Yo te ayudaré

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Azira tardó una semana en juntar valor para lo que quería hacer, pero finalmente se decidió: fue el viernes, después de ver como de nuevo Beelzebub dejaba a Crowley solo y se marchaba del aula sin saludar a nadie. Fuera cual fuera el problema, era evidente que Crowley se preocupaba demasiado por su amigo, y que a su vez éste no quería ayuda. Antes que el pelirrojo se marchara del aula, lo frenó con un pedido:

-Crowley, ¿te importaría acompañarme un momento a mi oficina? Me gustaría... hablar de un asunto contigo.

"¿Eh? ¿Eh? ¿Acaso... acaso por fin alguien oyó mis plegarias?" pensó Crowley alborozado mientras seguía a su profesor, peinándose con los dedos a toda velocidad y verificando que su bocadillo del mediodía no le hubiera dejado mal aliento. Si Zira iba a confesarle que lo amaba locamente en secreto y quería meterle la lengua hasta la garganta, él debía estar preparado. Reprimiendo su ansiedad entró y tomó asiento, y esperó a que diera el primer paso.

-Lamento mucho si te estoy causando alguna molestia con esto, pero necesito saber.- Zira carraspeó y se sentó a su lado, eligiendo sus palabras con el mayor cuidado posible para no herirlo.- ¿Recuerdas la vez que te di una clase extra sobre poesía?

-Por supuesto que lo recuerdo... ¿por qué?

-Bien, tú mencionaste que a veces... te distraías por tener algunos problemas privados.- Bajó la voz.- ¿Mal de amores?

-Sí... sí, es verdad, profesor... un gran mal de amores- pensó mientras su corazón se alocaba en una montaña rusa esperando que su profesor se decidiera a saltar sobre él. Pero en vez de eso, Zira respiró hondo y dijo, con un tono paternal que no se esperó jamás:

-Ya sé que ese amor secreto que te tiene a maltraer es tu amigo Beelzebub, Crowley. No tienes que tener vergüenza y ocultarlo: puedes hablar de eso conmigo si quieres, yo no soy consejero escolar pero con mucho gusto te orientaré y daré ánimos. Me duele ver a un chico tan maravilloso sufriendo por amor, así que, si puedo ayudarte en algo...

"Sabes, a veces creo que Beelzy tiene razón... eres un hombre dulce pero muy, muy tonto" pensó Crowley con ganas de llorar por la absurda historia que Azira se había montado en la cabeza. ¿Cómo diablos había llegado a esa conclusión en primer lugar, a ver? Era desesperante. Podría haberse rendido allí mismo, pero de golpe su malicia interna se despertó y tuvo una idea. Adaptándose rápidamente al escenario imaginado por el mayor, fingió derrumbarse y empezó a hablar en susurros entrecortados, como si lo estuviera afligiendo la mayor de las penas.

-Profesor Zira, usted de verdad... ¡oh, cuanto siento estar dando este espectáculo! Pero es más fuerte que yo. Beelzy... él solo me ve como un amigo, y yo... yo...- se cuidó de derramar unas pocas lágrimas y se paró, dolido.- Discúlpeme. No quiero que me vea así, mejor me voy...

-¡No, no, Crowley, espera!- lo frenó Zira sintiéndose muy culpable por haberlo hecho llorar, y dispuesto a remediarlo.- No te vayas así, hablemos. No era mi intención que lloraras, al contrario, quería ayudarte a superar tus problemas...

Crowley no pensó en lo que pasaría si Beelzebub descubría que estaba usando su nombre para semejantes propósitos: empezó a llorar más y como quien no quiere la cosa se acercó un poco a Zira, que con gran sentido de la responsabilidad lo abrazó para consolarlo, como correspondía después de haber sacado a colación un tema tan doloroso. El pelirrojo se deshizo por dentro al estar por fin entre los brazos de su amado, y se deleitó como nunca en la vida con el precioso contacto. Zira tenía una presencia muy fuerte y contenedora, un pecho amplio y un aroma dulce, a vainilla, que parecía emanar de su pelo y su ropa. Era tan cálido que por poco se olvida del mundo, pero la parte de su cerebro que seguía conectada a la realidad murmuró:

-Muchas... muchas gracias por preocuparse por mí, profesor, pero no quiero... no quiero molestarlo...

-Tú no te preocupes, Crowley, no me molestas... si quieres desahogarte conmigo hazlo.- Al decir eso sintió como el muchacho se relajaba, y él mismo suspiró por dentro al bajar un poco su brazo para rodearlo por la cintura. No se le ocurrió que lo que estaba haciendo era inapropiado, por lo que lo apretó un poco y se reafirmó a sí mismo que debía ser fuerte para su alumno. Cuando dejara de llorar, lo soltaría y conversarían un poco más. Y gracias al cielo, al rato Crowley pareció revivir y alzó el rostro para mirarlo con ojos cargados de gratitud.

-Profesor Zira, no sabe lo mucho que me ayudó poder llorar con usted. Me siento mejor... ¿sería mucha molestia si vengo otro día?

-No, no. Ven a mi oficina siempre que precises. Ya lo verás, superarás ese dolor y yo te ayudaré a hacerlo. ¡No pierdas el ánimo!

"Oh, tranquilo que estoy más animado que nunca" pensó con una gran sonrisa enamorada. "Y claro que me ayudarás a olvidar a Beelzy, de hecho, me vas a hacer olvidar del mundo cuando al fin te decidas a hacerme tuyo en ese mismo escritorio... ¡diablos, podrías hacérmelo ahora mismo si quisieras! No me negaría. Pero supongo que tocará esperar un poco para eso".

Soy tu Julieta 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora