Parte XII

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Me quedé en uno de los peldaños de las escaleras al ver a Solomons con el sombrero de media copa colocándose el abrigo negro, sonrió al verme quitándole de las manos a Ollie mi abrigo para ayudarme a colocármelo

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Me quedé en uno de los peldaños de las escaleras al ver a Solomons con el sombrero de media copa colocándose el abrigo negro, sonrió al verme quitándole de las manos a Ollie mi abrigo para ayudarme a colocármelo.

Me ofreció su brazo para salir a la transitada calle en donde inmediatamente subimos al automóvil que conducía otro hombre.

El viaje se hizo en silencio, mientras Solomons se fumaba un habano dejando que el carro se llenara del humo con aroma a vainilla, lo observé para descubrirlo espiando la piel de mis piernas que asomaba por dejando del vestido color plata.

– ¿Le agrada lo que ve? – Solté acomodándome nuevamente en el abrigo para observar por la ventana.

– Ah decir verdad, Caitriona, estoy tratando de descubrir cuál es la trampa por la que Thomas te dejo aquí – Comentó pasándose la mano derecha por la barba – y si, por supuesto, me agrada y bastante.

– Si quiere que se lo diga no hay ninguna trampa, Señor Solomons...

– Alfie, amor, Alfie.

– Alfie – Me lamí los labios para continuar – No hay ninguna trampa, sólo negociación, lo que Thomas le propone nos conviene a todos.

– ¿Por qué te convendría a ti? – Me cuestionó girándose en el asiento para observarme – Conozco de su familia, señorita Markov y me he dado el tiempo de investigar a profundidad acerca de usted. Heroína de guerra, entrenada en mil y una cosas, salvó muchas vidas con su escuadrón allá en Bélgica, condecoraciones varias, y una jugosa pensión del gobierno que en comparación a la fortuna que heredó luego de la muerte de su padre y muerte en acción de sus dos hermanos es lo que probablemente se gaste en zapatos de forma semanal ¿Por qué una mujer acaudalada, poderosa y hermosa como usted, querría hacer negocios con un gitano muerto de hambre, y un judío de candem town?

–¿Qué más ha escuchado de mi, Alfie? – Sonrió cuando lo llamé por su nombre.

– Que es la hija de un senador, prometida de un héroe de guerra, que sus hermanos murieron en...

– Exacto, todo lo que ha escuchado es que soy el algo de alguien, prometida de, hermana de, hija de – Dejó caer la cabeza a un lado con curiosidad – Lo que yo quiero es que cuando se diga mi nombre, se diga por sí mismo, Caitriona Markov es la perra que trabaja con Shelby y Solomons, su padre era senador, y su prometido fue tal – Alargó una sonrisa por la comisura de su boca rosada asintiendo.

– Lo que quieres entonces es poder, respeto, reconocimiento ¿no le ha bastado con las medallas del ejército? – Sonreí.

– Señor Solomons...

– Alfie...

– Alfie, aquí entre nos, las medallas que me dio el ejército me han servido únicamente para limpiarme el culo – Sus cejas se alzaron sorprendidas esbozando una sonrisa – lo que yo quiero es que a hombres como usted, le tiemblen las pelotas cuando me vean entrar a la sala – Asintió sin quitarme la mirada de encima, extendió suavemente su mano hacia mí para luego lanzarle un escupitajo, lo observé.

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