“Lejos de casa”
Táchira, Venezuela
Luidymar Lara
Me encanta sentir el viento en la cara mientras vuelo rozando las nubes. Pero eso no impide que en mi cabeza repita lo sucedido estos últimos días.
Ya pasaron 4 días desde que salí de casa. Ese día en mi habitación mientras sostenía mi colgante entre las manos, por primera vez desde que estoy en La Tierras sucedió algo, una luz comenzó a salir de el y se acumula frente a mí y eso puede significar solo una cosa ¡Ya es hora de reunirnos!
Inmediatamente tomé mis cosas, las puse en mi mochila, escribí una carta a mi madre despidiéndome. Luego partí rumbo hacía dónde indicaba mi colgante, no sin antes pasar por mi Universidad a "tomar prestados" algunos químicos.
Ya estoy empezando a extrañarlos a todos. Aún más, la comida que hacía mi madre. Pero es el sacrificio que debo tomar, por su bien y por el mío.
Actualmente me encuentro en el estado Táchira. Evito detenerme en todos los Estados por los que paso, no quiero perder tiempo, solo cuando siento que debo dejar descansar mi legado Instin. Así que cuando bajo, es solo para comer y descansar. No es tan difícil cuando puedes hipnotizar a todo mundo para que te dé comida o cualquier otra cosa.
Me gusta poder controlar a la gente, me hace sentir poderosa, pero “Siempre tengo cuidado de que el poder y el ego no se me suban a la cabeza”, mi padre siempre me daba ese consejo. Por eso me limito a usarlo solo cuando es estrictamente necesario, ya que no es del todo honesto, aunque si pienso en el hecho de que junto con los demás Lorienses, les salvaré el trasero a todas estas personas pues entonces, un poco de comida o algo más, realmente no es la gran cosa.
La peor parte es la noche, no me gusta estar sola, no me gusta el hecho de no tener a nadie con quién hablar, para mí el silencio solo está lleno de vacíos, es un reencuentro con todos mis tormentos. Odio sentir temor pero no puedo evitarlo.
Ciertamente yo amaba la noche. Era de mis cosas favoritas pero estar sola ¡No! Eso era lo que realmente me asustaba, ni siquiera lograba entender el porqué, tonterías supongo.
Me subo a la cima de un árbol donde nadie me ve, con una soga amarro parte de mi cuerpo al árbol para evitar caerme. El primer día, estaba tan cansada que cuando encontré el árbol en el que dormiría ni siquiera pensé en la cuerda que traía en mi mochila y cuando desperté estaba colgada al revés como murciélago. De hecho, 2 de ellos estaban colgados a mi lado, tal vez me confundieron con su madre, digo, no todos los días se ve a una chica colgando de un árbol de esa manera.
En esas noches, suelo pensar mucho en Lorien, en mi abuelo, en mi padre, en mis amigos de la base. Me llevaba bien con todos los chicos y chicas pero si hablamos de mejores amigos ese sin dudas era Veinte. Pienso que me gustaría decir que temo por la vida de los chicos de La Academia, y por mi padre. Pero en el fondo sé que los chicos están bien, aunque no puedo decir lo mismo de mi padre ¡Mi padre murió! Nunca nadie me lo dijo, pero ¡Lo sé! Ya habían pasado aproximadamente 5 años desde que llegamos a La Tierra. Esa noche no pude dormir, sentía la desesperación consumiéndome. Cada vez que cerraba mis ojos veía a mi padre gritando, llamándome, muriendo. Esa noche intenté escaparme para ir a buscarlo, pero mi madre me detuvo y me obligó a dormir. Lloré desesperadamente hasta quedarme dormida y fue cuando soñé con mi padre.
Él estaba parado frente a mi puerta y me decía que ya era hora de irse, de volver a Lorien con mi abuelo. Que cuidara de mi madre y de mí, pero que recordara que él nunca nos abandonaría. Que fuera donde fuera, su corazón por mí nunca se apagaría, porque yo era su vida y si yo vivía él también lo haría a través de mí.
Fueron las palabras que siempre me decía, aquellas que siempre recordaba, aquellas a las que me hacía aferrarme y nunca permitirme olvidar su significado. El día siguiente lo comenté con mi madre y ella me dijo que también había soñado con mi papá y que el día que Lorien fue invadido, también tuvo un sueño similar sobre su padre. Deseé equivocarme, desearía tener esperanza de que él aún siga vivo, pero por más que quiera mentirme a mí misma, siempre sabré la verdad. Ya he perdido la esperanza en tantas cosas, que a veces me pregunto dónde dejé a esa niña llena de fe, prácticamente ya no creo en nada, solo me permito tener la fe en que encontraré a los demás y en que juntos acabaremos con la escoria que son los malditos Mogadorianos.
