Punto de vista de Tiziano
Esto está mal. Muy mal. En mis ciento veintitres años jamás experimenté tal fuerza emocional, tan alto grado de confusión, dolor, rencor... odio. Y apenas fueron unas gotas de sangre. No la intercambiamos en un pacto o ritual, ni siquiera en el arrastre de la pasión. ¡Por favor! Me he cuidado mucho de no hacerlo. Primero tenía que encontrar a mi compañera. ¡Y ahora resulta que estoy atado a una niña! ¡Una niña que no podía controlar uan rabieta!
-¿Y bien? -preguntó Cristiana.
-Estamos unidos.
Billy soltó una carcajada.
-Ja, ja, ja. ¡Ahora sí estás maldito!
-¡William!
-Déjalo, Cristiana. Tiene razón. Estoy maldito.
-¡Oh, vamos, Tiziano! No es para... -la fulmino con la mirada. -...tanto. Bueno, sí, es grave, pero no estás muerto.
-Déjame aclararte esto, Cristiana. Soporto esta situación en beneficio de Oscar.
-Y yo te lo agradezco de todo corazón. Ahora ella es parte de la familia. -dijo con su típico entusiasmo.
-En todos los sentidos. -ironizo. -Pero, ¿qué parte de la familia? No como mi mujer.
-Ahora lo es, compórtate. -la omniciente voz de mi padre.
-Será una sobrina. -contestó Cristiana. -La hija de mi hermana, si la tuviera. Eso si tenemos la aprobación de Carla... y si Gema acepta, claro está. Porque intenté explicarle la situación, pero solo logré calmarla... hasta que tú se lo expliques. ¿Por qué no vas a hablar con ella?
-Sí, mejor aclarar todo antes de...
¿Dónde está? No puedo sentirla. Es como... como si me hubieran arrancado algo de adentro. Este vacío es... indescriptible.
-¿Qué sucede? -Vince siempre nos vigila.
-No la siento.
-¡Búscala! Nada debe ocurrirle.
Debo tener una charla con mi padre sobre esto. Pero primero, lo primero. ¿Dónde está? No está en la casa, no la siento. ¿Dónde...? ¿El jardín? La huelo en el aire. Es dulce, muy dulce, y algo afrutada. Se siente débil. Por supuesto, si no se ha alimentado ¿desde cuándo? Quién lo sabe. Ah, allí está, en la pérgola, sentada en el suelo.
-¿Te encuentras bien? -apenas mueve la cabeza para negar. -No te estás alimentando. Ven.
Al menos me permite ayudarla.
-No, no es eso.
Se deshace de mis manos y me mira con esos ojos oscuros violáceos. Qué grande son para una cara tan pequeña y blanca. Tan expresivos que no me hace falta la unión par asentir su desprecio. Mejor que la lleve a la cocina y le prepare algo.
-¿Cómo estamos? -pregunta con la mirada fija en el camino.
-Unidos.
"Definitivamente". Vince. GRRRR.
Me mira con cautela.
-¿Y cómo debo llamarlo?
-Tiziano.
-Es un nombre muy largo.
-¿Prefieres llamarme "amor"? -la pico.
El desprecio se convirtió en algo más oscuro.
-Caeré muerta antes de hacerlo... señor.
Esta niña sabe como ser fría. Como toda una vampiresa. Mejor me centro en prepararle algo.
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