Punto de vista de Gema.
Despertarse en una habitación desconocida, además de una cama cómoda y hermosa, fue suficiente para que, en un instante, recordara todos los eventos de ayer. Aunque no puedo recordar en que momento me acosté ... o cuándo cambié mi ropa por este camisón. ¿Qué clase de tela será? ¿Seda? Es ... algo grande para mí.
¿Pero qué estoy pensando? Debo salir de aquí.
TOC-TOC.
Alguien. En la puerta. Por la ventana puedo ver la luz del sol.
TOC-TOC.
- ¿Adelante?
Me pareció que la puerta se abría muy despacio. ¡Pero si es Cristiana! Estoy dormida aún. Estoy soñando. Miró nuevamente hacia la ventana, a la luz solar.
-Pero ... ¡es de día! -fue lo primero que cruzó por mis labios.
-Sí, un hermoso día. Aunque ya perdiste la mañana. Pero te perdonamos, dormilona. Anoche te acostaste muy tarde. -me dijo como si hablara de nada trasendental. Con su característica sonrisa.
Creo que aún sigo en shock. No atino a henebrar una sola idea.
- ¿Perdón?
-Sí, te perdonamos. -Volvió a decir mientras cruza la habitación hacia la cómoda. -Te compré algo de ropa. Espero que te guste.
Sacudí mi cabeza para aclararla.
-No. No puedo aceptarlas. Necesito que me devuelvas mis prendas.
-Eh ... esto ... ¿Recuerdas lo que pasó anoche en la cocina?
-Sí. -por supuesto.
Me mira, como esperando mi reacción. Bien, recuerdo que Oscar bebió de mí. Recuerdo la pelea con su tío ... su aspecto ... Oh, oh. Si él estába ... todo cortado ... yo ... Ups. Tuvimos una gran pelea. Él me golpeó, yo le hice varios tajos, él me sujetó, volví a golpearlo... Mi ropa no estaría en mejores condiciones que las de él. Cristiana asintió como si realmente hubiera leído mi mente. ¿Lo habrá hecho?
-Exacto. En la cómoda encontrarás todo lo que necesites para tu arreglo personal.
Recién me percato de todas las cosas que hay sobre la cómoda, donde anoche no había nada. Cosméticos, lociones y productos que he visto en publicidad y que desconozco para qué sirven. No, no lo había notado.
-Te lo agradezco. Pero solo necesito ropa.
Ella abrió un cajón, del que sacó una fina camisa blanca. Jamás he usado camisas.
- ¿No te gusta? -me preguntó al notar mi expresión.
-Es muy bonita ...
-Pero no te gusta. -aseguró desencantada.
-No es eso, Cristiana. ¿No tienes unos jeans y una remera?
-Veré qué puedo conseguirte. -dijo dibujando una sonrisa.
-Gracias.
Mientras esperaba, revisé otro cajón. ¿Qué? Pero qué lencería tan fina. Me parece para una princesa. Nada que ver con la deportiva de algodón que suelo usar. Cristiana volvió a golpear y entró un segundo después.
-Estas son ropas de mi hijo, William. Luego del almuerzo, iremos a comprar según tu gusto...
-Cristiana. -la detuve. -Te lo agradezco, pero... me voy.
Intenté interpretar su rostro pero no mostró ninguna emoción. ¿Se habrá enojado?
-Lo entiendo. Pero necesito que me escuches antes de irte. Es importante.