Y bueno, volviendo al tema de mis compañeros, debo admitir que cuando era pequeña tenía un leve flechazo hacía Diecinueve, pero ¿Qué puedo decirles? Solo tenía 5 años, y a esa edad hasta un animal puede ser el amor de nuestra vida.
Siempre que pienso en ellos sonrío, me traen buenos recuerdos, pero está es una sonrisa cargada de nostalgia, de añoranza. Añoro encontrarlos, es mi más grande anhelo, no me importa arriesgar mí vida en el proceso ¡¡Sé que debo encontrarlos!!
Reviso mi mochila en busca de mi celular para ver la hora, con cuidado de no tocar los químicos que tomé de la Universidad. Después de todo no quiero que mi mochila junto con todo lo que hay dentro explote. Lo que me recuerda que debo buscar un sitio donde esconderlos. Busco lentamente hasta encontrar mi celular, que aparentemente estaba en el último rincón de la mochila, veo la hora y son la 1:30 p.m. ¡Con razón tenía hambre!
Desciendo lentamente hasta llegar a un callejón donde nadie me ve, iré en busca de algún sitio para comer. Camino un poco hasta llegar a un centro comercial, me adentro en él directo al área de comidas. Me acerco a una de las que venden pizza, allí está un chico sonriente, algo simpático, con el típico aspecto de adolescente venezolano, nada fuera de lo común. Le sonrío y empiezo a cantar, manipulando los decibeles de mi voz para que las demás personas piensen que solo estamos hablando, cuando termino, pestañeo y chasqueo mis dedos, los ojos del chico se abren exageradamente mientras brillan.
—A sus órdenes mi Lady ¿Qué desea? —me dice, yo sonrío complacida.
— ¿Podrías por favor darme una pizza pequeña de pepperoni y un refresco de cola? —le digo amablemente sabiendo cuál será su respuesta.
—En seguida —dice yendo a buscar lo que le pedí.
Noto que una chica se acerca a donde estoy con una mirada sospechosa, de esas que hacemos involuntariamente cuando algo no nos cuadra, ya había activado mi canto y la frecuencia que usé resonó por todo el lugar de una forma leve, así que no fue necesario cantar de nuevo. Solo la miro pestañeando y chasqueando mis dedos viendo como sus ojos hacen lo mismo que los ojos del chico. Había caído en mi hipnosis, le digo en tono bajo:
—Ya pague la cuenta ¿Recuerdas?—
A lo que ella asiente y yo sonrió, amo este legado. En su mente de seguro está creando algún recuerdo dónde me ve pagándole al chico mí cuenta. Sin duda es muy beneficioso, extrañe la habilidad de este legado.
El chico vuelve con mi orden, la tomo y me dirijo a una mesa algo discreta en la parte de atrás. Como todo, deleitándome con el sabor y luego me marcho de allí, rápido y sin contratiempos.
Me alejo de la zona poblada y vuelvo a emprender vuelo, alejándome de esta ciudad cuando llego a lo que parece un río solitario, bajo a caminar un poco. Estoy aproximadamente unos treinta minutos allí cuando de repente escucho algo bastante extraño. Miro hacia arriba y veo una nave que me resulta bastante familiar, al cabo de unos segundos recuerdo que esta nave, era igual a las que habían en el cielo de Lorien el día de la invasión, estaba segura de que ésta tenía que ser una nave mogadoriana.
En este momento la nave empieza a descender cerca de mí, no me muevo, estoy expectante a la situación. Nunca antes había luchado con Mogadorianos y esa sola posibilidad hizo mi piel erizarse de la emoción ¡Era adrenalina pura! La nave aterriza a unos seis metros de distancia. Entonces unos 5 Mogadorianos bajan de la nave, detrás de ellos vienen al menos unos quince más. Sonrío, no escaparé, no saldré corriendo a ningún lado ¡Al fin una pelea real! Este era el momento que había esperado toda mi vida, al fin empezaré a cumplir mi destino. Si sobrevivo una vez más, en el futuro no me matarán, eso podría asegurarlo.
Los Mogs se acercan a mí y me miran fijo, obviamente han notado mi colgante, no saben quién soy, pero deben imaginarse que vengo de Lorien y para ellos esa es razón más que suficiente para querer matarme; no comprendo cómo me han localizado, pero tampoco me importa mucho en este momento.
— ¿Eres el número Cuatro? ¿Ese es tu número? —me pregunta el que está más cerca de mi posición.
—¿Cuatro?— pienso extrañada. En La Base no habían números tan bajos.
