Parte XI

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La vi caminar a grandes zancadas por la habitación del hotel se quitó el abrigo lanzándolo sobre la cama para cruzarse de brazos y observarme expectante a una explicación

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La vi caminar a grandes zancadas por la habitación del hotel se quitó el abrigo lanzándolo sobre la cama para cruzarse de brazos y observarme expectante a una explicación.

– Caitriona...

– Pensé que sería diferente porque el hecho es, que tú aceptaste hacer negocios conmigo – Me interrumpió sentándose en el taburete frente al tocador para quitarse los zapatos – pero me trajiste aquí, no para que explicara a Solomons la idea de negocio – se quitó cada joya con rabia en las manos y en la voz – sino casi como una maldita moneda de cambio, me trajiste aquí para que el judío ese estuviera lo suficientemente distraído mirándome el culo como para que firmara lo primero que le pusieras por delante.

– Realmente esa no era la idea Cai – Respondí quitándome el abrigo para observarla – aunque no negaré que el que le hayas gustado tanto nos da un plus, probablemente firmaría cualquier cosa que le des.

– Vete al carajo Thomas – Se quitó la redecilla del pelo lanzándola sobre el tocador para ponerse de pie – Yo no soy la chica que lleva los papeles meneando el culo para que firmen.

– Hiciste lo mismo cientos de veces sacando soldados alemanes de los bares para deshacernos de ellos en el bosque – Se acercó a mi girándome el rostro de la cachetada que me colocó hiriéndome el labio con su anillo de compromiso.

– Estuve loca por ti el último maldito tiempo, Thomas Shelby – La escuché decir mientras yo veía mis manos llenas de sangre ¿lo decía en serio? – temblando como una puñetera hoja cada vez que recordaba ese manoseó en la torreta – Me erguí para tratar de calmarla, realmente la había cagado – como estúpida decidí venir hasta aquí porque en mi cabeza era algo muy correspondido, pero tu idea de hacer negocios es usarme para que a los otros se les ponga la pija dura y quieran firmar.

– Caitriona, yo no. Es mutuo – Me empujó cuando traté de acercarme tomó sus zapatos y su abrigo saliendo de la habitación dando un portazo. Todo estaba diciéndome que estaba cagandola, pero continué, Polly me lo advirtió y una vez más, había dado en el clavo.

Caitriona Markov.

Subí el cuello de mi abrigo mientras caminaba por la calle adoquinada de candem town, el sentirme así de estúpida me removía el estómago, estaba furiosa, decilusionada ¿en qué momento había creído que Thomas podría corresponder el más mínimo sentimiento por mí?

Era una estúpida, cría estúpida, sentía los ojos ardiendo ¿cómo era posible? Me detuve en el escaparate de una tienda metiendo las manos a los bolsillos de mi abrigo para agarrar la cigarrera sacando un pitillo y colocándolo en mi boca, los fósforos se apagaban en mis manos temblorosas por la rabia que fluía en mis venas ¡maldita mierda!

– El bosque está bastante lejos de aquí – Levanté la mirada para encontrarme con Solomons saliendo de la tienda de abrigos afuera de la cual me había detenido, metió la mano en el bolsillo sacando un pequeño encendedor que chispeó para colocar frente a mi cigarro.

Fire Witch. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora