Cap. 23: Liberarse del pasado.

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Punto de vista de Eduardo Baltasar, padre de Gema.

Había cambiado tanto que casi no la reconocía. No en su aspecto físico. El primer día que llegó Tiziano al remolque, creí que la historia se repetía. Estaba aliviado que ella hubiera huido la noche anterior. Hasta que me explicó quién era y qué quería. ¡Mi rehabilitación! Quería que fuera lo que fui antes de que nos encontrara aquel monstruo. ¡Un vampiro quería que volviera a ser al padre de Gema!

Me llevó un tiempo supremo hacer eso tan rápido. No estoy seguro de mantenerme sobrió después de este encuentro. Necesito un trago ya... pero el tal Tiziano me quitó mi petaca. Y no creo que eso que está en la ponchera sea ponche.

Estar rodeado de tantos... Todos han sido amables... a su manera. Entonces entra Gema, con la cabeza en alto y determinación en la mirada, igual que su madre. Había olvidado a Luz. Había olvidado su fuerza, su arrojo, su osadía, su valentía... su pasión. Gema... ¡cómo la he extrañado!

-Si nos permiten, quisiera hblar a solas con mi padre. -dijo con autoridad. Me tomó de la mano... su cálida mano afortunadamente., y salimos hacia otro salón. 

Esta es una gran casa. ¿Cuántos vivirán aquí? ¿Ella vive aquí con ellos? Ahora son su familia. ¿Y yo? ¿Ella seguirá siendo... ella?

-¿Mamá te contó quién era? -me pregunta señalándome un sillón.

-Sí. -me siento y ella a mi lado, pero no me animo a mirarla. -Pero no desde un principio. Es decir... te tengo que contar cómo fue. -¿por dónde empezar? -Estaba de vacaciones en México cuando conocí a tu madre. Era la mujer más hermosa que he visto jamás. Tú eres su viva imagen. Nos enamoramos al instante, lo que se dice "amor a primera vista". Le propuse matrimonio frente al mar. Nos instalamos en Texas. Conseguí un empleo en un pequeño buffet de abogados y elegimos una casa con jardín. Tú venías en camino. Era el sueño de todo hombre. Un hogar, un hijo...

-Una vida normal.

-Sí. Una vida normal.

-No entiendo. Los recuerdos que tengo de ella son de su vida como guardiana vampira y estas con estériles, así que no sé cómo se quedó embarazada.

¡¿Qué?!

-¿De qué estás hablando, Lucecita? No puedes recordarla porque ella murió dándote a luz.

-Es algo complicado. Lo único que tienes que saber es que tengo los recuerdos de mi madre.

-¿Los recuerdos... de Lucrecia? -y yo que creía que seguía siendo mi misma niñita. No, a ella la perdí hace mucho...

-Papá, necesito que me cuentes qué pasó.

Sí, claro. Esta es mi única oportunidad de hablarle sobrio de su origen.

-Como te dije, viviamos en Texas, en una pequeña casita con jardín. Luz amaba esa casa, era su sueño. Y entonces, comenzó a actuar de forma extraña. Vigilaba la calle, los alrededores, puso trabas en las puertas. Estaba obsesionada con la seguridad. Cuando llegaba a casa... me olfateaba. En el último mes... hasta dormía con un cuchillo bajo la almohada. Aunque me parecía extraño, lo atribuía a que estaba embarazada y tenía miedo. A que estaba nerviosa por el parto...

-La acechaban. -dijo Gema sorprendiéndome.

-Sí. Ahora que lo dices así, sí, suena lógico. Pero no me di cuenta hasta que fue demasiado tarde. Me llamó al trabajo, diciéndome que debía hablar conmigo, que era urgente que volviera a la casa. Cuando llegué, me tomó de la mano y me llevó al sofá. Me sentó y se quedó mirándome. Entonces, me lo dijo. Me dijo que era... era una...

-Una guardiana.

-Sí. No tuve tiempo de asimilarlo. De pronto... un animal enorme y negro como elmismo diablo entró rompiendo las ventanas. Intenté interponerme entre ella y el animal, pero me apartó a un lado. Ella realmente... sabía pelear. -¡Dios! Aún puedo verla pelear. Casi irreal, casi... mágica. -Aún embarazada de tí, ella era... letal.

