Capítulo 5

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   Harry estaba en el aire sobre su saeta de fuego intentando divisar la snitch, pero sin perder de vista tampoco al otro buscador, a quien miraba de tanto en tanto; aunque había podido comprobar que no era tan bueno como Draco Malfoy y más parecía que estaba exhibiéndose que jugando en realidad. En esos tres meses que llevaban desde el comienzo del año escolar, era la primera vez que jugaba contra él; los Slytherin habían tenido que colocarlo de manera apresurada ante la partida de Draco, incluso teniendo que retrasar el partido por un par de horas hasta que todo hubiera estado listo.

   Harry miró hacia la grada de los profesores un segundo, donde el director y los jefes de las cuatro casas aún no se presentaban desde que empezara el partido, algo muy extraño dado que Severus Snape jamás se perdía un solo juego de los Slytherin. La única explicación posible era que algo realmente malo había sucedido. Ya le preguntaría esa noche a Severus cuando se vieran, pensó, si estaba de humor tal vez se lo contaría.

   Al pensar en esa noche no pudo evitar sentir nervios; hacía una semana que habían terminado de planear ese encuentro, viendo los pros y contras de hacer lo que iban a hacer esa noche o esperar un poco más, llegando a la decisión de que no podían seguir retrasándolo. Ya habían esperado más que suficiente tiempo. Pero, pese a esa firme decisión de su parte, los nervios estaban presentes cada vez que pensaba en el asunto, no por no querer hacerlo, de hecho Severus había sido muy claro al dejarle decidir sin ningún tipo de presión, era más bien la incertidumbre de no saber qué esperar de todo eso. ¿Y si no podía resistir y le dolía más de lo que sabía que pasaría? Porque Severus también había sido claro en eso, advirtiéndole que el dolor estaría presente, pero que haría todo lo posible para que pasara rápido y pudieran seguir adelante; y sabía que sería así, Severus era un hombre que tenía experiencia y sabría cómo manejar el momento, era más que seguro estar en sus manos para una cuestión así, pensó con mayor tranquilidad. Estaba todo decidido, esa noche haría un cambio completo en su vida.

   Volvió su atención nuevamente a la búsqueda de la snitch, luego de su renovada decisión, y despejó su mente de todo otro pensamiento. No podía desconcentrarse en un momento como ese.

   Llevaban en el partido una hora y todavía no tenía ni señales de la dorada pelotita alada, lo que estaba empezando a ponerle de los nervios. Iban por debajo de los Slytherin en la puntuación, señal de que Ron no estaba teniendo un buen día, otra vez; y a pesar que el otro buscador no hacía más que alardear sobre su escoba sin hacer realmente su trabajo, lo cual tenían como ventaja, no podía confiarse. Tenía que ganar, pensó, así podía cobrarle la apuesta a Severus.

   Giró su escoba para esquivar a los otros jugadores que pasaban a toda velocidad a su lado, y la vio. Brillando, no muy lejos de donde estaba, la snitch al fin se dejaba ver. Apretó el mango de su escoba y enfiló directo a su búsqueda.

-¡Está detrás de ti, idiota!

Escuchó que gritaba el capitán de los Slytherin, por lo visto bastante irritado por la actitud de su buscador de reserva.

“No quisiera estar en sus zapatos al final del partido”, pensó Harry con burla sin dejar de mirar su objetivo, sabiendo que ahora le estarían siguiendo muy de cerca.

-¡Cuidado, Harry! –Gritó Katie con desesperación.

   Al escuchar su nombre, se giró levemente hacía su compañera de equipo, pero ni siquiera tuvo tiempo de entender qué había sucedido cuando una bludger golpeó contra su cabeza haciéndole perder el conocimiento.


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   Harry abrió los ojos y lo primero que pudo notar era que estaba en la enfermería y que su cabeza le pesaba una tonelada.
“Demonios”, pensó, y rápidamente elevó una mano para tocar su pecho dándose cuenta que ya no llevaba su uniforme de quidditch, la enfermera le había puesto uno de los pijamas del hospital.

MASQUERADEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora