—Sí, pero tú y yo, prácticamente los estábamos controlando a todos cuando llegó la invasión. Nos falta algo de entrenamiento, nada más —digo.
—Necesitamos un lugar grande, y alejado, para practicar—comenta Diecinueve.
—Sí ¿Pero ¿Dónde? No quiero que me graben nuevamente ¿Sabes? —
—Mañana hablaremos tranquilos. Ve, y avisa a tu supervisor que te retiras a descansar. Diles que te llevamos. Te espero afuera, en la entrada del hospital.
—Creo que conozco un lugar— dice aún pensando en entrenar.
—¡¡Sí!! Iré por mis cosas. Espérame afuera — reacciona al ver que me alejo
—¡¡Genial!!Te veo afuera —le digo a Diecinueve y sigo  caminando hacia la salida.

Mientras camino por ese extenso pasillo de hospital, pienso en todo lo que pasó, y me doy cuenta por qué mi colgante brillaba cuando patrullaba el sur. Estoy feliz, sonrío. Mi amigo está aquí. Ya no estoy sola. Pronto buscaremos a los demás y lucharemos. Vengaremos a nuestras familias. A nuestra raza.
La pregunta ahora es ¿Los Mogs sabrán de nuestra existencia? No es que me asuste, porque no es así. Solo desearía saber si el hecho de haber encontrado a Diecinueve, y romper el hechizo, provocó alguna alerta en nuestros enemigos. Yo no tengo idea si ellos tienen a alguno de los nuestros, si tienen su colgante y en este momento este brillando, alertándolos sobre nuestra existencia. Sobre nuestro encuentro.
Llego a la calle y entro en la patrulla, mi compañero está sentado escribiendo el informe.
— Te tardaste bastante —me dice interrumpiendo mis pensamientos.
— ¡¡Sí!! Lo que pasa, es que me pidieron que me quede a esperar a Dieci... — comienzo a decir y me doy cuenta que casi cometo un error
—… A ese muchacho, y quieren que lo llevemos a su casa. Vive aquí cerca. Nos queda de paso —me apresuro a decirle para que no note mi error.
—¡Okey! Me encanta hacer de niñera —dice con sarcasmo, sin quitar los ojos de lo que está escribiendo.
—No seas así Cristián. Está herido,  tuvo un día difícil —le digo con tono suplicante.
En eso veo a Diecinueve y le hago señas, para que se acerque. Abre la puerta y se sienta en la parte trasera de la patrulla.
—Bueno. Les agradezco el llevarme hasta mi casa. Son pocas cuadras, pero me siento débil y aún estoy en shock como para caminar —dice mintiendo esa última frase.
—No es nada. Estamos para servir —sonrío mientras lo digo y pongo en marcha la patrulla.
—Solo una cosa... Dime la dirección —digo mirándolo a través del espejo retrovisor.
— ¡¡Claro!! Qué tonto, la calle. Dobla en la siguiente esquina a la izquierda y de ahí son 7 cuadras derecho.
En el trayecto nadie habló, solo Diecinueve luego de varias cuadras abre la boca y dice:
—¡Aquí es! En el portón azul. Allí vivo yo —
Freno la patrulla, él abre la puerta y desciende.
—Muchísimas gracias a los 2. En verdad lo digo Oficiales...por traerme, y más que nada... por salvarme la vida —continúa hablando Diecinueve.
—Como ya te ha dicho García, no es nada. Estamos para servir —dice Cristián
—Además oí que fuiste todo un héroe allí dentro —continúa diciéndole.
A lo qué Diecinueve, responde:
—No sabía lo que hacía hasta que lo hice. Fue instinto. Cualquiera en mi lugar lo hubiera hecho ¿No? — y me mira al decirlo.
Yo pongo en marcha nuevamente la patrulla, y digo a Diecinueve.
—No todos nacemos para ser héroes. Si no todos seríamos, enfermeros, policías. El mal siempre está ahí afuera, por eso entrenamos —le digo y enfatizo la última frase intentando que él entienda
—… Bueno Señor. Lo dejamos descansar. Cuídese —le digo sonriendo, vengándome así de lo que él me dijo en la enfermería. Él solo sonríe, abre el portón de su casa y entra.
Pongo en marcha la patrulla y nos dirigimos a la comisaría a terminar el informe de lo sucedido en el Hospital, y luego a casa. En el camino nadie habló solo escuchamos música, estábamos muy cansados para hablar, en parte fue bueno así no tendría que explicarle nada a mi compañero.
En la comisaría todo fue rápido, así que, sin perder tiempo me fui a mi departamento a intentar descansar, fue un día bastante agitado. Muchas emociones. Debo poner mi mente clara para planear que hacer ahora que encontré a Diecinueve. Tengo muy claro que debemos empezar a buscar a los demás. ¿Pero por dónde? Tendré revisar nuevamente esa información. ¿Será posible que tres Lorienses hayamos escogido Argentina para escondernos? Será cuestión de investigar y luego salir a buscar a quién sea que esté escondiéndose aquí, y ahora que nuestros legados han vuelto por completo, rogar para que no haya lastimado a nadie. Ahora que lo pienso, “Mi deseo de cumpleaños se está cumpliendo”. Pero ahora un nuevo deseo está en mi corazón y es que todos los demás estén a salvo dónde quiera que se encuentren.

Los Especiales, Primer Libro De La Saga: Los Legados Oscuros De Lorien.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora