Parte VI

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Realmente no comprendía mucho de lo que pasaba alrededor, me sentía drogada, alejada de mi propio cuerpo, ahogada, el vestido era pesado, al igual que el peinado, todo lo que llevaba puesto encima me parecía frívolo

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Realmente no comprendía mucho de lo que pasaba alrededor, me sentía drogada, alejada de mi propio cuerpo, ahogada, el vestido era pesado, al igual que el peinado, todo lo que llevaba puesto encima me parecía frívolo.

Sonreía, únicamente sonreía estrechando manos, saludando, me observé a mi misma sintiéndome como los enormes arreglos florales del salón, mejillas sonrojadas de rubor, destello de joyas, el cabello adornado, sentía los ojos vidriosos y el pecho apretado.

Su carta me había desestabilizado, poniendo en duda todo lo que me pareció un hecho seguro, en mis oídos zumbaba el recuerdo de la guerra y por segundos en los que pestañeaba podía ver el caos de las explosiones, el campo de batalla, mi vestido se trasformaba en el uniforme ensangrentado cuando pasaba delante de los espejos.

Apreté los puños a los costados de mi cuerpo cuando pensé que estaba volviéndome loca, el pecho apretado, el sudor frío, una sensación inminente de muerte sacudió mi cuerpo, paralizando mi corazón cuando entre los invitados vestidos de gala pude ver al sargento Mayor Thomas Shelby con su fusil al hombro y su uniforme manchado de barro, y sangre caminando en mi dirección, su mirada azul metiéndose en mis ojos y el pitido agudo noqueando mis sentidos, mi cuerpo se agitó castañeando de frío, volviéndose un temblor compulsivo que me hizo caer al suelo casi en cámara lenta.

Mis ojos se cerraron al azotar la sien sobre la loza, Thomas estiraba su mano a la mía inclinándose sobre el suelo, el murmullo de los invitados era un susurro infernal.

– Tommy – Llamé desesperada al ver que todo a mi alrededor se volvía negro.

Todo siempre había estado en negro.

Antes.

La lluvia había inundado las calles maltratadas de explosiones, y tanques, me asomé en la esquina del edificio echando una mirada alrededor para girar sobre mi hombro y alzar la mano dando la señal a mis compañeros, pronto Arthur pasó corriendo junto a mí deslizándose por la tierra para llegar al otro lado seguido de John, Thomas se acomodó a mis espaldas golpeando suavemente mi hombro.

– Siga el camino subteniente – Ordenó revisando su fusil para echarme una mirada – Quiero que busque un lugar alto del otro lado para que me cubra.

– Sí, sargento – Asentí observando hacia dónde estaban los otros dos, John asintió y me eché a correr hacia ellos continuando los tres a sitiar los edificios del otro lado, podía oler en el viento la sangre y el sudor de la muerte.

Hoy.

Pestañeé largamente observándome en el reflejo de la puerta de vidrio a unos cuantos pasos de la cama, el blanco de las paredes, y el suelo me estaban volviendo loca, tenía el cabello revuelto producto de la dura pelea que había dado luego de que los paramédicos me sacaran de la casona.

Me había desmayado, convulsionando de la nada, ojo izquierdo amoratado, ceja partida, me dolía la garganta de tanto gritar y el sabor de la sangre subía hasta mi lengua herida, la camisa de fuerza me apretaba los brazos haciendo que la punta de mis dedos cosquilleara.

Fire Witch. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora