Capítulo 37

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Ethan seguía repartiendo besos alrededor de mi cuello y yo perdía la cordura en el calor de su cuerpo. Si él hubiese estado sin su camisa, le habría clavado las uñas en la espalda hace rato.

-Ethan- Dije tratando de sonar lo más normal posible- Detente... por favor-

Sus besos cesaron y yo me baje de su cadera. Sus brazos se alejaron un poco de mí y me dedico una mirada.

Tenía las pupilas dilatadas y las mejillas enrojecidas. Se notaba que a él también lo había consumido el deseo y la pasión.

-Lo siento- Dijo con la voz ronca- Me deje llevar-

-No pasa nada- Dije acariciando su mejilla.

-¿Por qué estás en sostén?- Pregunto divertido.

-Estaba por bañarme-

-Bien- Dijo retrocediendo- Dejare que te bañes tranquila-

-¿Sabes? A ti tampoco te vendría mal un baño de agua fría- Dije inocentemente.

-¿Por qué lo dices?- Pregunto frunciendo el ceño.

Señale sus pantalones con el dedo índice y me ruborice un poco cuando el entendió de lo que estaba hablando.

Entre al baño y cerré la puerta, al verme al espejo vi que tenía las mejillas como dos manzanas y el cabello desordenado como si una rata hubiese anidado allí.

Comencé a quitarme la poca ropa que me quedaba y me metí a la ducha procurando no tardar más de 3 minutos en bañarme, por suerte había algo de jabón en el baño, lo que no había era acondicionador ni shampo, por lo que tendría que limitarme a masajear un poco mi cuero cabelludo solamente con agua.

Cuando abrí la regadera sentí el agua helada caer por mi espalda y casi doy un grito, me causo un escalofrió y tuve otro motivo para bañarme rápido.

Cuando termine me envolví en una toalla que encontré en un armario pequeño que había y utilice otra para secar mi cabello, no encontré un cepillo de cabello por ningún lado, asique tuve que conformarme con intentar peinarlo un poco con mis dedos como venía haciendo últimamente.

Me puse mi ropa interior, agradecí el hecho de haber tenido otro par de bragas, pero no tenía otro sostén y lo había puesto para lavar, asique dormiría solo con una camiseta enorme que había encontrado en el armario y mis bragas, por suerte la camiseta era demasiado grande y me quedaba como un vestido, ya que me llegaba casi hasta la rodilla.

Salí del baño y fui a la habitación donde había dejado todas mis cosas para poder acostarme en mi cama, cuando vi el hueco gigante en la pared quemada por el accidente de hace unos minutos. No podía dormir allí, un Zadoc podía entrar y sería peligroso.

Si no mal recordaba, creía haber visto unas maderas en la parte trasera de la cabaña, podríamos arreglarla pero ya era de noche y la verdad, era que estaba sumamente cansada.

Con Ethan habíamos puesto flechas de luz en la casa para poder ver, ya que la oscuridad era absoluta y la luna no estaba por ningún lado en el cielo. Y claro, la luz eléctrica no funcionaba.

-¿Ethan?- Dije tocando la puerta de su habitación que se encontraba cerrada.

La puerta se abrió, del otro lado se encontraba él.

-¿Qué sucede?- Pregunto recostándose en la puerta. Tenía el cabello revuelto y solo dormía con pantalones cortos.

-¿Puedes ayudarme?-

-¿Con qué?-

-Necesito mover el ropero para bloquear el hueco que hice sin querer al quemar la pared-

La Tormenta AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora