Parte XIX

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Tamborileé los dedos sobre la redonda mesa de la sala privada en el restaurante en el que habíamos acordado vernos, Henry deslizó los ojos azules descaradamente por mis piernas desnudas, deteniéndose en los tacones dorados que envolvían mis pies moviéndose al son de una tonada inaudible.

– Bonitos zapatos.

– Gracias, me los obsequiaste tú.

– Lo sé – Respondió estirándose a tomar su vaso de whisky para observar su reloj – Creí que Shelby estaba muy apresurado.

– También supe eso – Susurré abriendo mi bolso de mano para sacar la cigarrera colocando un cilindro en mi boca.

– Permíteme – Henry se levantó inclinándose delante de mí para encender mi cigarrillo ofreciéndome una encantadora sonrisa – ¿Trabajas ahora para Solomons?

– Trabajo con Solomons – Le corregí viéndolo sentarse más cerca ahora.

– ¿Qué pasó con Shelby? Creí que me dejabas por él – Comentó encendiendo su cigarro para hacer una cascada con el humo, me coqueteaba – apuesto a que no resultó ser tan maravilloso como creías.

– Henry – Le sonreí dándole una ligera patata en la rodilla con la punta de mi zapato, rápidamente agarró mi tobillo dejando la suela sobre muslo acariciando mi pantorrilla.

– Estas preciosa, amor.

– ¿Qué tal está tu madre, Henry? – Dejó de tocarme rascándose la frente.

– Papá la dejó, vive en un departamento y...

– Espero que esté pudriéndose ahí a solas – Sus ojos se quedaron fijos sobre mí y apoyó los codos en las rodillas para lamerse los labios, la puerta se abrió interrumpiéndolo, Thomas Shelby se quedó en las puertas cerrándolas para quedarse de pie frente a la mesa.

– Thomas, al fin.

– Señor Fisher – Saludó el gitano acercándose a recibir el apretón de manos mientras me observaba – Caitriona – Me levanté acortando distancia para besar sus mejillas.

– Llegas tarde, Thomas.

– No creo que haya perdido su tiempo, Henry
– Le respondió Shelby sentándose a la mesa para observarnos a ambos – ¿Cómo está Alfie?

– Cansado de ustedes dos, la verdad – Respondí aspirando mi cigarrillo para acomodarme en la poltrona – hagamos esto rápido.

– ¿Te coges a Solomons ahora? – Cuestionó Henry observándome – Me dejaste para cogerte a Shelby, y te dejo a ti para cogerse a Solomons ¿Quién...?

– Cállate ya Fisher – Lo interrumpió Shelby golpeando la mesa con la palma de la mano – ¿acaso no tienes un poco de respeto? – Henry Aspiró su cigarrillo agarrando la carpeta para deslizarla por la mesa.

– Firma, gitano, si fuera por mí no haría negocios contigo – Comentó apagando el cigarrillo en la mesa.

– ¿Cuál es su problema?

– La gente como tú, Shelby, ratas que se mueven en el submundo, ensucian el buen nombre de la compañía Fisher...

– Cierra la maldita boca, Henry – Lo Interrumpí agarrando la carpeta que Thomas deslizó hasta mí – Soy dueña del 50% de la compañía Fisher, así que firma el puñetero contrato – Firmé para lanzarle la carpeta – y dile a Maritza que espero que el diablo se la coja por el culo en el maldito infierno – Henry se levantó como un resorte de su silla y su palma abierta me dio tan fuerte en el rostro que me hizo caer de la poltrona, Shelby se puso de pie al tiempo en que ambos sacábamos nuestras Armas, vi a Fisher firmar y dejar la carpeta sobre la mesa para salir dando un portazo.

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