Doy un paso al frente.
—Déjame pensar… Mmm, tal vez sí, tal vez no. Podría ser el número Once, pero también podría ser el Cincuenta —digo colocando una mano en mi barbilla para aparentar que estaba pensado.
— ¿Saben? Creo que se me olvidó como se cuenta —digo encogiéndome de hombros, con inocencia y tristeza fingida.
El Mog me mira como si fuera la cosa más repugnante que ha visto en su vida, para luego rodar sus ojos ¡Que novedad! Parece que después de todo si están a la moda.
—Descuida amigo. Te aseguro que el sentimiento es mutuo — le digo.
—Si no nos dices quién eres por las buenas entonces… ¡Lo harás por las malas! —dice esto último, sonriendo.
Frunzo el ceño con desagrado. Este tipo debía tener demasiada confianza en sí mismo. Es decir, yo no sonreiría tan ampliamente si tuviera tan esbelta sonrisa.
Ellos sin dar más tregua empiezan a disparar. Levanto mis manos hacia donde están sus armas y utilizo mi legado Roxter, empiezo a alterar los elementos de la sustancia que es disparada por sus armas, por lo cual cuando disparan la sustancia se vuelve en dirección a ellos. Todo esto mientras yo muevo mis manos para indicarle a la sustancia hacia donde debe ir. Al menos 11 Mogs terminaron por convertirse en cenizas.
¡¡Perfecto!! 11 fuera, quedan 9. Me río internamente. No sé cuál de mis legados usar para deshacerme de ellos. ¡Pobres! Ellos no saben con quién están tratando.
Sorprendidos, 3 de ellos corren dentro de la nave. Decido activar mi Instin, en una fase que tenía tiempo sin usar, el poder de las arañas. De la punta de mis dedos empieza a salir disparada una espesa tela de araña. Envuelvo a los 6 Mogs, como a un capullo con tela arácnida y con Telequinesis los lanzo uno a uno al río. Es divertido ver como saltan intentando liberarse de mi red.
Estaba por lanzar al último Mog que quedaba, cuando de repente salí disparada hacía adelante, por algo que quemaba mi espalda. Caigo en el suelo gritando de dolor, un dolor insoportable y voraz, mi piel arde como si la estuvieran marcando con hierro al rojo vivo. Consternada por aquel repentino ataque mi reacción es quitarme la chaqueta y para evitar otro disparo me lanzo en el agua sintiendo un alivio refrescante en mi espalda. No alcanzo a disfrutarlo ya que la explosión de otro ataque a un metro de dónde me encuentro me dispara fuera del agua. Me tienen de nuevo en la mira, las armas de la nave vuelven a alinearse, mientras intenta tomar vuelo una vez más. En este momento empiezan a bombardearme con energía. Pero antes de que la energía me lastime otra vez, uso mi Instin para volar lejos del ataque y ubicarme en la parte trasera de la nave. Activo mi Roxter y empiezo a girar una de mis manos creando un tornado alrededor de la nave. Mientras ellos siguen disparándome, por lo cual tengo que emplear más fuerza en el tornado. Mi nariz empieza a sangrar por la fuerza que empleo.
Piezas y puertas empiezan a desprenderse de la nave, al mismo tiempo que los Mogs salen flotando de dentro. En este momento una de las piezas de la nave golpea mi hombro empujándome hacia atrás. Sangre y un fuerte dolor hacen su aparición triunfal, eso hace que el tornado pierda un poco de fuerza. Vuelvo a mover mi mano para seguir creando el tornado. Como puedo alzo el brazo que me he lesionado, y empiezo a girar esa mano mientras de esta sale fuego que se une al tornado para crear así un tornado de fuego. Es la primera vez en mi vida que uso dos elementos mientras empleo tanta fuerza, aún puedo sentir la sangre que sale de mi nariz.
Entonces siento como la nave dentro de mi tornado de fuego explota. La fuerza de la explosión me hace perder la concentración en mi Instin por lo cual empiezo a caer. Siento como poco a poco voy pierdo mis fuerzas. Espero recibir un fuerte golpe al impactar contra el suelo, pero no es así, caigo en los brazos de alguien.
Alguien me atrapa, deteniendo mi caída, miro a la persona en cuestión y noto que es un chico. Tengo la vista un poco nublada, pero a pesar de esto al mirar su cuello inmediatamente reconozco su colgante Loriense. Este brilla mientras desprende un hermoso resplandor. Miro el mío, está igual. ¡No hay duda! Este chico es uno de los nuestros. Sonrío cansadamente hacia él, quien me regresa la sonrisa, solo que esta parece preocupada.
— ¿Estás bien? — me pregunta preocupado.