-Sí, lo era.

Miro a mi hija, una replica de mi mujer. ¿Ella es igual a mi mujer? ¿Una guerrera implacable? ¿Una... guardiana?

-¿Qué pasó después?

-¿Después? Ella lo mató rápidamente. Ví... cómo su cuerpo cambiaba, como de animal cambiaba a hombre. Un hombre desnudo con un montón de cortes. Entonces reaccioné. Ella se encontraba de pie, herida también. Cayó de rodillas antes de que pudiera alcanzarla. Me miró y me dijo:"Sí, ellos existen... y vendrán por ella". Tomó el cuchillo y se cortó en la vena. No sé cómo... la sangre del hombre subió hasta el corte. Se estaba transfundiendo. Y te tuvo allí, en medio de la sala cubierta de sangre, con un muerto, sacándole sangre a un muerto. No sabía qué hacer. No supe qué hacer. Y entonces, te tenía en mis brazos. Eras la cosa más chiquita y más hermosa que he visto en toda mi vida. -y aún lo es, y me muero por abrazarla, como lo hacía cuando era tan pequeña e inocente. Pero se la ve.. pálida. ¿Estará enferma? -¿Te encuentras bien, lucecita? Pareces algo indispuesta.

-No te preocupes por mí. Quiero saber qué ocurrió después, cuando cumplí los tres años.

-¿Sabes lo que te ocurrió cuando cumpliste los tres añitos? -¿quién es esta muchacha que se parece a mi hija?

-Carla, una de las hermanas de Tiziano, me hizo revivir cada momento de mi vida.

-¿Todos?

-Todos. No te culpo de nada, papá. Solo quiero saber.

Claro. Ella tenía derecho a saber.

-Cuando tu madre murió, me dijo que la sangre te protegería de tus enemigos, pero por temor a que nos encontraran, te llevé hasta Los Angeles. Allí vivíamos en el anonimato. Incluso trabajaba de camarero. Cuando festejamos tu tercer cumpleaños, luego de soplar las velitas, te llevé a un parque cercano. Estabas tan contenta jugando con otros niños... hasta que desvíe la vista por un segundo y desapareciste. No podía encontrarte. Uno de los niños dijo que un viento fuerte te había llevado. Me preocupé. ¿Cómo podía encontrarte si "ellos" te habían llevado? Ni siquiera podía llamar a la policía. Estaba desesperado, buscando la forma de encontrarte, cuando un hombre apareció en la casa, sosteniéndote del cabello. Tú... estabas toda golpeada y sangrabas, pero no llorabas. Estabas seria contemplando el suelo. El hombre me dijo que te había marcado, que él era tu dueño y que volvería por tí cuando cumplieras la mayoría de edad. Me dijo que cuidara de su prometida. Sabía que sería inútil intentar evadirlo, pero decidí que lo mejor era llevar una vida errante, salir corriendo en cuanto presentía la presencia de algún extraño. Pero sabía que nos encontraría. Entonces, creí que... yo pensé...

-Creyó que si mansillaba a la prometida... -¡Diablos con el demonio! No lo escuché entrar. -él no la querría y se olvidaría de ella.

-Sí. Es lo que el alcohol me hizo pensar, porque si hubiera tenido la cabeza en su lugar... ¡Dios, lucecita! Jamás hubiera permitido que te sucediera eso.

Estaba llorando pero no me importaba hacerlo delante de ellos, delante de mi niña. Si tan solo ella me perdonara todo lo que le hice, si tan solo entendiera por qué lo hice...

-No te castigues más, papá. Ya todo acabó. Él ya no existe y no nos hará más daño. -me aseguró abrazándome. 

Siento tanta paz en estos momentos, que si viniera el ángel de la muerte a buscarme ahorita mismo no me molestaría.

-Papá, necesito hablar con Ziano un momento. Cristiana está esperando en el pasillo para acompañarte a la biblioteca y servite algo.

-Claro, hija. 

Ya todo estaba dicho. Ella está donde debe estar. Sé, con el corazón, que ellos la protegerán tanto como puedan. En especial, esta "hombre" que veo que la ama como yo amé a su madre. Ahora sí me siento libre.

Gema. Primer libro: Guardiana.(Editada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora