Tío Satán.

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Entre almas torturadas, demonios procurando no faltarle el respeto y fuego infernal, Tamiel daba un paseo tambaleante. Su aspecto y vestimenta adorable, además de su edad, desentonaban con el ambiente. Algunas almas pensaban que quizás eran alucinaciones, otros querían creer que era la señal de su salvación. En cuanto a los demonios, solo se encargaban de ignorarlo y que su jefe no los matara por mirar mal al niño.

No supo cómo, pero llegó hasta una imponente jaula. Gateó hasta ella, solo para ver más de cerca. Y quizás en el camino tocó algo o puso su mano en el lugar equivocado, pero repentinamente el fuego rodeo la jaula, en un show demasiado exagerado para Tamy. Se sentó a esperar que algo interesante pasara, bostezando.

El rojo carmesí de los ojos de Satán se dejaron ver entre las llamas.

- Al parecer tengo visitas. – Sonrió. – Bienvenido...




Castiel era un mar de nervios, recordándole a Crowley porque no debía dejarle el niño mientras se iba de cacería. El demonio le repitió de nuevo que solo dejo de verlo un segundo y Tamy había desaparecido, habían ido para arreglar unos asuntos y volverían enseguida.

Caminando entre los pasillos hecho una furia, Cas ahuyentaba a todos los súbditos del menor y nadie quería decir si vieron o no al bebé.

- Si no aparece en cinco minutos, considera extinto a tu infierno. – Sentenció el ángel.

Crowley se aclaró la voz y continuó buscando pistas del paradero del bebé, por muy alejado del cielo que el ángel estuviese, sabía que podía causar una verdadera catástrofe allí abajo.

A duras penas, logró obtener la confesión de uno de sus súbditos, guiándolos hacia un lugar en el infierno al que nadie quería ir. Rápidamente bajaron las escaleras y enfrentaron la gran jaula.

Lucifer estaba sentado frente a Tamy, ambos rodeados de juguetes con los que el menor reía feliz.

- Mierda. – Lamentó Crowley, no por su hijo en la jaula con Satanás, sino porque la situación ya era su sentencia de muerte.

Luci giró su cabeza hacia la pareja, apoyando sus manos atrás, arrugó la nariz en un gesto de asco.

- ¿Cómo es que una cosita tan linda es hijo tuyo, Spanky? – Se burló de Crowley. – Supongo que los genes de Cas deben ser realmente buenos.

- ¡Oye! Búscate tu propio ángel. - Podía soportar ser ridiculizado, pero no la mención de su ángel.

Castiel se masajeó la sien, intentando pensar con calma en medio de la pelea de esos dos.

- ¿Puedes simplemente devolverme a Tamiel? – Rogó a Lucifer.

- ¿Por qué? Se está divirtiendo. – Objetó el arcángel.

Mientras, Tamy comenzó a escalar por el pecho del rubio hasta casi caer, quedando colgando hacia el suelo, donde Lucifer lo sujetaba de las piernas para que no cayera de cabeza. Sus manitos se estiraban intentando tocar el suelo y riendo por estar del revés.

- ¿Eres Babysitter ahora? – Continuó Crowley con la discusión.

- Si Cas es el Pizza man, no tengo problema. – Dijo el arcángel guiñandole al ángel.

Castiel se sonrojo por la referencia que entendió perfectamente, y Crowley insulto a todo el árbol genealógico inexistente de Lucifer.




Y allí estaban, con Tamy feliz de jugar con el tío Luci en medio de la sala del trono... en tierra...

- ¿Cómo le explicamos esto a los Winchester? – Suspiró el demonio.

- ¿Cómo vas a explicarle esto a los Winchester? – Corrigió Castiel.

- Te odio.

- No más que yo. 

Guerra 2.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora