Si imaginó lo difícil que sería hacerse cargo de un niño, se trataba de una ficción demasiado positiva en comparación a lo que estaba viviendo. Eran las 3am y el pequeño no cesaba su llanto. Dean gritó algo desde la otra habitación, pero no logró escucharle por estar aturdido de alaridos.
Se balanceaba de un lado a otro, hasta marearse, pero el bebé no se dormía. Ya lo había intentado todo y él no quería nada de lo que le ofrecía.
Comenzaba a perder la cordura, y quería dejar al niño y huir.
- Vamos, bodoque. – Suplicó. – Duérmete y papá te sedera el infierno cuando crezcas.
Abrazó al pequeño contra su pecho, acariciando con cuidado su espalda. El bebé se relajó solo un poco, sollozando de vez en vez. Pero no lograba dormirse, inquietó en los brazos del demonio.
- Ayúdame, ángel. – Rogó Crowley al techo.
Lo dijo sin pensar y casi como una especie de plegaria. Pero iba para Castiel. Seguramente si él estuviese allí, calmaría con extrema rapidez a la criatura y se haría cargo de todo para lo que Crowley era inútil. Diría algo prepotente y sobrador, enfadando al demonio.
Pero solucionaría sus problemas como siempre lo hacía. Ahora no estaba, y Crowley no era tan bueno como él.
Abrió los ojos, suspirando cansado, con un nudo en la garganta. Y como una señal del cielo, notó el ángel sobre el mueble a un lado de la cuna. Era una caja musical, con un pequeño ángel sosteniendo un arpa dorada.
Giró la manivela lo más que pudo y dejó que sonara. El bebé calló inmediatamente, atentó al nuevo sonido en su ambiente. Crowley cubrió su cabecita con la manta y aseguró sus pies por debajo, volviendo a balancearse suavemente al ritmo de la melodía.
- Solo somos tú y yo, bodoque. – Habló con pasividad. – Tenemos que ser un equipo.
El pequeño terminó dormido por la música, y Crowley le dejó, por tercera vez en la noche, de vuelta en su cuna. Se apoyó en la baranda de la cuna a observarle, dejando que la melodía finalizara. Era tan pequeño y causa tantos miedos y emociones en él.
Había pensado en la posibilidad de alejarse de ese niño cuando aún no había nacido, y no creía poder hacerlo ahora. El bebé solo se sentía cómodo con él y, aunque lloraba como cualquier niño, Crowley era el único que realmente le acallaba. Por muy difícil que fuese, el demonio sabía que, con caja musical o sin ella, nadie podría hacerlo dormir. Eso le hacía sentir orgulloso. Cas se sentiría orgulloso de él.
La música finalizó y tomó lugar en la cama a un lado de la cuna, apagando las luces. Las cosas de bebé que brillaban en la oscuridad se mostraron, un millón de estrellas en el cielo.
Crowley se preguntó cómo sobreviviría si este era solo el séptimo día con el bebé y ya estaba perdiendo la cabeza. Y se durmió también.
En sueños, Cas le visitó como siempre lo hacía. Le miraba con su inexpresiva cara y decía algo hostil. El demonio solo podía pensar en besarle, mientras él otro decía odiarle.
- ¿Algún día volverás? – Interrogó a la ficticia figura.
Entonces, los azules ojos se perdían en cualquier otro punto, evitándole. El ángel suspiraba y decía...
- Nunca.
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Guerra 2.
FanfictionLa historia de esta pareja de enemigos continúa. Esta vez, el destino se salta todas las expectativas, poniendo un nuevo desafío para Crowley y Castiel. Crowstiel