Punto de vista de Tiziano.
Sabía que no podía hacerlo, pero podía sentir su incomodidad. Gema está molesta. Creí que un encuentro con su padre sería una linda sorpresa. Ahora no estoy muy seguro. No creí que me fuera a equivocar.
Me quedé en el corredor, junto a la puerta, escuchando. La mente del humano es una maraña de recuerdos dolorosos. Cuánto amó a su mujer. Tanto como yo amo a su hija. Y cuánto le dolió perderla. Aún sabiendo quién era ella en realidad. Una guardian vampira. Igual que Gema. Bueno, no. Gema tiene un cóctel de todas las sangres aptas. Hada, Iicántropa, vampira... humana. Una mestiza que me robó el corazón.
La mente del padre de Gema dibuja el rostro de Stefan. Y la niña que fue Gema. Toda lastimada, ensangrentada... pelirroja. Cuando el maldito de Stefan le inyectó su ponzonia, la sangre vampira de su madre reaccionó, cambiando su fisonomía... y su corazón. Se volvió fría. Pero el golpe de gracia fue el que le dió su padre en su adolescencia. Gruñí, sabiendo que me escucharían.
Me disuelvo en el aire, entrando por la cerradura. Él contándole lo que ocurrió. Hasta que no pudo más.
-Creyó que si mansillaba a la prometida... -lo asusté, ¡ups! -él no la querría y se olvidaría de ella.
-Sí. Es lo que el alcohol me hizo pensar, porque si hubiera tenido la cabeza en su lugar... ¡Dios, lucecita! Jamás hubiera permitido que te sucediera eso.
Al fin se desmorona. Es demasiada culpa para un humano corazón. Pero ella lo ha perdonado, lo sé. No hace falta la unión para conocer su proceder.
-No te castigues más, papá. Ya todo acabó. Él ya no existe y no nos hará más daño. -lo abraza, pero... siento que algo va mal. -Papá, necesito hablar con Ziano un momento. Cristiana está esperando en el pasillo para acompañarte a la biblioteca y servirte algo.
¡Es dolor! Está intentando bloquearlo de mí.
-¿Qué sucede, Gema? -la vi acariciar su sien.
-¿Para eso fuista a Europa? ¿Para matar a mi dragón?
-No. A él lo maté mucho antes. Creí que ya te lo había dicho. Ahora dime qué es lo que ocurre. No cambies de conversación.
-¿Puedes pedirles que dejen de intentar entrar en mi cabeza?
-Ellos tienen prohibido hacerlo. Orden de Vince. Y ellos la cumplirían.
Le tomé las manos. Estaban heladas.
-Nunca experimenté una molestia tan intensa. -sus hermosos ojos violetas estaban inundados. -Emilio. -llamó en un susurro.
-Es el tumor que le quitaste a la niña... -la voz profunda provino de todos los rincones y ningún lugar específico. - Lo has absorvido. Debe buscar alivio en su elemento.
Levanté a mi mujer con cuidado.
-¡Carla! -llamé con desesperación mientras me trasladaba al arroyo.
-Llama a tu... hermana...
-Ya lo hice.
-Aquí estoy, Gema. ¿Qué necesitas?
-¿Recuerdas cómo buscaste... mis... recuerdos? Ayúdame a buscar el tumor en mi... cabeza.
Llegamos y la dejé a orrillas del arroyo. Ella gateo hasta el agua y se metió en la helada corriente, seguida de mi hermana, quien inmediatamente apoyó sus finas manos en la cabellera oscura de mi mujer.
-Esto no es normal. ¿¿Como es que la niña desarrolló un tumor cerebral y que Gema lo haya absorvido??
Sabía que Gema está sufriendo, pero bloquea su dolor de mí.