Se concentró en su trabajo lo más posible, obviando todo eso que lo hacía estresarse, como si esa estrategia solucionara el problema. Incluso, debido a su esfuerzo constante, las cosas iban muy bien en el infierno. Pero cuando el silencio llegaba, cuando ya no había nada más que hacer, recordaba al ángel.
Antes, Castiel le llamaba o él al mayor, pero eso se acabó. Cas sabía que al demonio le costaba verlo en su día a día de embarazado y Crowley comprendía cuando duro era para Cas su desinterés. Se visitaban por protocolo y se besaban por costumbre, intentando no perderse el uno al otro.
En su nueva rutina de trabajar lo más posible y pensar casi nada, Crowley no había ido al bunker en dos semanas. Rowena le había llamado un par de veces, por suerte aún no se presentaba en su casa. Sin embargo, el ángel no llamó, aceptando su distancia. Lo que el demonio no sabía es si sería recibido una vez más.
Se atrevió a llamar él, poniéndose más nervioso con cada timbre del teléfono.
- ¿Crowley?
- ¡Cas!
El ángel no parecía enfadado, más bien confundido y cansado.
- ¿Estás bien? – Interrogó, jugando con la orilla de un contrato.
- Algo mareado, Jack está aquí cuidándome.
Quizá fuese esa la causa de su tranquilidad, el nephilim relajaba de manera sorprendente el malhumor del morocho.
- Pensé que habías renunciado. – Dijo sin más el ángel.
- ¿Renunciado?
- A nosotros. – Se refirió a él y... el bebé.
Crowley guardó silencio por un momento, entendiendo lo jodido que había caído.
- Solo... he estado trabajando mucho. – Se excusó.
- Entiendo. – Le siguió el juego su ángel, sabiendo que ese extra de trabajo no era necesario.
- ¿Quieres que vaya?
Escuchó al ángel suspirar. Castiel se preguntaba qué respuesta quería Crowley. Quizá deseaba un "no" para no tener que enfrentar nada, o un "si" de sinceridad. Acarició su redondeado vientre de cuatro meses y una semana, cansando de seguir esperando.
- No necesito de tu lastima. – Sentenció el mayor.
- Cassie, no es eso. - Negó viendo la tormenta avecinarse.
- Solo dime que no quieres esto y deja de fingir que no sucede nada. – Su voz se quebraba más y más con cada palabra. – No tengo tiempo para ti, tengo un niño del cual preocuparme. –
Y cortó.
Crowley no pudo quitarse esas palabras de su cabeza durante todo el día. Tomó el valor que no tenía y se presentó en el bunker a media noche, dando el primer paso una vez más hacia su ángel.
Las luces del pasillo eran las únicas encendidas. Siguió el camino luminoso hasta la habitación del ángel. La poca luz que se colaba por la puerta abierta le permitió ver lo que no esperaba.
Castiel dormía profundamente entre los brazos de Acatriel, sintiéndose protegido como Crowley nunca supo hacerlo sentir. Su pancita estaba mucho más hinchada desde la última vez que lo vio.
A un lado de la puerta, una bonita bolsa de regalo adornada en dibujos infantiles se hacia notar. Un sobre se sostenía de una fina cinta trasparente. Con cuidado, Crowley lo quitó. El papel celeste combinaba con la bolsa, y dentro había una tarjeta aún más colorida.
¡Felicidades! ¡Es un varón!
Rezaba al frente, con un montón de ositos que parecían gritarlo. El demonio giró la tarjeta encontrándose con la letra manuscrita de Acatriel.
¡Se muy feliz, Algodón! ¡Tío Aca cuidara muy bien de tu bebé!
Ahora recordaba que no dijo nada, no emitió una sola palabra cuando Rowena les confirmó que se trataba de un varón. Simplemente saludo a su madre y se marcharon. No felicito a Cas, aunque la sonrisa del ángel no se marchó en todo el camino. Probablemente todos lo habían hecho cuando Castiel se los contó, y Acatriel incluso trajo un regalo.
Dejó el sobre caer dentro de la bolsa y hurgó el interior, por mera curiosidad. Un enterito en celeste y círculos azules, en el centro se leía "Bad boy". Tal vez era el primer regalo de Acatriel para el bebé o quizás no, pero Crowley sabía que no sería el último. Devolvió la prenda a su lugar y enfrentó una vez más la imagen pacifica de esos dos dormir.
Se acercó sin hacer ruido y sin pensarlo, posó su mano sobre el vientre del mayor. Él no merecía a ese niño, tenía claro que sería un padre pésimo. En cambio, Acatriel estaría allí, como Castiel estuvo para Jack cuando Lucifer no era una opción.
Crowley se le había adelantado, pero el destino deseaba volver a juntar a Acatriel y Castiel como antes. Era una piedra en el camino y ahora solo le amargaba la existencia a quien decía amar.
Castiel no merecía pasar por eso. Acatriel era el demonio que merecía.

ESTÁS LEYENDO
Guerra 2.
FanfictionLa historia de esta pareja de enemigos continúa. Esta vez, el destino se salta todas las expectativas, poniendo un nuevo desafío para Crowley y Castiel. Crowstiel