En este momento todos mis sentidos empiezan a fallar, y me desmayo, mientras escucho el leve eco de su voz llamándome...
Horas después…
Despierto desorientada, me siento lentamente en la cama y miro alrededor, estoy en una habitación que no reconozco. Al principio no recuerdo nada, pero luego todos los sucesos del día pasan por mi memoria. La pelea con los Mogs, mi hombro lastimado y por último el chico de Lorien. Me fijo en mi hombro, ya no está lastimado. No hay rastro de sangre, ni de ningún daño, es como si nunca me hubiera lastimado. Me encojo de hombros, tal vez el chico me curó. Salgo de la habitación, llego a la sala y lo veo dormido en el sillón. Me acerco a él lentamente, no quiero despertarlo.
Lo analizo detenidamente. Tiene el cabello castaño, sus pestañas son largas y espesas, su nariz respingada, su piel es blanca como la nieve. Sus facciones, finas y bien definidas, sus labios, finos y rosados, totalmente besables…
— ¿Es en serio? ¿Totalmente besables? ¿No se te ocurre un mejor adjetivo para usar? —me digo a mi misma.
—Oh, tú cállate, déjame disfrutar mi momento, he pasado mi vida rodeada de chicos promedio. Este chico es como la estrella más brillante de mi cielo–
Rodeo mis ojos, ante semejante estupidez. A veces me río de las tonterías que pienso. Pero bueno, a pesar de todo, solo soy una adolescente. Es normal que sea así ¿Verdad?
Ya me desvié, volvamos al tema del chico her… ¡Loriense! Del chico Loriense. Cómo les decía, este chico realmente es impresionante. Cualquiera podía jurar que él no es venezolano. Me acerco más y con mi dedo índice toco su ojo. No tengo intenciones de despertarlo pero debo asegurarme de que es real ¿Qué tal que yo solo estuviera soñando? Luego de hacerlo, él empieza a abrir sus ojos y se sienta en el sillón, luego pasa una mano por su cara perezosamente.
—Hola— dice un poco adormilado.
—Hola— respondo, poniendo mi mejor sonrisa de “Aquí no ha pasado nada” y mirándolo a los ojos.
¡¡Oh mi jodido Dios en Bermudas!! Sus ojos son de un color grisáceo con un poco más de verde.
Lástima que mi color favorito sea el azul…
Pestañeo al menos 5 veces seguidas. Tantas impresiones que he recibido en el día de hoy, que terminarán por acabar con mi vida.
— ¿Te sientes mejor? —pregunta dándome una pequeña sonrisa de lado.
¡Oh, miren! Su belleza solo aumenta. Genial, ahora no sé si agradecer al cielo por su belleza o llorar porque definitivamente eso será un problema.
Parece que no se dio cuenta de que toque su ojo o tal vez solo lo estaba ignorando, cualquiera de las 2 opciones me conviene, así que no digo nada al respecto.
— ¡Sí! Por cierto, gracias ¿Eres sanador o algo por el estilo? —pregunto para después sentarme en el sillón junto a él.
—No, en realidad puedo digitalizar las cosas. Es un poco engorroso explicar como funciona este legado sin términos informáticos, pero primero suprimí el objeto que tenias incrustado y luego revertí el proceso de sangrado ajustando el hombro a su posición original. No ha sanado del todo por lo que es probable que sientas dolor—dice é sin darle mucha importancia.
Asentí, alzando mis cejas.
— ¡Genial! Definitivamente ese es un buen legado—
Esta vez es él, quién asiente con su cabeza, mientras sonríe levemente.
— ¿Así que tú eres…? —pregunto curiosa
Realmente quiero saber quién es este chico que se me hace tan familiar.
—Sebastián—responde así, como si yo lo conociera de toda la vida.
—Emmm soy Dieciocho—agrega luego con una enorme sonrisa en su bello rostro
¿Dieciocho?… ¡DIECIOCHO! ¡Con razón se me hacía familiar!
Ahora, como de costumbre mi corazón y mi cabeza han entrado en conflicto.
Corazón: — ¡Ay por dios! ¡Él era tu amigo! ¿Qué esperas tonta? ¡Abrázalo!
Cabeza: — ¡¡No escuches a corazón!! Sí, es genial que él sea Dieciocho, pero debes mantener la calma. Mantente tranquila y serena.
Corazón: — ¡ABRAZALOOO! —
Cabeza: —Recuerda tranquila y serena—
Un jadeo de sorpresa se escapa de mis labios, mientras mis ojos se abren exageradamente. Él me mira extrañado, probablemente no comprende mi reacción.
— ¡Eres tú! —digo mientras una risita nerviosa se escapa de mis labios.
