Parte VII

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Martes de actualización! Capítulo largo, amarles💕

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Martes de actualización! Capítulo largo, amarles💕

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Semanas después.

Sabía que estaban buscándome.

Lo sabía porque había estado escapando de sus caballos y borrando los rastros de mis huellas, no lograba encontrarlo, no lograba encontrar a Cernunno, no lograba encontrar nada.

El camisón estaba rasgado y sucio y mi cabello enmarañado, seguí el sendero mordiendo la manzana silvestre mientras descendía por el camino convenientemente dispuesto entre las rocas descendiendo por el riachuelo, se me cortó la respiración, la fruta se me cayó de la mano hundiéndose en el río que salpicó agua fría en mis pantorrillas.

Un sauce había crecido en el interior de la cueva y en una de sus ramas las cuerdas viejas hacían un columpio en una tabla podrida, un par de muñecas, una cuna de mimbre, me adentré revisando minuciosamente cada rincón de la cueva que había dejado de ser habitada hace años.

– Oh mierda – Balbuceé cuando en el rincón circular encontré los huesos vestidos aún con telas andrajosas, me arrodillé cogiendo de entre la mano un cuadro con el vidrio roto que cortó mis manos, una hermosa mujer de cabello ondeado y con mucho volumen sostenía a una pequeña en sus brazos, aún cuando la fotografía estaba en blanco y negro reconocí el cambio de tono de los grises en los ojos, era yo, y aquel esqueleto había sido la mujer que me había parido.

El llanto explotó de mi boca, haciendo un eco acuoso en la cueva, y el alarido me rasgó la garganta, pasé la tarde cavando su tumba para dejarla descansar junto a las muñecas y demás tesoros que habían esperado allí a qué yo regresara, me trencé el cabello tomando de su cuello el enorme medallón y llevándome la fotografía antes de cubrirla de tierra

– ¡La encontré! – Grité colocando una piedra sobre la tumba – ¡la encontré! – Volví a aullar secándome de lágrimas el rostro – por favor, déjame regresar – limpié torpemente el medallón con mi vestido y poniéndome de pie caminé un par de pasos antes de doblarme junto a un árbol vomitando una especie de gelatina negra.

Vomitaba el pasado, vomitaba la guerra, el bosque o mi locura me habían curado, estaba de vuelta.

Cuando aparecí en el pórtico de la casa las piernas me temblaron, ya no veía la guerra, pero parecía que la fuerza me había durado sólo hasta llegar allí me coloqué el cabello tras las orejas observando las manos partidas, las uñas largas llenas de tierra, el enorme anillo de rubí que Henry me había dado.

No había notado lo pesado que era, mis ojos se cerraron ante la revelación que había estado evitando, no podía casarme.

Empujé la puerta encontrándome con la casona vacía, dos maletas, en una el dinero, en otra unas cuantas prendas, me detuve en las escaleras al ver a mamá Fisher vestida con su conjunto de equitación.

Fire Witch. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora