Capítulo 24

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   Al fin habían transcurrido los dos días que le prometió a Christine aguardar en la torre hasta su recuperación, aunque no los pasó en la cama como a ella le hubiera gustado que lo hiciera, como se daba cuenta en cada reproche y comentario que no se cansaba de hacerle cada vez que tenía oportunidad. Pero es que él, Severus Snape, no estaba hecho para estar en cama más que el tiempo necesario para dormir, el cual resultaba ser muy poco, realmente. Algo que pudo notar que compartía con Christine, quien se levantaba temprano para mantener todo en orden en Hogwarts, ahora que era la única “con autoridad” que estaba allí, ya que tanto él como los Carrow no estaban en condiciones, y luego volvía rápidamente a la torre otra vez para cuidarle; cosa que no podía decir que le gustara realmente, ya que estaba acostumbrado a hacer todo por sí mismo. Pero eso era algo que ella no le dejó discutir.

   Severus salió de la torre de la dirección para dirigirse al Gran Comedor para el desayuno, ya era hora de que todos vieran que él seguía allí y que la relativa calma que tuvieron mientras Christine estaba al frente, se había acabado. Iba caminando con el paso tranquilo de siempre viendo que todo siguiera en el lugar que debería estar, hasta que dobló un pasillo, justo antes de llegar al comedor, quedándose estático por un segundo.

   Sobre la pared, pintado en tinta roja para que sea imposible no verlo, estaba escrito: “El ejercito de Dumbledore sigue reclutando gente”.

   “Esos malditos críos no tienen respeto por su propia vida”, gruñó internamente antes de llamar a un elfo para que lo limpiara manualmente ya que sabía que la tinta que usaban era inmune a la magia. No era la primera vez que sucedía algo así, y estaba más que seguro que no sería la última.

   Dio media vuelta para volver a la Torre, ya tendría otro momento para mostrarse ante los habitantes del castillo, ahora lo primordial era ir a la casa de seguridad para encargarse finalmente de eliminar ese pedazo de alma oscura que la primera vez no pudo, ya que si los alumnos seguían con esa manía de formar resistencias ante las nuevas normal, no dudaba que no quedaría ninguno con vida cuando llegara el momento de enfrentarse al Lord Oscuro, cosa que no tardaría en suceder y por lo que debían trabajar ahora a contra reloj.

   Se apareció en la sala de estar de la casa Black encontrándose con un Sirius de mirada perdida con una taza entre las manos.

-Black –dijo como todo saludo haciendo sobresaltar al hombre.

-Snape –contestó Sirius a su vez cuando logró recuperar la compostura, luego se llevó la taza a la boca haciendo un leve gesto de desconcierto cuando la encontró vacía, por lo que la colocó sobre la mesa de centro antes de agregar –Harry me contó que estuviste mal estos días, ¿cómo estás ahora?

   Snape le miró con una ceja alzada, era evidente que Black no estaba del todo en sus sentidos o no se estaría preocupando por su salud, pensó, aun así contestó lo más cortes que fue capaz.

-Bien, gracias por preguntar.

   Sirius hizo un gesto con la mano como restándole importancia, pero al ver que Snape no le estaba mirando a él sino a las escaleras, volvió a hablar.

-Aún duerme, ninguno de los dos tuvimos una buena noche –explicó sacudiendo la cabeza con pesar –Cuando Narcissa le vio llegar anoche volvió a gritarle porque su hijo sigue sin querer abrir la puerta desde que sabe la verdad. Sé que no debió decirle nada, que ese no era su deber, pero ese niño malcriado le provocó, siempre le provoca –gruño frunciendo el ceño, pero al momento dio un suspiro –Pero Narcissa no quiere entender eso, estaba muy enojada porque Harry ni siquiera se defendía ante sus arrebatos, así que le empujó hasta la puerta y si yo no hubiera intervenido habría terminado por tirarle a la calle. Si sigue así voy a tener que sacarle de aquí, –sentenció –a Grimmauld Place si es necesario, porque es imposible razonar con esa mujer. Aunque Harry no está tanto tiempo en esta casa, es mejor que no esté pasando por esto cada vez que se encuentran.

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