— Emm… ¡SÍ!… Soy yo —dice confundido, con el ceño levemente fruncido.
— ¿Tú quién eres? —me pregunta con interés.
Le doy una de mis típicas sonrisas de lado.
—No pensé que tuvieras tan mala memoria Dieciocho —digo con tono juguetón.
Comienza a mirarme detalladamente, centrándose en el color de mis ojos que eran una extraña mezcla entre azul y verde, aunque a veces parecían tener más de un color que de otro.
—Qué lástima que hayas olvidado a tu amiga…— digo dándole una pista de quien era.
Entonces abre sus ojos. Alza sus cejas mientras su boca forma una perfecta “o”.
—Soy Trece —digo, dejando de lado toda la intriga, para luego regalarle mi más sincera sonrisa.
Realmente estoy feliz de que él me hubiera encontrado. Él se acerca y con su mano empieza a acariciar mi mejilla mientras una hermosa sonrisa se formaba en su cara.
Joder… Parece salido de un comercial de Colgate.
—Estuve todo esté tiempo preguntándome por ti. No puedo creer que al fin te haya encontrado —me dice mirándome tiernamente
—Has cambiado bastante Trece. Te ves… diferente—noto como un pequeño rubor aparece en sus mejillas y luego aparta su mano de mi rostro.
— Emm… ¿Gracias? —le respondo, sin saber exactamente que más decir.
—Me alegra que me hayas encontrado. Estoy feliz de verte otra vez —digo porque realmente eso es lo que siento.
—A mí también —dice, y es todo, para luego ponerse de pie y salir de la cabaña.
—Okey… —murmuro un poco confundida.
Decido ir tras él. Tal vez ya era hora de que cambiáramos de lugar. Cuando salgo, me doy cuenta que ya está empezando a obscurecer. Dieciocho se encuentra de pie cerca al río.
—Woo —digo al mirar su figura, parece un gigante, un sexy gigante, cabe resaltar.
— ¿Cuánto mides? ¿2 metros? —pregunto asombrada por su altura.
Definitivamente yo soy una hormiga a su lado. Camino hasta donde él se encuentra para estar frente a frente. Aunque en realidad mi frente estaba a la altura de su pecho
— ¿Qué? ¡No! Mido 1,90 m —dice como si fuera lo más normal del mundo.
— ¿1,90? —pregunto, llevando una mano a mi pecho dramáticamente.
— ¿Estás seguro que no es 2 metros? Es decir, a veces los instrumentos de medición pueden fallar —digo intentando bromear con él.
Él rueda sus ojos.
— ¿Y tú cuanto mides, 1 metro? Es decir… Ya sabes, a veces los instrumentos de medición pueden fallar— dice con una sonrisa burlona, inclinando su cabeza para poder mirarme, yo alzo mi cara para poder verlo a los ojos.
—Pues, para tu información yo mido 1,60 m cualquiera puede equivocarse por 10 centímetros, pero no por 60, amigo —digo poniendo una sonrisa triunfante.
Trece 1, Dieciocho 0
Él solo sonríe mientras niega con su cabeza.
—Gracias por la información, supongo que es bueno saberlo—
—Sigues siendo él mismo tonto de siempre —respondo sonriéndole.
—Y tú la misma enojona —responde de igual manera.
Esta vez soy yo quien rueda los ojos. Y así es como iniciamos una pequeña guerra de miradas, para después estallar a carcajadas. Parecemos 2 tontos pero no podemos ocultar lo felices que estamos. Ciertamente no me había dado cuenta de lo mucho que lo había extrañado hasta este momento.
—¡Te extrañé! — le digo sinceramente.
Dieciocho no dice nada al respecto, pero me mira con tanto aprecio que no es necesario que utilice palabras para decirme que él también me ha extrañado. Es la misma mirada que me daba en Lorien cada vez que yo le decía que lo quería.
—Ven aquí —dice extendiendo sus brazos hacia mí.
Sonrió y me acerco hasta él para abrazarlo. Y es que así es él, no es muy expresivo en cuanto a sus sentimientos, pero sus miradas siempre dicen más que mil palabras.
Han pasado aproximadamente 2 horas desde nuestro "momento". No sé explicar lo que sentí cuando nos abrazamos, fue como si un escalofrío hubiera recorrido mi cuerpo.
Ahora mismo estamos mirando nuestros colgantes mientras pensamos donde ir.
—Tal vez debamos seguir mi colgante —propone Dieciocho.
— ¿Por qué el tuyo y no el mío? —respondo, posando mis manos en mis caderas.
—Mmmmm veamos, que tal porque gracias a que seguí Mi Colgante ahora estas conmigo y no en una camilla siendo victima de algún experimento Mog ¿No crees que ese es un buen argumento? —me dice con una sonrisa de satisfacción y debo admitirlo es un buen argumento pero no cederé.
—¡¡Yo te estaba buscando primero!! Pero aparecieron unos Mogs antes de llegar a ti ¿Cómo pretendías que te buscará mientras peleaba? —digo intentando justificarme.
— ¡VAMOS! Eres la legendaria Luidymar Lore. La niña del agua, para ti no hay imposibles. Podías hacer ambas cosas. Yo lo hice y te encontré —dice ufanándose.
¡¡Recuerda mi nombre!!
Ignoro ese pensamiento y aprieto mi colgante con fuerza, aferrándome aún a la idea de ir con mi colgante.
— 2 cosas, 1 ahora soy "Lara" no Lore. Al menos por ahora seguiré usando el apellido que adopte en La Tierra aún no sé como me localizaron así que debemos ser precavidos y escuchar el apellido Lore los atraería. Puede que en un futuro vuelva a utilizar mi verdadero apellido— le digo y antes que vuelva a hablar agrego:
—Y 2 hagamos esto, vamos con el mío, encontramos a otro de los nuestros y la próxima parada será el tuyo —intentó convencerlo, le doy la espalda y me cruzo de brazos.
Por el rabillo del ojo puedo ver como sonríe levemente.
—No has cambiado Luidymar. Entonces… hagamos un trato, deja que usemos mi colgante y puedes pedirme lo que quieras ¿Sí? —
Volteo rápidamente con una sonrisa maliciosa.
—Mmm… Parece que ahora sí nos estamos entendiendo amigo mío. A partir de ahora siempre me darás la razón y harás lo que yo te diga. Si no, usamos mi colgante —sentencio con una sonrisa triunfal.
Alza una ceja y me dice:
—Lo tendré en cuenta—
Esta vez soy yo quien alza la ceja.
— ¿Lo tendrás en cuenta? —río.
—Oh no amigo ¡Lo harás! A menos claro, que quieras que usemos mi colgante—digo dándole mi mejor sonrisa inocente.
— ¡Eres imposible! —me dice con frustración.
— ¡Lo sé! Gracias —respondo.
—Está bien —dice en un tono apenas audible.
—Perdona, pero… ¿Qué has dicho? No he logrado escucharte —le respondo con pesar. Aunque obviamente lo había escuchado.
Él llena sus pulmones de oxígeno para luego soltarlo bruscamente. Muerdo mis labios, intento contener la risa.
— ¡Dije que está bien! —responde apretando los dientes.
— ¿Quién está bien? —pregunto fingiendo no entender.
Él suelta un gruñido de frustración y paso las manos por su cabello, jalándolo levemente.
— ¿Sabes qué? No lograrás tu objetivo, no voy a exasperarme—
— ¿Ah no? —pregunto risueña y con mi típica sonrisa de lado.
—¡¡NO!!—sentenció él.
Estoy comenzando a reír cuando noto que mi colgante también apunta en la misma dirección que el de Dieciocho. Levanto la vista y noto que Dieciocho posa una mano en su pecho a la altura del corazón y está por hablar.
— ¡GRACIAS A LORIEN! — dice y luego comienza a reírse.
Yo lo miro algo molesta, es obvio que se está burlando de mí, con la mano en el pecho, exagerando todo. Ash, ahora el trato que teníamos queda sin efecto ¡MALDICIÓN!
Luego de varios minutos de oírlo reír, ya no lo soporto y tomo mi mochila para salir. Él entonces comienza a calmar su risa.
—Oye, ¡Al final sí seguiremos tu colgante! — dice aún con una enorme sonrisa en el rostro. Pero al ver mi cara de enfado su sonrisa desaparece.
— Es mejor ponernos en marcha. Esta cabaña está muy cerca de la destrucción que causaste. Pronto vendrán naves exploradoras —dice cambiando de tema
— ¿En qué quieres viajar? ¿Moto? o ¿Carro? — pregunta ansioso de ver mi reacción luego de que este estúpido colgante me dejara en ridículo.
— ¿No me digas que robarás una? Además estamos muy apartados de la ciudad— digo como si lo antes ocurrido no hubiera existido.
— ¿De dónde crees que salió la cabaña? —dice él comenzando a molestarse.
— ¿Qué? ¿Acaso no estaba aquí cuando llegamos? —le digo para seguir molestándolo.
Él saca la tablet y la coloca en el piso y levanta la cabeza para mirarme. ¡Oooh, sí que luce molesto! ¡Y me encanta!
— ¿Sabes conducir? —me pregunta.
— ¡Sí! Y elijo la camioneta. Pero tú conducirás primero. Luego hacemos cambio, nos espera un largo viaje —le digo reprimiendo la risa y solo atino a sonreír.
—Entonces está decidido —
Él busca en la tablet un modelo agradable. Se concentra, y activa la digitalización. Su mano empieza a pixelarse introduciéndola dentro de la pantalla. Luego saca lentamente la mano, la extiende al frente y los píxeles se amontonan y forman el auto que aparecía en la imagen.
— Woo, necesito ese legado— le digo olvidando mi enfado por unos instantes.
— ¿También puedes hacer eso con la ropa? ¿Tienes idea de lo útil que puede ser? —le digo encantada y curiosa de su legado.
—Pues, no creo que sea una buena idea, y tampoco lo había pensado. No pude practicar mucho hasta que este legado despertó de nuevo. Lo que significa que 2 de nosotros ya se encontraron, pero ¡Soy el magnífico Dieciocho, puedo hacer todo lo que imagines! —
—Ay por Dios ¡Oxígeno! Tú ego me roba el aliento— digo haciendo muecas exageradas.
Alza una ceja.
— ¿Así que yo te robo el aliento? —me dice con una sonrisa de lado.
Me sonrojo inmediatamente, le doy la espalda para que no note que me sonrojo.
— Ya quisieras. Oye, tengo unos químicos en la mochila ¿Sabes como podría transportarlos sin que exploten? —digo tomando la manija de la camioneta.
—Repito “soy El Magnifico Dieciocho” ya me he encargado de eso— dice subiendo a la camioneta, del lado del conductor.
Yo lo sigo y me siento del lado del copiloto
—¿Has revisado mi mochila?— le pregunto, estoy molesta y avergonzada, mi ropa también estaba allí.
—Cuando la tome, se oía raro, liquido y vidrios golpeándose. Supe que tenías algo frágil. Vaya sorpresa me lleve al abrir tu mochila. Lo digitalice, hice una carpeta en mi tablet y allí lo guarde— dice y su actuar me deja sin habla por primera vez, fue algo sumamente inteligente.
—Y descuida, no usas nada que no haya visto antes— dice sonriendo, mientras enciende el motor de la camioneta. Es una clara alusión a mi ropa interior. ¡Diablos! Quien me manda a no ser mas ordenada y colocar mi ropa en otra mochila. Me sonrojo, pero también me molesta lo que dijo, ¿Como es eso de que “No usas nada que no haya visto”? ¿A cuantas chicas ha visto en ropa interior? Me quedó en silencio, miro por la ventanilla, sigo molesta por ese comentario.
Nuestro viaje comienza recorriendo el estado Táchira para llegar a la frontera con Colombia. De pronto notamos que mi colgante deja de brillar, y un instante después, vuelve a brillar aún con más intensidad.
— ¿Sucede a menudo? — me pregunta Dieciocho.
—No, no sé qué le ocurre. Pero al parecer debemos ir a Colombia. Es adónde apunta, o tal vez esté más allá de Colombia. ¡Cómo odio esto! ¿Acaso no podían colocar un GPS? —digo frustrada.
Dieciocho estalla a carcajadas.
— Oye, no te burles ¡Es en serio! — me quejo dándole un golpecito en el brazo
—Es decir, la tecnología en Lorien es muchísimo mejor que la de aquí, obviamente podían haber hecho eso —razono.
—Supongo que fue algo improvisado. Hay que darles crédito de que, aunque sea funcionen. Pero sí pequeña, tienes razón —dice.
—No me digas pequeña. Soy compacta, no pequeña —digo sacándole la lengua, un gesto muy maduro de mi parte, a decir verdad.
Él me mira por el rabillo del ojo y sonríe de lado.
Horas después…
Ya estamos un poco más cerca de Colombia. Rogaba porque llegáramos, ya tenía el trasero entumecido por estar tanto tiempo sentada.
— ¿Ya llegamos? —le pregunto por milésima vez.
— ¿En serio compacta? ¡Ya no hagas esa pregunta! —me dice con tono de fastidio.
—De seguro que, si hubiésemos ido volando, ya habríamos llegado —digo pasando una mano por mi cabello.
—Sí, bueno, como sea. Ya te toca conducir. Cuidado y no dejes que te detengan los polizontes. Ellos trabajan directamente con los Mogs—
La verdad es que prefiero volar. Es más rápido y ofrece una mejor vista del paisaje. Conducir es agradable pero no es lo mío. A la hora de haber cambiado, 4 patrullas aparecen delante de nosotros.
—¡¡DIECIOCHO, DIECIOCHO!! ¡¡DESPIERTA!! ¡¡Tenemos compañía!! —digo zarandeándolo.
Despierta rápido y un poco ansioso, probablemente pensado que se trataba de los Mogs, pero luego nota que es la Policía y se calma.
—Lo primero que te digo y lo primero que haces —dice mirándome como si hubiera hecho algo malo.
— ¡¡Yo no hice nada malo, ellos simplemente aparecieron, sabía que debíamos ir volando!! ¿Por qué siempre tienes que ser testarudo? —le digo enojada.
Él iba a responderme cuando un oficial baja de patrulla y con un megáfono dice que nos detengamos.
— ¡¡ACELERA TRECE, NO TE DETENGAS!! — grita Dieciocho.
Asiento y acelero lo más que puedo. Para mi mala suerte, el camino es todo recto, los policías nos pisan los talones. Decido bordear el bosque evitando todos los árboles, cuando pienso que los he perdido al fin, de la nada una patrulla nos embiste por un costado y la camioneta se convierte en pixeles mientras nosotros caemos al suelo bruscamente, a las orillas de la carretera.
—Auch … Eso dolió—me quejo con tono lastimoso
—Podrías explicarme ¿QUE DEMONIOS SUCEDIÓ? —le pregunto enojada mientras me pongo en pie.
—Pues… puesto que el auto no era real, al golpearse, los píxeles se separan y el auto desaparece —se excusa luciendo un poco apenado.
—Genial ¿Y no se te ocurrió que…? — no termino la frase, ya que unos policías vienen corriendo hacia nosotros.
—¡SALGAN CON LAS MANOS EN ALTO Y ARRODILLENSE! — dicen por el altavoz.
—Lo que me faltaba, como sigan molestando te juro que... —pero esta vez es Dieciocho quién me interrumpe, lo miro con los ojos entrecerrados.
—No hay que lastimarlos Trece. Recuerdo que podías hipnotizar con tu Canto ¡Hazlo ahora! —
—Quisiera hacerlo Dieciocho. Pero no puedo, para hipnotizar debo tararear y ellos están muy lejos para escuchar, y si lo amplifico puede que los mate y podría dañarte a ti también. —le digo.
—¡Ya sé! ¿Puedes digitalizar un camaleón? — pregunto muy ansiosa.
— ¿En serio? Debemos deshacernos de esta gente y tú pensando en animales—
— ¿Puedes o no? —digo apurada, los oficiales han empezado a apuntarnos con sus armas y se acercan cada vez más a nosotros.
—¡¡Claro que puedo!! —dice dejando su bolso en el suelo para poder sacar la Tablet, cuando la encuentra, busca el camaleón, y lo digitaliza.
— Acá está —dice con el camaleón en su mano.
— ¡Perfecto! — digo sonriendo.
Mis ojos comienzan a cambiar de color y pasan a ser de un color marrón caoba, mientras uso mi Instin para el camuflaje, tomo la mano de Dieciocho para camuflarlo conmigo.
—Están desorientados —dice.
— ¡Obvio, acabamos de “desaparecer” frente a sus ojos! Hay que movernos ¡Vamos! —le digo en voz baja.
Nos aventuramos por la selva y pasamos la frontera.
—Okey ¡Nada de autos! Quiero volar —le digo.
—Pero… —
—Pero nada, es mi turno de escoger el medio de transporte —le digo con una sonrisa burlona.
Él suspira.
—¡¡Okey!! Está bien —dice tomando mi mano.
— ¿Qué pasa? Aún seguimos en pie —dice confundido.
—Necesito que digitalices un ave—
— ¿Un ave? ¿Estás bromeando? ¿Qué será lo siguiente? ¿Un dinosaurio? —
—Si hace falta lo digitalizarás también. Es que ya pasaron tres días desde que activé mi legado para imitar esa habilidad y ya no puedo usarla, necesito verla de nuevo y estamos a la mitad de la noche —
—Supongo que no hay alternativa, ¿Cómo quieres el ave? ¿Al horno, asada, frita o viva? —me pregunta con una sonrisa burlona.
Siguiéndole el juego le digo.
—La quiero viva. De preferencia que esta ponga huevos de oro—
Nos reímos a carcajadas. Al final él digitaliza un águila y mis ojos adquieren el color azul cielo.
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Los Especiales, Primer Libro De La Saga: Los Legados Oscuros De Lorien.
ФанфикLos hechos narrados en este libro son reales Somos Lorienses Nos separaron por seguridad La nuestra La de ustedes Físicamente Nos parecemos a los humanos Pero Somos más fuertes Más peligrosos Nuestros enemigos también están aquí, Por eso intentamos...